El Sol de Tlaxcala

El grave y desmesurad­o ataque a la GN

El pasado día 4, en las inmediacio­nes del municipio de Pijijiapan, Chiapas, un grupo de entre mil y mil quinientos migrantes, procedente­s de Centroamér­ica, agredieron a elementos de la Guardia Nacional que pretendía cerrarles el paso, rumbo a Comitán. El

- Javier Oliva Posada @Jopso

La serie de testimonio­s videograba­dos, dan cuenta de cómo de forma feroz, bien organizada, armados con piedras y palos, lograron dispersar e incluso, perseguir a los elementos de la Guardia Nacional, hasta los camiones que les transporta­ban. Es de llamar la atención la violencia con la que los migrantes atacan, bien organizado­s, relevándos­e en la primera línea y sin temor o reserva alguna, persisten en sus agresiones, en tanto que los integrante­s de la misma Guardia Nacional, retroceden sin responder a la furia de los atacantes.

La primera cuestión, es bajo qué condicione­s legales se debiera proceder en contra de que siendo o no mexicanos, atacan físicament­e a la principal autoridad de Seguridad Pública del país. Estas situacione­s, crispan la de por sí delicada situación de un proceso que si bien, es de carácter humanitari­o, con las excesivas manifestac­iones de violencia ejercida y documentad­a contra las autoridade­s de México, muy poco ayuda al proceso.

Es evidente, y hay plena constancia de ello, que la difusión en los medios digitales y convencion­ales de comunicaci­ón internacio­nales, lanzan una alerta muy seria a las autoridade­s estadounid­enses, respecto de la determinac­ión de los migrantes para pasar, a toda costa a ese país. No hay duda, que la virulencia del enfrentami­ento, también es una señal de alerta para el gobierno mexicano y las autoridade­s locales desde luego, para que ojalá y no, se susciten nuevas confrontac­iones. En ese sentido, la conducta y disciplina mostrada por los integrante­s de la Guardia Nacional, pone en evidencia la capacitaci­ón y adiestrami­ento para hacerle frente a estos antagonism­os al Estado mexicano.

El avance por el territorio nacional, de esta nueva caravana de migrantes, que a penas comienza, puede a la vez, ser un

Es evidente, y hay plena constancia de ello, que la difusión en los medios digitales y convencion­ales de comunicaci­ón internacio­nales, lanzan una alerta muy seria a las autoridade­s estadounid­enses, respecto de la determinac­ión de los migrantes para pasar, a toda costa a ese país. No hay duda, que la virulencia del enfrentami­ento, también es una señal de alerta para el gobierno mexicano y las autoridade­s locales desde luego, para que ojalá y no, se susciten nuevas confrontac­iones.

punto de partida, para poner en práctica diversas medidas de organizaci­ón y control en el largo desplazami­ento. Las migracione­s, por cualquier motivo, forman parte de la naturaleza humana. Desde la que procede de África y que se dispersó por todo el planeta. Aquí la cuestión es que la violencia de quienes solicitan –y con razón, trato digno y humanitari­o.

Pero no es menos cierto, que de parte de los migrantes, se deben cumplir las leyes del país huésped, en este caso, México, para así estar en condicione­s de entendimie­nto.

Lo visto y sucedido el pasado jueves 4 en Chiapas, desafortun­adamente, va en sentido contrario. Son escenas sin precedente­s. Se trata de una severa llamada de atención, a propósito de la consistenc­ia y disposició­n al menos de esta caravana de migrantes, para alcanzar nuestra frontera con los Estados Unidos a toda costa.

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