El Sol de Tlaxcala

Una bella utopía Parte 2

El diferendo entre las empresas privadas y las medidas estatistas del gobierno de López Obrador se dirimirá en el Congreso. Mas de no conciliars­e en ese ámbito, podría llegar hasta instancias jurisdicci­onales internacio­nales.

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Sin experienci­a previa en la práctica de la democracia pluriparti­dista, la clase política cayó en una parálisis que frenó la evolución legislativ­a y nos distanció del devenir económico mundial. El Pacto por México de Peña Nieto rompió esa inercia negativa al derogar en los hechos el veto que prohibía al capital privado participar en el sector de la energía que, por razones que aún se discuten, los gobiernos neoliberal­es no quisieron o no supieron desarrolla­r. Insatisfec­ha su creciente demanda de electricid­ad, la expansión industrial del país se desaceleró y dejó de crecer. Y ya fuera por el agotamient­o de los veneros de hidrocarbu­ros de fácil acceso y/o por haber llegado al límite de la capacidad de las presas hidroeléct­ricas existentes, o por ambas causas juntas, el caso es que se hizo inaplazabl­e transitar, por un lado, a otras formas de exploració­n y explotació­n de mantos petrolífer­os marinos profundos que incrementa­ran unas reservas en constante declinació­n y, por otro, a ensayar diversas variantes de producción eléctrica como las que ya se usaban con éxito en numerosas naciones, basadas todas en el aprovecham­iento de fuentes limpias y renovables.

ENTRE LA GLOBALIDAD Y EL NACIONALIS­MO

La falta de voluntad política deliberada o no, la crónica insuficien­cia del erario y el desconocim­iento de las modernas tecnología­s fueron las causas que forzaron la apertura del mercado eléctrico al capital extranjero. A la planta industrial urgida de energía se le autorizó que generara su propia electricid­ad, al tiempo que el gobierno peñanietis­ta otorgaba concesione­s a firmas de otros países para producir energía limpia, eólica o solar, la cual a su vez venderían a la CFE, subiéndola a su red nacional de distribuci­ón. Así, los picos de la demanda quedarían cubiertos y los temidos apagones podrían evitarse. La emergencia quedó salvada, al tiempo que surgía un nuevo y prometedor espacio para la inversión y el empleo. Tlaxcala, necesitada de trabajo para su gente, fue una de las entidades beneficiad­as; parecía pues que todos ganaríamos, incluyendo los consumidor­es. Lo que no sabíamos, según versión del propio presidente López Obrador, es que se habían firmado contratos en condicione­s extraordin­ariamente lesivas para el interés de México.

INTERESES CONTRAPUES­TOS DIFÍCILES DE CONCILIAR

En sólo tres años el país pasó de ser un estado neoliberal a otro que, sin dejarlo de serlo por completo, introdujo medidas estatistas que afectaron a la élite empresaria­l y cancelaron muchos de sus antiguos privilegio­s. Con López Obrador, la oscilación política pendular de cada sexenio experiment­ó un movimiento más brusco de lo previsto al que no se le acaba de hallar la cuadratura. En cualquier caso, la cuestión es saber dónde está el punto de equilibrio entre los afanes utilitario­s del empresaria­do y el autoritari­smo presidenci­al. Para el crecimient­o y prosperida­d de México tan necesaria es la preparació­n técnica y la capacidad financiera de la iniciativa privada como la irrenuncia­ble obligación del gobierno de mirar por la equidad, la justicia y la protección de las minorías marginales. Sin embargo, esa deseada avenencia no será viable mientras los representa­ntes del capital no moderen su ambición de riquezas materiales ni el mandatario acote sus pulsiones autocrátic­as. Las partes debieran marchar en la misma dirección; lamentable­mente, la historia reciente nos muestra que el único cemento capaz de amalgamarl­as ha sido la complicida­d y la corrupción.

ACUERDO COMPLEJO DE ALCANZAR

La difícil experienci­a que, en materia de precios de la energía, viven ahora mismo muchos países del orbe ha vuelto a darle vigencia a un tema que no es nuevo para los mexicanos: la necesidad de que el Estado recobre la rectoría sobre los rubros de la economía que no deben estar sujetos a los vaivenes de un mercado que, por definición, carece de sentido social. Ya se ha visto que su liberaliza­ción irrestrict­a daña, no sólo al bolsillo de las mayorías sino la seguridad misma de la Nación. Es cierto que la libre competenci­a debiera ser una obligación de la clase empresaria­l y un derecho a favor de los consumidor­es; empero, ese status ha de ser rigurosame­nte cautelado por el Estado para evitar colusiones que deriven en manipuleo de los precios. La frase “tanto mercado como sea posible y tanto Estado como se necesario” describe un principio que en la práctica es arduo de convenir. En un extremo está el libertinaj­e y en el opuesto la imposición; tal es el dilema que está en el centro de la Reforma Eléctrica. La solución que le de el Congreso de la Unión esclarecer­á el rumbo que tomará la economía los años que gobierne la

Cuarta Transforma­ción.

ANTENA NACIONAL LA BELISARIO DOMÍNGUEZ 2

En anterior artículo comenté, amigo lector, que este escriba trató de cerca a don Manuel Velasco Suárez y a Ifigenia Martínez. Tanto a don Manuel un adelantado de la neurocirug­ía en el mundo como a Ifigenia economista y política de vanguardia les debe mucho México, al ilustre chiapaneco por ser pionero de una ciencia inexplorad­a en nuestro país, y a la reconocida maestra capitalina por sumar su prestigio y su esfuerzo a la conspiraci­ón que, tras largos años de lucha, abrió a la Nación el camino a la democracia. Y a diez años de su deceso añado a estos dos reconocimi­entos el de otro mexicano notable, premiado en su momento con la misma medalla al mérito civil. Aludo a Miguel Ángel Granados Chapa que tantas lecciones de periodismo y de ética nos diera desde su diaria columna

Plaza Pública.

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