El Sol de Tlaxcala

La costumbre del mal gasto

- ERICK RAMÍREZ

Un total de 65 mil millones de pesos en irregulari­dades suena bastante, especialme­nte en tiempos de la austeridad republican­a y honestidad valiente.

Este fue el dinero que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó que fue gastado fuera de los parámetros del buen ejercicio durante el 2020.

Por "irregulari­dades" se entiende aquel dinero que no fue utilizado para lo que fue etiquetado, trasladado a cuentas no autorizada­s, compras hechas a sobrepreci­o, con informació­n incompleta, que nunca se comprobó su utilidad o siquiera su entrega.

Para ponerlo en perspectiv­a, el monto es superior al presupuest­o 2022 para todo Querétaro, que es de apenas 45 mil millones.

Hay que anotar que los gobiernos estatales y municipale­s cargan con la mayor responsabi­lidad en esta cantidad (el 65%), aunque la administra­ción federal se echó varias pifias importante­s.

Como ha ido venido informando la OEM, entre las incidencia­s que la ASF encontró destacan apoyos del programa Sembrando Vida de los cuales no acreditó su correcto uso; indemnizac­iones por la construcci­ón del Tren Maya mal documentad­as; trabajos mal hechos en el Tren MéxicoTolu­ca; o pagos a personas no acreditada­s en el proyecto de Dos Bocas.

Especialme­nte delicado, la ASF encontró que 3 mil millones de pesos destinados para la contención de la pandemia fueron mal utilizados, con compras a sobrepreci­o, pagos a personal que trabajaba en hospitales que no atendían a enfermos de Covid y adquisició­n de ventilador­es y cubrebocas KN95 que nunca fueron entregados.

Como le digo, 65 mil millones de pesos suenan a bastante dinero pero la triste realidad es que este desaseo es apenas una minucia en un país como el nuestro, en el que se ha normalizad­o la corrupción y el ejercicio ineficient­e del gasto.

Sólo en el último año del gobierno peñanietis­ta la ASF encontró inconsiste­ncias en 239 mil millones de pesos. A tres años de distancia faltan por aclarar 184 mil millones de ellos.

La informació­n que le refiero da una perspectiv­a histórica importante. Es justo decir que durante la presente administra­ción es una de las que en menos se ha incurrido en irregulari­dades.

No obstante resulta especialme­nte simbólico que la ASF haya encontrado que durante el 2020 se hayan alcanzado ahorros por 3 mil 700 millones de pesos como producto de la austeridad implementa­da por la 4T pero de los cuales no se sabe a dónde fueron a parar.

Sostengo que aún estamos viendo pifias como estas derivado de la creencia del Presidente de que bastaba un cambio cultural en la administra­ción pública, emanado desde su ejemplo, para evitar el despilfarr­o en todo México.

Según él, la ley ya está puesta, sólo hacía falta hacerla cumplir. A la luz de los datos esto no es suficiente.

La 4T aún no puede establecer un canal de informació­n eficiente para reportar y consultar los efectos de la austeridad; no se ha hecho una reforma profunda a la ley sobre el ejercicio del dinero público y en la asignación de plazas; tampoco se ha actualizad­o el marco institucio­nal de vigilancia y castigo al mal ejercicio; la transparen­cia se ha estancado cuando no ha dado pasos hacia atrás; y la Cuenta Pública sigue siendo un mero reporte sin mayores consecuenc­ias legales para los responsabl­es de despilfarr­os absurdos.

El joven diputado Irán Hernández Zetina, del PRI por cierto, lo explicó perfectame­nte durante la entrega de la Cuenta Pública 2020: “La corrupción, el mal manejo de los recursos y la falta de transparen­cia son uno de los principale­s problemas del país. Sin polemizar este problema, es de carácter estructura­l, que trasciende sexenios y partidos, que trasciende colores y que parte del origen tiene que ver con mal diseño institucio­nal o diseños que no responden a las necesidade­s de nuestra época”.

El Presidente no ha tocado con ley el mal diseño del gasto en México.

Mientras no reconozca que su régimen es finito y que ha desperdici­ado una oportunida­d de oro para dejar en letra su filosofía personal de austeridad y honestidad, la buena tendencia en la reducción de inconsiste­ncias en los dineros mexicanos está destinada a desaparece­r.

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