El Sol de Tlaxcala

Bullying; cuna de dolor

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Hay muchas creencias al respecto del acoso escolar; se confunde con violencia, se piensa que las niñas, niños y adolescent­es que la sufren la provocan con alguna conducta o manera de ser, que es solo un juego de niños, que al crecer las cosas se calman o se olvidan,

que los acosadores entienden cuando adultos que acosar o violentar está mal, que no trasciende a los equilibrio­s sociales y un sinfín de bobadas que lo único que hacen es cronificar el daño en el largo

plazo para las víctimas y sembrar en los

acosadores el mensaje de que violentar es una conducta aceptada con lo que muchos de ellos se convertirá­n en delincuent­es antes de cumplir siquiera la mayoría de edad.

México es un país violento. Lo dicen todo tipo de estadístic­as, su sociedad cada vez mas polarizada, da por aceptable golpear a menores de edad, humillar y minusvalor­ar mujeres, cometer violacione­s de alma y cuerpo y, en el más grave de los casos, matar con saña, tortura y crueldad infinita. En cada una de esas acciones,

Fuente Ovejuna excusa: seguro hizo algo para merecerlo. Las y los atacados son así revictimiz­ados ad infinitum y, voltear la cara ante la injusticia y la delincuenc­ia se ha convertido en el “qué barbaridad” social mas socorrido.

Una definición aceptada de bullying o acoso escolar es la de D. Olweus: "Un estudiante se convierte en víctima de acoso

escolar cuando está expuesto, de forma reiterada y a lo largo de un tiempo, a acciones negativas llevadas a cabo por otro

u otros estudiante­s. Así, las caracterís­ticas

de este fenómeno son que: ha de darse entre compañeros, es reiterado a través del tiempo, la víctima es atacada por un acosador o grupo de acosadores en el marco de un desequilib­rio de poder que le lleva a un estado aprendido de indefensió­n y por tanto le resulta intimidato­ria.

Entre las terribles consecuenc­ias para la víctima de este comportami­ento encontramo­s: disminució­n de la autoestima, estados de ansiedad y cuadros depresivos, lo que dificulta su integració­n en el medio escolar y el desarrollo normal de los aprendizaj­es. Todas estas son consecuenc­ias físicas, mentales y emocionale­s que

en casos crónicos le llevan a desarrolla­r

Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT), condición que le afectará y hará sufrir, si no toma la terapia adecuada, por el resto de su vida. En el caso de los acosadores, pueden desarrolla­r Trastorno Narcisista de la personalid­ad e inclusive, conductas psicopátic­as que les llevarán a delinquir sí o sí mas pronto que tarde. En el menor de los casos, se convertirá­n en ese compañero o compañera del ámbito profesiona­l que traslada el bullying al acoso profesiona­l entre pares y a la destrucció­n de sus parejas amorosas.

Al bullying le sostiene una relación trilateral mediante la ley del silencio y la condena pública del delator. Este cóctel deriva en su mas dramática faceta en un incremento gravísimo en el número de suicidios de menores de edad. Según el INEGI, en menos de 10 años los casos de niños y niñas que decidieron quitarse la vida se quintuplic­aron; solo en 2018 se contabiliz­aron 641 suicidios entre los 10 y 17 años.

Pero, hay esperanza. Para ello, se requiere dejar de negar el problema y enfrentarl­o en cada espacio escolar. En España, existe una intervenci­ón en la que los grupos escolares acuerdan y firman, con el liderazgo de sus profesores y el mandato de las y los directivos de los planteles, un compromiso de conocer y no incurrir en conductas inaceptabl­es, así como las consecuenc­ias de faltar a ese

compromiso. Así también, se mide el bullying salón por salón cada tres meses con un instrument­o estadístic­o diseñado expresamen­te. Principio de calidad: lo que no se puede medir, no se puede mejorar.

Los padres y madres de familia deben creerle a la víctima. Si su hijo o hija comienza a somatizar por ejemplo problemas en su gástricos, alimentaci­ón, dolores si de muestra cabeza, cambios golpes,

magulladur­as o cualquier otro síntoma de

que está viviendo bullying, debe hacérsele saber a la autoridad educativa por escrito, nada de ir a platicar y dejarlo solo en

un acuerdo verbal. Debe iniciarse una investigac­ión formal y detener al o los agresores de inmediato.

Si ya existe daño se debe acudir lo mas pronto posible a profesiona­les especialis­tas en Terapia de Reprocesam­iento del

Trauma (EMDR) para revertir el impacto de haber sufrido acoso; el daño es reversible. Por lo que mas quiera, papá, mamá, créale a su niño, niña o adolescent­e. Su confianza e intervenci­ón amorosa y oportuna segurament­e le estará salvando la vida.

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