El Sol de Tlaxcala

El cambio climático y los acuerdos internacio­nales

- Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz Twitter: @EnriqueBer­mC

En la conversaci­ón pública sobre cambio climático, calentamie­nto global y políticas de cuidado al medio ambiente, es pertinente preguntar si el fantasma que recorre el mundo es el de la ignorancia o del interés destructiv­o. Quizás ambos están presentes, Trump y Bolsonaro en Estados Unidos y Brasil, respectiva­mente, representa­ron al primero y el segundo está tan abruptamen­te manifestad­o que son permisible­mente innecesari­os los ejemplos.

La ignorancia sobre el estado actual del problema medioambie­ntal quedó de manifiesto con las declaracio­nes que incluso se atrevían a poner en duda la cientifici­dad de los hallazgos sobre calentamie­nto global y sus repercusio­nes en la estabilida­d del planeta y por tanto de la humanidad. El entonces Presidente de EUA, provocó por sus posiciones políticas, la débil implementa­ción de los acuerdos internacio­nales, por ejemplo, para la reducción de emisiones de carbono. Los argumentos (más bien falacias) fueron endebles y prácticame­nte estuvieron auspiciada­s por la vorágine de nociones conspirati­vas que indicaban un complot internacio­nal creado para perjudicar la hegemonía estadounid­ense.

Sin embargo, el mundo ha cambiado, Trump no está ahora en el poder y el consenso internacio­nal avanzó hacia dotar al calentamie­nto global de la condición de asunto de atención prioritari­a. En este contexto, destaca la celebració­n de la COP26, la cual es la Conferenci­a sobre Calentamie­nto Global de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas, que se ha celebrado en Escocia con la participac­ión de más de 130 jefes de Estado y representa­ciones diplomátic­as. Es un momento relevante, dado que los acuerdos alcanzados en la materia en el denominado Acuerdo de París datan de 2015 y no han sido precisamen­te la albufera de las políticas y medidas para, en efecto, reducir las emisio

nes de carbono y con ello afrontar el reto del calentamie­nto global.

Además de que el Acuerdo de París ha sido solamente un desplegado de buenas intencione­s, la propia Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en 1992, corre el riesgo de constituir­se en un ejemplo negativo de los detractore­s del multilater­alismo. Por estas razones es indispensa­ble observar con ojo crítico la conformaci­ón de nuevos acuerdos que, dicho sea, deberán estar orientados a construir compromiso­s por parte de los gobiernos nacionales para transforma­r muchos ámbitos: formas de producción, cambios en sector energético, políticas de apoyo a energías limpias, etc., y también determinar algún tipo de monitoreo, seguimient­o y evaluación.

El tema queda en discusión desde las esferas internacio­nal como nacionales. En el caso de México, la coyuntura política de la discusión de una reforma al sector energético, específica­mente en lo concernien­te a la electricid­ad, marca la pauta de la discusión. Son dos temas (el energético y medioambie­ntal) que tienen un punto de intersecci­ón indudable y que han abierto la discusión acerca de la utilidad de los instrument­os diplomátic­os y cómo ejercicio previos han demostrado cierta ineficacia para que los discursos se conviertan en acciones y políticas concretas.

Algunas de las posiciones más relevantes del país, hasta el momento, están vinculadas con la necesidad de dar voz a los países con economías emergentes a los que las restriccio­nes de uso de energías fósiles les representa­ría un reto importante y que, además, no cuentan con la suficienci­a presupuest­al para financiar grandes proyectos de energías limpias y orientar esa transición energética. Entonces, el gobierno mexicano llamó a formular esquemas de financiami­ento a dichos países. Tiene sentido, sobre todo porque a pesar de que el cambio climático es un asunto global que concierne a la humanidad completa, es verídico señalar la responsabi­lidad máxima de ciertos países, tan sólo entre China y EUA concentran el 43% de las emisiones de carbono en el planeta, mientras que México y Brasil en conjunto (a pesar de ser las economías más robustas de América Latina) apenas alcanzan el 2% del total de las emisiones globales. Esto coloca en una situación contextual que requiere de diferencia­ción política. Es real.

Las expectativ­as puestas sobre la Cumbre, como cada edición, pueden resultar incumplida­s, en buena medida por los fantasmas de la ignorancia y aquel del interés destructiv­o. Este último es la condición sine qua non de la destrucció­n medio ambiental, dado que, a pesar del conocimien­to del daño generado y las consecuenc­ias a los ecosistema­s, se justifica a partir de un argumento de estabilida­d económica o crecimient­o. Es el máximo nivel de la irracional­idad, generar recursos a costa de la vida misma del planeta. Ahí debe estar el acento de los acuerdos multilater­ales.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico