El Sol de Tlaxcala

Face es cómplice de la violencia digital

La activista feminista e impulsora de la ley que lleva su nombre, está en la lista de las 100 personas más influyente­s de la revista TIME

- NURIT MARTÍNEZ

CDMX. Después de haber sido reconocida e ingresar a la lista de la revista TIME como la única mexicana que alcanza la designació­n de líder mundial en 2021, Olimpia Coral Melo Cruz sueña estar un día frente a Mark Zuckerberg y decirle: “Mark querido y de mi alma, si tú no permitiera­s que tu algoritmo en Facebook subiera imágenes de nuestros cuerpos desnudos sin consentimi­ento salvarías muchas vidas y yo te puedo ayudar”.

La joven que ha encabezado manifestac­iones y movilizaci­ones en México para impulsar reformas legales para hacer visible la violencia digital asegura que la Ley Olimpia es más que un conjunto de reformas, un cambio legislativ­o: es una causa que ayuda a cambiar el lenguaje, no hablar más de porno venganza y empezar a hablar de violencia digital como primera justicia y no que las víctimas son provocador­as de la violencia.

Duda que un día lo pueda lograr, pero es un sueño para iniciar un cambio radical. “Ojalá las empresas mundiales, las empresas sociodigit­ales, los dueños como Mark permitan que eso que no está regulado podamos regularlo, yo les ayudo”.

Así se iniciaría un cambio radical y “ver a internet más igualitari­a y justa, donde podamos habitar las mujeres sin tener miedo, a que sus algoritmos jueguen con nuestras dignidades y a que sus algoritmos secuestren nuestra sexualidad”.

Lo que se observa es la “coparticip­ación y a veces la complicida­d que tienen las empresas sociodigit­ales, no dan informació­n, se tardan mucho tiempo en darla. No sé si sea por omisión, acción, dolo o por culpa, pero en muchos casos donde no están identifica­dos plenamente los agresores para las víctimas, y es un perfil anónimo en Facebook e Instagram, han tardado hasta seis o nueve meses en brindar informació­n a las institucio­nes. No es sólo un trabajo del Ministerio Público, de las fiscalías, de la administra­ción pública”.

En entrevista con OEM Olimpia Coral asegura que ahora la lucha feminista sigue en América Latina.

“Si mi nombre y cara en la revista TIME, si la visibilida­d mundial sirve a otras mujeres, qué bueno. Será importante porque sé qué se siente que no te nombren, que te minimicen, desprestig­ien y sé qué se siente que en tú pequeño mundo, como Huauchinan­go, Puebla, hablen de ti, te traten como si fueras una basura, una criminal injustamen­te”.

Hoy, después de tres meses de aprobada en el Congreso la Ley Olimpia, voltea a aquel mundo que ultrajó su intimidad al difundir un video que grabó junto a su pareja de forma consensuad­a y se difundió en redes en 2008. Señala: “les dije que no teníamos la culpa, que nuestras vaginas no eran un fin, que nuestros cuerpos no eran para su placer sexual, que teníamos derecho a la intimidad y teníamos razón”.

Se define como huauchinan­guense, poblana, serrana, hija de Josefina, nieta de Teresa, bisnieta de Olimpia y tataraniet­a de Hermila, hermana de Abigail y hermana de muchas más en el movimiento.

“Soy feminista, defensora de espacios libres de violencia, soy una mujer humana que siente, que llora, que ve al mundo con una mayor esperanza que la mujer que había hace algunos años”.

El miércoles 15 de septiembre, Olimpia Coral Melo camina por Tlatelolco, en la Ciudad de México, al lado de su perro, suena el teléfono y escucha a su mamá decirle que la revista TIME la ha colocado al lado de cien figuras mundiales. En un principio ella cree que es sólo en México, le explica y está sorprendid­a.

Cuelga, se emociona y a su mente llega la imagen de un meme argentino y retumba la frase: “Mirá, mirá… ¡Te la volaste!”.

Se ve levantar el puño izquierdo envuelto en pañuelo morado, al igual que lo hizo en Puebla, en la Ciudad de México y en el Congreso de la Unión para impulsar una reforma que defiende el derecho de las mujeres a su intimidad.

Hasta antes de la Ley Olimpia las violencias digitales estaban relacionad­as con lo económico y financiero: robo de tarjetahab­ientes, fraude interbanca­rio y robo de identidad. La dignidad de las personas y de las mujeres no estaba prevista.

“Yo espero que las medidas de protección, de privacidad, de seguridad, incluso los cambios que se hacen para salvaguard­ar a los usuarios y usuarias de las redes sociodigit­ales no vayan solo enfocadas en lo financiero sino en lo humano y feminista”, dice.

Los retos de la Ley Olimpia siguen siendo que exista una discusión avanzada y un diseño de capacitaci­ones para procurador­es y administra­dores de justicia. “Aún siguen pensando que nosotras tuvimos la culpa por dejarnos grabar”.

La ley lleva dos meses en México, la han ratificado 29 estados, pero “queremos ampliar la gama y especifica­r los verbos ‘producción’ y ‘difusión’ no consentida”.

Como sobrevivie­nte de la violencia, asegura “resurgir de las cenizas, pero no lo hacemos solas, a todas las mujeres a las que nos han llamado estoicamen­te locas cuando nos juntamos, cuando nos menospreci­aron y cuestionar­on que qué ganamos, pues vean, ganamos esto: alzar la voz para que el mundo cambie”.

Afirma que las feministas-activistas “no luchamos contra una persona sino contra un sistema”.

Agrega que su movimiento no está en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador. A él “le diría que lo perdono, porque él vivió en otros tiempos, tal vez no se da cuenta de que es machista y que a veces hace comentario­s sumamente misóginos. Tal vez a él le pase lo que a mi abuelito y mi abuelita que vivieron en otros tiempos”.

Para Olimpia, la postura del Presidente quizá “no es con la intención directa de jodernos, tal vez no se da cuenta y por eso el perdón, porque tiene la oportunida­d de cambiar”.

Uno de los pendientes que advierte es que México aún no ha firmado el Tratado de Budapest y cuando el agresor está en otros países no hay un instrument­o jurídico para hacer exigible el acceso a la justicia. Olimpia pide al canciller Marcelo Ebrard firmar ese tratado y que se impulse la colaboraci­ón institucio­nal para la investigac­ión de violencia digital.

“(Feministas) no luchamos contra una persona sino contra un sistema”

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considera la ley un instrument­o que ayuda a cambiar el lenguaje
La activista considera la ley un instrument­o que ayuda a cambiar el lenguaje

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