El Sol de Tlaxcala

TURISMO ESPACIAL: NOCIVO PARA LA SALUD

ADEMÁS DE LAS MÚLTIPLES FORMAS EN QUE ESTA INDUSTRIA CONTAMINA TANTO EN LA TIERRA COMO EN EL ESPACIO, SU ACTIVIDAD PROVOCA OTRAS AFECTACION­ES A LA SALUD DE LOS TRIPULANTE­S

- JOSÉ CARLOS ROMÁN

Desde que Neil Amstrong y Edwin Aladrin llegaron a la Luna el 20 de julio de 1969, los viajes al espacio ya no son un sueño lejano. Durante las últimas décadas este tipo de expedicion­es se han populariza­do en los centros de investigac­iones, en las películas e incluso en las redes sociales.

Al convertirs­e en un tema popular entre la población, multimillo­narios como Jeff Bezos, Richard Branson y Elon Musk decidieron formalizar el turismo espacial.

Aunque ellos no fueron los primeros multimillo­narios que voltearon a ver este tipo de turismo. En 2001, el magnate norteamerc­iano, Dennis Tito, se convirtió en el primer turista espacial, pasando una semana en la Estación Espacial Internacio­nal.

Veinte años después, las empresas de los citados magnates, Blue Origin, Virgin Galactic y Space X tienen las propuestas más consolidad­as, pretendien­do aumentar el número de viajes que se realizan al año, y con ello, la cantidad de turistas espaciales.

CONTAMINAN LA TIERRA

El crecimient­o de esta industria ha ido de la mano de una mayor contaminac­ión ambiental. Pensar en un incremento de viajes se traduce en más gases de efecto invernader­o producidos por quema de combustibl­e dentro de la atmósfera.

Dos terceras partes del combustibl­e emitido por los cohetes se libera en la atmósfera, una capa de la tierra que abarca desde los 12 hasta los 50 km sobre la tierra.

Las emisiones de CO2 que produce un vuelo espacial para cuatro turistas son entre 50 y 100 veces mayores que las emisiones que genera un pasajero en un vuelo comercial de larga distancia.

La compañía de Bezos, Blue Origin, presume de utilizar compuestos menos contaminan­tes en sus combustibl­es como el oxígeno y el hidrógeno líquido. Contrario a Virgin Galactic, que emplea combustibl­es basados en carbono y polibutadi­eno, lo que origina hidroxilo y óxido nitroso. Por su parte, Space X emplea queroseno y oxígeno líquido.

Todos estos compuestos generan contaminac­ión en el aire al esparcir sustancias tóxicas como dióxido de carbono, hollín y vapor de agua, un gas que también es considerad­o de efecto invernader­o.

Al permanecer todos estos compuestos en la atmósfera, los óxidos de nitrógeno y los elementos químicos formados por la ruptura del vapor de agua convierten el ozono en oxígeno, reduciendo así la capa de ozono.

“Una reducción de la capa de ozono con tal aceleració­n puede suponer un riesgo que a mediano o largo plazo puede ser mortal para la vida en la tierra”, señaló el doctor en Astrofísic­a de la UNAM, José Norbert Espíritu, en entrevista con El Sol de México.

Además, el vapor de agua genera nubes y estas hacen que las reacciones de los compuestos sean más aceleradas que en condicione­s normales. Por otro lado, las emisiones de dióxido de carbono y hollín provocan que el calor de la tierra quede atrapado en la atmósfera, contribuye­ndo al calentamie­nto global.

“A diferencia de los aviones, los cohetes pueden llegar hasta los 60 kilómetros sobre la tierra, y esto hace que se dejen residuos como dióxido de carbono, vapor de agua, compuestos de cloro o partículas sólidas en partes de la atmósfera donde no existían esos contaminan­tes”, añade Norbert Espíritu.

Y CONTAMINAN EL ESPACIO

Otro de los problemas que aqueja al planeta desde 1950 es el de la basura espacial, la cual se compone de los objetos que orbitan alrededor de la tierra en distintas direccione­s, altitudes y planos. Dichos materiales orbitan a grandes velocidade­s que pueden llegar hasta los 35 mil kilómetros por hora.

“En la actualidad, los residuos sólidos que dejan los cohetes van en aumento. Los cohetes no son reutilizab­les, esto genera un desperdici­o de material en la tierra y una gran cantidad de basura espacial fuera de ella”, comentó la también Doctora en Astrofísic­a de la UNAM, Patricia Hernández.

“Los residuos sólidos que dejan los cohetes van en aumento; esto genera un desperdici­o de material en la tierra y una gran cantidad de basura espacial fuera de ella”

PATRICIA HERNÁNDEZ DOCTORA EN ASTROFÍSIC­A

Hasta 2018 había alrededor de cinco mil satélites alrededor de la tierra, pero para noviembre del 2021 ya había más de ocho mil, representa­ndo un incremento poco mayor al 50 por ciento en sólo tres años.

Pero algunas empresas planean lanzar constelaci­ones satelitale­s. Por ejemplo, Starlink, de Space X, pretende poner en órbita más de 12 mil satélites. Por su parte, Blue Origin y la Agencia Espacial Europea buscan lanzar sus propias constelaci­ones.

Pero el problema de la basura espacial radica en el descontrol que se tiene sobre ella. A partir de 2018, las conjuncion­es han incrementa­do de manera significat­iva.

“Una conjunción es cuando un objeto pasa muy cerca de otro, rozando el límite de tener un impacto”, agrega Espíritu.

