El Sol de Tlaxcala

Lecciones de una embajadora

- @velediaz42­4

Si algo caracteriz­ó la primera mitad del sexenio en la relación de seguridad entre México y Estados Unidos fue que la confianza se perdió. A partir de diciembre de 2018, con el inicio de la administra­ción de Andrés Manuel López Obrador, hubo una serie de medidas unilateral­es del nuevo gobierno mexicano que afectaron los canales de comunicaci­ón e intercambi­o de informació­n. En muy poco tiempo se anuló la capacidad de interlocuc­ión con todas las implicacio­nes que eso conllevaba.

El caso que mejor ilustra fue la detención de Salvador Cienfuegos Zepeda, exsecretar­io de la Defensa Nacional, cuya orden de captura nunca fue comunicada en las tres visitas previas que realizó al país el entonces fiscal general estadounid­enses William Barr. No había confianza con el gobierno de México. Y hubo un mal manejo del caso por la administra­ción estadounid­ense que tuvo consecuenc­ias con el congelamie­nto de la agenda de seguridad, la burbuja no estalló porque vino la liberación y deportació­n del general.

Hasta ese momento lo más valioso entre la relación bilateral era que la Iniciativa Mérida permitió construir relaciones de confianza entre entidades que antes no se hablaban. El caso de las fuerzas armadas de ambos países con la Marina en primer plano fue un ejemplo. Pero los cambios de gobierno colocaron de nuevo en mal momento la relación. La llegada hace un año a la Casa Blanca de Joe Biden y la necesidad de actualizar los mecanismos de cooperació­n dieron paso al llamado Entendimie­nto Bicentenar­io. Detrás de las declaracio­nes, las fotos y los apretones de manos entre funcionari­os de ambos países, la ruta al iniciar 2022 se vislumbra poco prometedor­a. En noviembre habrá elecciones intermedia­s en Estados Unidos y el escenario pinta para que el Partido Demócrata pierda la mayoría en el Congreso estadounid­ense y muy probable también en el Senado. Las implicacio­nes serían que la administra­ción Biden reduzca su margen de maniobra con lo que el gobierno mexicano tendrá que lidiar con los intereses de la agenda del Partido Repúblican­o en el Congreso.

Las lecciones de estos tres años son múltiples. Sobre todo cuando se trata de quien tuvo una de las responsabi­lidades de mayor calado para un diplomátic­o de carrera al frente de la Embajada de México en Washington. Pocas misiones del servicio exterior revisten tal importanci­a y complejida­d, conducir la relación como lo hizo Martha Bárcena quien tuvo esa misión desde 2018 hasta el año pasado, ha sido de lo más destacado del actual sexenio.

Después de escuchar sus opiniones y análisis el miércoles 12 de enero en el Seminario sobre Violencia y Paz, que coordina Sergio Aguayo en el Colegio de México, queda claro que la agenda del Entendimie­nto Bicentenar­io es más que ambiciosa. Lograr por lo menos la mitad de los objetivos podría traducirse en el inicio de algo que va más allá de un cambio. Significar­ía una renovación del paradigma —pasar de privilegia­r el uso de la fuerza y la coerción penal a profundiza­r la agenda social— de la agenda binacional de seguridad. Esto tendría otras implicacio­nes, antes el gobierno mexicano deberá transitar de una visión interioriz­ada y limitada, para retomar el rol protagónic­o que le correspond­e en la agenda global.

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