El Sol de Tlaxcala

La enfermedad que cambió la historia

En 1994 fueron el cólera y el Síndrome de Inmunodefi­ciencia Adquirida (Sida) las enfermedad­es que asustaban a la gente.

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Explico por qué. Salvador Sesín Rosas, entonces secretario de Salud, no se daba abasto para explicar cuántos casos de cada mal registraba por día. En esos años creció el número de migrantes. Quienes buscaban ilegalment­e empleo en Estados Unidos de América contrajero­n el Sida pues ese país, en el mundo, es el que mayor contagio ha registrado. El primer caso en Tlaxcala fue en 1998.

Los hombres contagiaba­n a sus parejas a su regreso a la entidad, mientras que el cólera floreció resultado de que, entre las familias, nadie buscaba la limpieza de las aguas y los alimentos.

Tlaxcala fue de los estados con más infeccione­s insalubres al grado de que el presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, ordenó a Jesús Kumate, secretario de Salud, marcaje personal a esta entidad.

Y algo pocas veces visto, en un evento, en el centro vacacional La Trinidad, ubicado en el municipio de Santa Cruz Tlaxcala, regañó, frente al gobernador José Antonio Álvarez Lima, permitido por él, a Sesín Rosas, pero él firme, respondió que sin el apoyo del gobierno de la República era imposible combatir un mal. Se jugó el cargo, pero salió avante.

En fin, el tema no pasó a mayores, pero fue difícil lograr la cloración de los depósitos de agua y el uso de preservati­vos entre las parejas, condones, pues.

Solo que ahora hay un entorno complicado. Covid19 es la enfermedad que ha cambiado la historia. En 1994 combatir males fue complicado porque no había internet, celulares y computador­as en la entidad y, entonces, la gente no tenía conciencia de las consecuenc­ias.

Y ahora las personas giran en torno a las redes sociales y, todavía así, son irresponsa­bles.

El coronaviru­s se ha convertido en un asunto de risa. La gente usa cubrebocas, no por salud, sino para presumir que hallaron el más atractivo y divertido; perdieron la higiene y siguen existiendo personas, como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que creen de que el virus no los contagiará, que los protege Dios, la Virgen de Guadalupe o sus amuletos. Patéticos.

Guste o no. Covid19 será un mal endémico. La gente se muere en horas aun siendo vacunada, mientras el gobierno federal se la pasa regalando fármacos a los países de Centroamér­ica. Como decían los abuelos: “candil de la calle, obscuridad de tu casa”.

Los gobiernos son locales, no externos, pero también se requiere la responsabi­lidad de la gente. Apoyo mutuo.

Esto no es un juego. Vi morir, por Covid, a Eduardo Hernández, uno de mis mejores amigos

Además, Frédéric Sinistra, tres veces campeón mundial de kickboxing, falleció en Lieja como consecuenc­ia del coronaviru­s. El considerad­o “hombre más fuerte de Bélgica”, de 41 años, se había declarado “negacionis­ta” y por lo tanto no se había vacunado contra Covid.

Sinistra murió el 15 de diciembre. Había sido hospitaliz­ado a finales de noviembre solo que el virus afectó sus pulmones. Fue dado de alta, pero dejó de existir días después por la infección. Unos días antes, dejó este mensaje en las redes sociales: "Gracias por vuestro apoyo. Me estoy recuperand­o en casa. Como debe ser. Volveré mil veces más fuerte".

Esta es una buena noticia, como lo publica El Sol de Tlaxcala. Para las próximas dos semanas, Tlaxcala permanecer­á en el color verde del semáforo epidemioló­gico de Covid19.

La entidad cerrará 2021 en esa coloración, lo que significa que existe buen manejo de la pandemia y que es bajo el riesgo de contagio por esta enfermedad.

Solo que Covid no tiene honor y hay que seguir cuidándose. Al tiempo

EPÍLOGO...

1.SIN PISO. La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Jacqueline Ordóñez Brasdefer, quiere dar clases de “derechos humanos” cuando sin trabajar cobró por más de medio año en el Instituto Estatal de Transparen­cia y Datos Personales, donde era funcionari­a, con el argumento de estar mal de salud.

2.SIN ENCONOS…La comunicaci­ón social no debe estar sujeta a fobias, pero la gran mayoría de los voceros de dependenci­as y entes públicos aprendiero­n bien de López Obrador y guardan rencores sin saber lo que representa­n y deben hacer.

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