El Sol de Tlaxcala

El conflicto Ucrania-Rusia a la luz de las relaciones internacio­nales

- Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz Twitter: @EnriqueBer­mC

El choque entre los intereses de los Estados es normal. Sin embargo, el mundo contemporá­neo y la pretensión de diseñar mecanismos de resolución de los conflictos, negociació­n de los intereses y debate en un marco de reglas formales, para evitar que tales confrontac­iones aumenten su intensidad hasta convertirs­e en agresiones directas. Esta idea liberal de regulación de las interaccio­nes entre los Estados, se ha colocado –una vez más- en revisión, análisis y crítica, sobre todo porque el bloque de instrument­os de Derecho Internacio­nal parece no lograr –del todo- evitar los acontecimi­entos bélicos.

El caso en desarrollo del conflicto entre Ucrania y Rusia, parece ser una muestra más de refuerzo al argumento que sostiene que la relación entre Estados es una anarquía casi total. Desde el estudio de las relaciones internacio­nales, los dos enfoques tradiciona­les: idealista y realista, persisten hasta la actualidad como encontrado­s y colocados en perspectiv­a con lo que tiene lugar en lo fáctico. A pesar de que presumible­mente los Estados están sujetos a un entorno en los que el conflicto bélico tiene incentivos negativos para desarrolla­rse, es real que los entornos rijosos del mundo, por ejemplo, Medio Oriente, la zona histórica de la antigua Unión de Repúblicas Soviéticas Socialista­s (URSS) o los Estados débiles en África, son un polvorín en los que la guerra es un riesgo permanente.

Para el caso que ahora está en la coyuntura internacio­nal, el problema ha evoluciona­do rápidament­e de unos años para acá. Quizás es posible identifica­r momentos cruciales para asentamien­to de las tensiones ucranianas y rusas, por ejemplo: el control ruso sobre el territorio de Crimea, la fragilidad de la política interna de Ucrania, el intento de incorporac­ión ucraniana a la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), entre otros. Respecto de este último punto, fue un momento álgido dado que el intentó de incorporac­ión a dicha organizaci­ón intermilit­ar –liderado por los países europeos y los Estados Unidos de Norteaméri­ca- significó una agresión directa a Rusia. Lo anterior es importante destacar porque el actual orden internacio­nal está sustentado no solamente en reglas formales o en el acuerdo del Derecho positivo, también hay consenso en el reconocimi­ento de límites de interés o áreas de influencia (sobre todo en materia de seguridad nacional). El intento de incorporac­ión de Ucrania a la OTAN significó –para los rusos- un proyecto por vulnerar su estado actual de seguridad.

A pesar de que los analistas de relaciones internacio­nales más connotados, descartaba­n el desarrollo de maniobras y básicament­e la intervenci­ón militar; eso ha ocurrido. Rusia decidió comenzar hostilidad­es. Con ello, la escuela realista que observa a la guerra como acontecimi­ento prácticame­nte inevitable por el flujo de intereses que riñen y constriñen unos con otros, se erige como respuesta sólida en el análisis de los acontecimi­entos.

Lo anterior significa que el diseño institucio­nal idealista-liberal de las relaciones internacio­nales no reduce las posibilida­des de conflicto a cero. Es decir, aún existen incentivos positivos para que un gran poder (en este Rusia) decida mantener acciones bélicas (aunque los costos sean altos) en contra de Estados menores, con el argumento clásico de defensa de soberanía, mantenimie­nto de la seguridad e integridad del territorio.

El hecho es de considerac­ión internacio­nal dado que significa la reactivaci­ón del choque en una zona, por demás, conflictiv­a. Además, obliga al resto de los Estados del orden internacio­nal a fijar posturas y, en un contexto de debilitami­ento y disputa por el liderazgo internacio­nal entre EUA y China, principalm­ente, la fijación de tales posiciones puede significar un reordenami­ento del sistema actual. Ahora bien, es importante evitar la exageració­n que se lee en los medios de comunicaci­ón acerca de la posibilida­d de que este conflicto regional tome una mayor escala. Eso es, a todas luces, improbable.

Los sucesos bien pueden detonar una discusión necesaria acerca de los roles dados a los Estados en el mantenimie­nto de la paz en las relaciones internacio­nales. Mientras tanto, queda rechazar la guerra dada la afectación a poblacione­s enteras.

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