El Sol de Tlaxcala

El Pacto de Caballeros fue enemigo de los futbolista­s en México

- / BRIAN SALES

Alguna vez existió transparen­cia

dentro del futbol mexicano a la hora de las negociacio­nes de futbolista­s. Sin embargo, aunque no se tiene la fecha exacta de cuándo inició, se hizo famoso el “Pacto de Caballeros”, mismo que empoderaba, aún más, a los dueños y dirigentes de los equipos. Si un equipo quería adquirir a un futbolista, tenía que negociar con el club y darle una suma de dinero del traspaso aunque ya no tuviera contrato. Incluso se tenía que pagar aunque el futbolista estuviera en otra federación, pero si pasó por un equipo en México, se tenía que pagar. Dicha cuestión mermó los derechos de los futbolista­s durante muchos años, hasta que llegó su fin.

El Pacto de Caballeros no sólo es lo que ya se comentó en el párrafo anterior, sino una serie de prácticas en las que el jugador/trabajador siempre perdía. Como la ley no escrita de un casino: la casa siempre gana. Si un jugador que estaba en Pumas, ya no tenía contrato y quería firmar con el Cruz Azul, los cementeros debían desembolsa­r una fuerte suma al club en el que estuvo por derechos de formación y generación de talento. Con este intercambi­o monetario, el futbolista debía ceder un porcentaje de su “prima de fichaje” para permanecer en el futbol mexicano o deberían salir del país.

Los jugadores, además de perder en el tema económico, no tenía ni voz ni voto. Con dicha mala práctica, decenas de jugadores fueron obligados a jugar en equipos que no querían y aceptar sin reclamar cualquier movimiento que deseara el club dueño de sus derechos federativo­s. Si no, la consigna era “te voy a aplicar el Pacto de Caballeros”. Entre muchas de sus mañas, el jugador era bloqueado del balompié nacional y sólo podía buscar equipo y jugar en el extranjero.

Estas prácticas nos llevaron al Draft, que era el evento en el que todos los dueños y directivos del futbol mexicano negociaban entre ellos traspasos de jugadores. Se señaló que los últimos en enterarse eran los propios futbolista­s. para permitirle jugar.

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