“Coco” aún espera a su dueña fallecida
El can acude todos los días al nosocomio y se postra frente a la sala de urgencias
Tras la muerte de su dueña, acaecida hace ocho meses, “Coco” -un perro de media cruza de Schnauzer- se convirtió en un residente más del Hospital General de Huamantla.
“Coco” vivía con una familia en Huamantla y desde cachorro fue adiestrado, de ahí que aprendió las órdenes de manera eficaz.
María N., la jefa de esa familia, era quien se encargaba de procurarlo en sus primeros meses de vida. “Coco” era muy inteligente y leal, por lo que correspondía lamiendo la mano de su dueña.
Una tarde de mediados de enero de este 2021, durante la segunda ola del nuevo Coronavirus, la mujer de unos 65 años de edad resintió los síntomas de contagio del mortal virus. Ante ello, sus familiares la trasladaron al Hospital General de Huamantla al ser reconvertido para el tratamiento de esta enfermedad del siglo XXI.
De acuerdo con el reporte del área de vigilancia del nosocomio, María N. no soportó la fuerza del virus SARS-CoV-2 y falleció de un paro respiratorio, tras ser intubada.
El día de su ingreso, su mascota la siguió hasta el área de urgencias del nosocomio y, desde entonces, se convirtió en un nuevo inquilino donde laboran más de 400 trabajadores.
Dos enfermeras son las encargadas de procurar a la mascota, le compran ropa, croquetas y le dan premios cuando obedece. De hecho, hasta se cooperaron para adquirir una casa de madera donde se protege del frío y de la lluvia.
“Las enfermeras gemelas le traen croquetas, lo llevaron al veterinario para que le aplicaran sus vacunas, al inicio nos extrañó su estancia, pero ahora ya vive en el exterior, junto con personal sanitario que atiende casos de Covid-19”, explicó un oficial de complexión robusta, recientemente despedido.
Coco, un animal de extensa pelusa y bigote, ayuda a elementos de la Guardia Nacional, quienes custodian el reconvertido hospital, que ya tiene un 90 % de camas en uso.
Sin embargo, todos los días acude a la puerta de urgencias del hospital para postrarse y ahí se le ve triste y decaído, cuando recuerda que por esa puerta ingresó su dueña para no salir nunca.
La policía de seguridad privada también lo cuida, aunque la mascota vive con una hembra de mayor edad que llegó de la calle.
Cuando las enfermeras lo llaman a comer, el perro -de unos dos años de nacidoles agradece meneando la cola, siempre a la espera de que su dueña salga y regresen juntos a casa; por ahora es su nuevo hogar, pues nadie lo ha reclamado.