El Sol de Tlaxcala

VE SU REFLEJO EN EL CINE

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Dicen que los vampiros no proyectan su imagen en los espejos, pero el cine ha logrado reflejarlo­s en sus diversas facetas, desde su condición más humana hasta la más extraordin­aria.

Esa dualidad coincide con el perfil de Ian Hodgkinson, un músico que emigró de Canadá a México cuando tenía 19 años y que por cuestiones del destino se convirtió en Vampiro Canadiense, uno de los personajes clave de la lucha libre mexicana desde los años ochenta.

El documental Nail in the coffin: the fall

and rise of Vampiro, que este sábado será proyectado en la Cineteca Nacional como parte de la vigésima edición del Festival Macabro, muestra las vidas paralelas de Ian Hodgkinson y Vampiro Canadiense, un personaje que nació de la nada y cambió el rumbo de vida de su protagonis­ta.

“Vampiro fue hecho por México, por sus calles y por la energía de la gente. Yo era músico, DJ, pero Vampiro me quitó de ese camino. Nunca fue planeado, fue un accidente, uno que ahora me permite ayudar a otras personas”.

Ian Hodgkinson llegó a la Ciudad de México a finales de los años ochenta. Luego de trabajar como guardaespa­ldas en algunos antros de Los Ángeles. Ya que no tenía recursos para sobrevivir aquí, aprendió el arte de la lucha libre y logró presentars­e en la Arena México.

A través del documental, Ian Hodgkinson pudo confrontar de nuevo los logros y excesos que tuvo. “Cada vez que lo veo tengo una reacción diferente: a veces me enojo, me agüito y otras veces lo disfruto”.

Pero sobre todo, pudo compartir con su hija un pedazo de su historia que ella no conocía. “El documental habla sobre mi pasado. Y ella no sabía lo que yo tuve que hacer para llevar comida a casa. Estaba preocupado por ver su reacción, nunca me vio pelear ni sabía nada sobre Vampiro, era la primera vez que me veía así”, revela en entrevista con El Sol de México.

Nail in the coffin profundiza en la parte más íntima de Hodgkinson. En cómo su rumbo cambió con el nacimiento de su hija Dasha, el impacto por la separación de su pareja y su faceta como padre soltero.

“Yo me divorcié cuando ella tenía un año. Y en un momento de la película se muestra la boda con su mamá. Mi hija no conocía eso, porque nunca nos vio juntos. Yo estaba nervioso por su reacción, pero al final ella moría de risa y yo pensaba ‘pinche cabrona’ porque se estaba burlando de mí. Al final fue muy divertido porque me vio de una manera que yo no”.

El documental le permitió a Ian Hodgkinson ver otra cara de sí. Y sobre todo hacer las paces con su alter ego, con quien comenzó a limar asperezas cuando fue diagnostic­ado con diabetes y Alzheimer, producto de las 24 contusione­s y un tumor cerebral que le originó su actividad.

“Fue hace seis años cuando tomé una decisión fuerte de mejorarme o morir que comencé a agradecer a la lucha, a la afición. A pesar de la imagen que se hizo de mí, la gente me quiere, me cree y me apoya. Así que quité mi ego y ahora veo a Vampiro como un regalo de Dios para llegar a mucha gente y hacer cosas positivas”.

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