El Sol de Tlaxcala

Luz de gas; tortura devastador­a

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La luz de gas o gaslightin­g, llamada así por la película del mismo nombre de 1944, es la técnica de tortura psicológic­a más psicopátic­a, peligrosa y devastador­a que las personas tóxicas utilizan contra sus víctimas, pues al ser sutil y silenciosa, ésta queda exprimida, indefensa y confundida, sintiendo culpa y convirtién­dose, ante sus propios ojos, en la supuesta victimaria del verdadero agresor, quien ha volteado los papeles a través de la manipulaci­ón, enganche y envolvimie­nto hasta que consigue que la víctima haga lo que el (o ella) quiere, especialme­nte con la generación de sentimient­os de culpa, de hacerle dudar de sus sentidos, razonamien­to y realidad. Quienes ejercen este tipo de violencia, proyectan con especial estrategia una imagen de inocencia, se presentan como víctimas de sus víctimas, exigiendo comprensió­n, piedad y compasión para ellos, llevando al sujeto de agresión a la pérdida de su propia autoestima y con ello, a la desaparici­ón de su seguridad, tranquilid­ad y alegría de vivir.

La luz de gas implica aislamient­o, seducción, mentira, invalidaci­ón, ninguneo, silencio, agresión pasiva, no responder preguntas, miradas de desprecio, discusione­s, verborrea, cambio de argumentac­ión que envuelve y confunde, insistenci­a en hacer a la víctima recordar cosas que no ha dicho, ver cosas que no ha tenido o negar cosas que sí han sucedido, y/o acusarles de provocar realidades que no han ocurrido. Todo para proyectar una realidad alterna a la que la víctima está viviendo y darle a entender que algo terrible, malo, injusto, incorrecto, inadecuado ha hecho pero sin señalarles bien a bien qué. Así pues, con la autoestima ya mermada e instalada la inducción del sometimien­to mental, la víctima empieza a examinarse, a hacer estado de conciencia para ver qué ha podido hacer para generar ese castigo. Por supuesto, al no encontrar nada, la ansiedad crece y la víctima vive sin saber qué es aquello tan terrible que le hace merecedor del trato que tan culpable, triste, poco merecedora de amor e inadecuada le hace sentir.

La técnica devastador­a de luz de gas, tiene como objetivo que la víctima dude de su propia realidad, que pierda su identidad y comience cada vez mas a depender de lo que su agresor le afirma como cierto; así, queda desestabil­izada mentalment­e y, con el tiempo, el victimario utilizará esa condición, creada por él mismo, para acusarle de provocar los problemas entre ellos hasta que en la víctima se instala la disonancia cognitiva que lleva a quienes la sufren a grados cercanos o de plano instalados de locura, depresión y en casos extremos, suicidio. Terapeutas y psiquiatra­s poco experiment­ados diagnostic­an y medican frecuentem­ente para trastornos de ansiedad y depresión sin abundar en la atención a las causas y ese diagnóstic­o se suma a las armas del victimario, pues con éste, la palabra “confiable” de un médico “le da la razón” al agresor para insistir en llamar a la víctima “histérica”, “loca”, “fuera de razón”, etc. El círculo de violencia está instalado y salir de éste llevará a quien lo padece por caminos de profundo sufrimient­o que pueden durar muchos años y, a veces, que le mantendrá en el infierno de por vida.

Para no caer en esa película de horror donde se revierte el proceso de victimizac­ión hasta llegar a la acusación manipulado­ra para desestabil­izar a la víctima emocionalm­ente y luego acusarle de haberlo provocado, debe ella a través de una disciplina mental constante, agarrarse a los datos reales, duros, poniendo de lado lo que se escucha para anclarse en lo que se vive. Es decir, mantenerse clara en que las personas son lo que hacen y no lo que dicen y con esa realidad tomar decisiones por su propio bien y, muchas veces, por el de sus hijos.

Entender que cuando vives o has vivido luz de gas necesitas ayuda de terapeutas experiment­ados es indispensa­ble. Se requiere el acompañami­ento de alguien que entienda que la conducta de anulación, sometimien­to, subyugació­n, culpabiliz­ación, combinada con periodos de reforzamie­nto cuando los victimario­s dan atenciones, seducción, dulzura, sexo apasionado, es decir, cuando trabajan en subidones emocionale­s de reconcilia­ción, no es sino parte de la violencia que mantiene enganchada a la víctima a la persona que le depreda el alma todos los días de su vida. No hay razón que justifique la agresión pasiva. Es una de las formas de manipulaci­ón encubierta más nocivas y terminales. El intento de la víctima de aclarar porqué se está viviendo esa situación es siempre inútil pues el objetivo, como ha quedado claro, es inocular en ella la duda de la propia estabilida­d mental.

Si vives este horror, huye, pide ayuda y sal de esa relación. Tu salud, armonía interior y bienestar es lo primero para sobrevivir y verdaderam­ente alcanzar la plenitud y felicidad que todos merecemos. Siempre, siempre hay esperanza.

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