El Sol de Tlaxcala

RUGIO LA CDMX

DELEITÓ A LOS AFICIONADO­S EN PASEO DE LA REFORMA CON EL ESPECTÁCUL­O QUE BRINDÓ

- POR MARCO MONTOYA

Sergio Pérez se apoderó de la Ciudad de México por una mañana.

Su espectácul­o en el Show Run de Red Bull capturó a más de cien mil aficionado­s que disfrutaro­n de la exhibición sobre un abarrotado Paseo de la Reforma.

Checo dio el banderazo de salida rumbo al Gran Premio de México, pilotear ante sus compatriot­as en el corazón capitalino, en un ambiente similar al que se tendrá en el Autódromo Hermanos Rodríguez, dejó claro que detrás de él todo el país lo respalda.

El camino hacia la victoria o el podio comenzó en una de las arterias viales más importante­s de la CDMX.

El público esperó desde la madrugada para ver al tapatío en acción durante tres cuartos de hora. En bloques de 15 minutos, el piloto de la escudería austríaca puso la demostraci­ón sobre el asfalto del mítico RB7, modelo con el que Sebastian Vettel se coronó campeón del mundo en 2011.

De pie, con niños en hombros, sobre bancos, arriba de las banquetas, de árboles, los asistentes se las ingeniaron para observar aunque sea un poco del vehículo. Para quienes no alcanzaron un lugar aceptable, sólo quedó ver la acción en las pantallas y escuchar el rugido del motor a la distancia.

Pérez se tomó el tiempo de saludar a los asistentes, durante su llegada, recorrió la pista en un vehículo. Su improvisad­o garaje se colocó en el área de la Diana Cazadora, desde allí dio vueltas a máxima velocidad hasta el Ángel de la Independen­cia.

El rugir de su motor rompió el silencio que generó la expectativ­a. La primera tanda fue sólo un calentamie­nto, dio cuatro vueltas en las que puso a tono las ruedas para lo que estaba por venir. El coreo ‘Checo, Checo’ se escuchó tan fuerte como la potencia de su monoplaza.

Para la segunda ronda, la intensidad aumentó, la unidad de potencia del RB7 se puso

3 HORAS DURÓ EL SHOW RUN DE CHECO 45 MINUTOS PASÓ CHECO SOBRE EL ASFALTO

a trabajar y el grito pasó a ‘donas, donas’,

Checo escuchó las peticiones, las esperadas donas llegaron.

Al público en el Ángel le tocaron los primeros giros en círculo. Como nunca, el olor a llanta quemada producido por el humo se disfrutó. Después de cinco vueltas, tomó un descanso, el gran final estaba por llegar.

Checo regaló una serie más de vueltas a su público hasta que le mostraron la bandera a cuadros.

Cuando se bajó de su auto se pudo apreciar una indumentar­ia especial para la ocasión, su trajo pasó del azul que utiliza cada carrera, a uno inspirado en mariachis.

Su actuación había terminado, pero se dio tiempo de caminar algunos metros de la pista callejera para despedirse de sus connaciona­les.

El tapatío portó una bandera de México en la espalda y se marchó. Todo concluyó con el Cielito Lindo.

El espectácul­o del ShowRun fue su último evento antes del Gran Premio en el Autódromo, llegó la hora de la verdad para Checo, la próxima vez que se suba a un vehículo, será en las prácticas libres del viernes, en el Autódromo Hermanos Rodríguez.

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El volante mexicano, de Red Bull, hizo vibrar a los miles de fans a bordo de su monoplaza.
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