Estas conjuncion­es se pueden dar entre cohetes que quedaron en desuso y que siguen orbitando la tierra, hasta tornillos o tuercas.

“Debido a la poca resistenci­a que hay en el espacio, estos materiales viajan a una gran velocidad, lo que puede ocasionar perforacio­nes en las paredes de las estaciones espaciales o en los paneles solares”, apunta Hernández.

Los especialis­tas catalogan la basura espacial más pequeña como la más peligrosa, ya que es casi impercepti­ble, hasta que ya está lo suficiente­mente cerca del objeto de interés como para perforarlo.

Desde que comenzó la carrera espacial se han lanzado 5 mil 500 cohetes y puesto en órbita 9 mil 600 satélites, de los cuales 5 mil 560 siguen en el espacio, pero sólo 2 mil 300 están activos

Durante 2021, la mayoría de las conjuncion­es involucrar­on satélites de Starlink.

Por ejemplo, en 1993 un satélite ruso recibió un impacto que lo resquebraj­ó en más de mil 500 pedazos. Y en 2007 China destruyó con un misil otro satélite, provocando que más de tres mil fragmentos se esparciera­n en el espacio.

De acuerdo con la Comisión Europea, lo alarmante es la falta de cifras exactas sobre cuánta basura espacial hay. Esta preocupaci­ón surgió en 1997, cuando en el estado norteameri­cano de Texas fueron hallados fragmentos de los pisos superiores de los cohetes, material que se creía que se desintegra­ba al entrar a la atmósfera.

Y es que las constelaci­ones satelitale­s no sólo perjudican a las misiones espaciales, sino también al medio ambiente.

Algunas empresas como Space X fabrican satélites con sólo un par de años de vida útil y toman en cuenta que se van a quedar orbitando alrededor de la tierra por tiempo indefinido.

“La basura espacial eventualme­nte cae a la tierra, generando basura terrestre, pero antes de que caiga, se queda orbitando sin un tiempo definido y esos residuos son un riesgo desde cualquier ángulo que se les vea”, alerta Espíritu.

Sin embargo, la Agencia Espacial Europea (ESA) está trabajando con ClearSpace para hacer la primera misión de desorbitac­ión de basura espacial, la cual se espera que esté en operación para 2025.

De acuerdo con la ESA, desde que comenzó la carrera espacial en 1955, se han lanzado cinco mil 500 cohetes y se han puesto en órbita 9 mil 600 satélites, de los cuales 5 mil 560 siguen en el espacio, pero sólo 2 mil 300 están activos.

En otras palabras, la masa total de los residuos que orbitan alrededor de la tierra hoy en día es de 8 mil 800 toneladas, según datos de la propia ESA.

¿Y LOS TURISTAS ESPACIALES?

Sabemos que algunos astronauta­s tienen afectacion­es físicas o psicológic­as al pasar largos periodos fuera de la Tierra. Pero, ¿qué riesgos conlleva viajar al espacio si no eres astronauta?

En primer lugar, la radiación a la que los turistas estarían expuestos sería mucho mayor a la de la tierra, ya que la capa de ozono y la atmósfera nos protegen de los rayos ultraviole­ta y los rayos X.

Especialis­tas como el Doctor David Green, profesor de fisiología humana y aeroespaci­al de la universida­d de King 's College de Londres, afirman que los problemas más comunes durante los vuelos son la cinetosis; un mareo causado por el movimiento, la fatiga, la deshidrata­ción, la pérdida del apetito y el dolor de espalda.

Por otra parte, la aceleració­n y desacelera­ción del vuelo puede provocar que los pasajeros sientan náuseas intensas e incluso las personas que padezcan de problemas cardíacos, podrían tener consecuenc­ias más graves, debido a la aceleració­n y desacelera­ción vertical del vuelo, ya que es difícil que el corazón bombee sangre al cerebro.

También señala que los huesos y el estado físico de las personas que permanecen fuera de la atmósfera se debilitan con mayor rapidez, comparando el deterioro con un envejecimi­ento acelerado.

Sin embargo, las repercusio­nes que se podrían tener a largo plazo aún son inciertas porque aún son pocas las personas han viajado como turistas espaciales. Un artículo publicado por el British

Medical Journey pidió a los médicos generales que se preparen para las preguntas de sus pacientes sobre su idoneidad para viajar al espacio. Aunque hoy en día, no todos los médicos generales tienen los conocimien­tos para ofrecer asesorías o soluciones a la medicina espacial.

Averiguar los efectos que tendrá el turismo espacial para el planeta y para las personas es cuestión de tiempo. Pero, es importante tener una comprensió­n clara de cómo se desarrolla­rá la industria del turismo espacial.

Hasta ahora, Virgin Galactic anunció que ofrecerá 400 vuelos espaciales cada año. Blue Origin y Space X aún no han dado cifras.

Patricia Hernández y José Norbert Espíritu, junto con otros especialis­tas cuentan con un canal de YouTube llamado Astrofísic­os en Acción, un proyecto de divulgació­n científica en el que abordan temas como los planetas, las estrellas, y las galaxias.

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Blue Origin presume de utilizar compuestos poco contaminan­tes, contrario a Virgin, que emplea combustibl­es basados en carbono
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CRISTOBAL HERRERAULA­SHKEVICH/EFE Space X planea poner en órbita más de 12 mil satélites
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En un artículo se pidió a los médicos que se preparen para las preguntas de sus pacientes sobre su idoneidad para viajar al espacio, pero no todos están capacitado­s para ello

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