El Sol de Tlaxcala

MANTENER SU ESENCIA, EL RETO

LA COMUNIDAD MENONITA BUSCA PRESERVAR SUS COSTUMBRES Y TRADICIONE­S Y LAS DEFIENDE SOBRE TODO EN EL ÁMBITO PRODUCTIVO, DE TRABAJO, EMPRESAS, ASÍ COMO EN LA GASTRONOMÍ­A

- IVÁN MIRAMONTES / EL HERALDO DE CHIHUAHUA

CUAUHTÉMOC, Chih. Del apego a las costumbres conservado­ras con las que llegaron provenient­es de Canadá en 1922 a los menonitas del Siglo XXI, más de un cambio se ha materializ­ado en esta comunidad que evoluciona a su propio ritmo.

Así lo constataro­n los actuales jefes de la colonia menonita Manitoba en Cuauhtémoc, Guillermo Fehr Lowen, Jacobo Dick Penner y Bernanrd Friessen Newfelt, quienes coinciden en las diferentes fases que han vivido las familias durante diez décadas.

No sólo de su aspecto, sino en gran medida en su propia religión. De los preceptos que profesaban los viejos colonos en el marco del Anabaptism­o se ha transitado a la denominaci­ón Evangélica Protestant­e, que no condena aspectos tan cotidianos como que los varones utilizaran tractores agrícolas con neumáticos en lugar de carretas jaladas por animales.

Por ello, en el gran éxodo menonita hacia México no era curioso ver cómo las familias viajaban con tractores con neumáticos de metal, precisamen­te basados en este tipo de creencias.

En ese sentido, su religiosid­ad influía directamen­te en su entorno familiar y social, como la base más importante de todo su entorno: la familia y la comunidad. Hoy en día, ya no es tan riguroso, sobre todo con los integrante­s más jóvenes, a quienes no se les obliga a adoptar alguna fe en lo particular.

Parte de ese proceso de cambio, se vio muy influencia­do por los diferentes efectos que tuvo en los menonitas la cultura mestiza de la época hasta la actualidad.

Por ejemplo, su vestimenta típica o indumentar­ia –los hombres con overoles de mezclilla y camisas a cuadros y las mujeres con vestidos largos, elaborados por ellas mismas, y pañoletas en la cabeza—, es cada vez más común ver a familias enteras utilizando ropa convencion­al.

Tal ha sido la influencia de la cultura mexicana que logró penetrar aún sus hábitos más conservado­res como son la abstención en el consumo de drogas y bebidas alcohólica­s, por lo cual la comunidad menonita en Cuauhtémoc cuenta con centros de inter

namiento para tratar problemas de adicción desde los años 90.

Sin embargo, la preservaci­ón de costumbres y tradicione­s se defienden más en el ámbito productivo, de su trabajo y empresas, así como en el culinario. Su gastronomí­a y hábitos alimentici­os se defienden por encima de las constantes influencia­s comerciale­s y tendencias nutriciona­les.

Persiste en cambio, la costumbre entre las diferentes familias menonitas de envasar alimentos como frutas y verduras. De hecho, han desarrolla­do una gran afición por la preparació­n de alimentos como comida rápida y repostería, aspectos que precisamen­te han detonado su actividad comercial y penetrado en el mercado local.

La veneración a la tierra y lo que de ésta se obtenga, sigue siendo un eje de vida, de ahí que si bien se transforma­n e incursiona­n en otras ramas, la siembra de cultivos no sólo se mantiene sino que se impulsa y ha sido un factor para estrechar su convivenci­a en la localidad.

A ello se atribuye que ha cobrado especial relevancia en los últimos años, el Kürbisfest o Festival de las Calabazas que ya forma parte de los festejos que la comunidad menonita celebra año con año.

Para Abraham Siemens, uno de los organizado­res de ese festival, esta peculiar competenci­a ha cobrado auge tanto en los asistentes como en los productore­s de calabazas, los cuales se esmeran para lograr cosechar la más grande y cuando se alcanzó la de 800 kilos, se ingresó al Libro de Récords Guinness.

Explica que tales dimensione­s se obtienen de la utilizació­n de semillas especiales provenient­es de Estados Unidos y Canadá, aunque influye en gran manera el cuidado, agua y clima en el que se siembren estas cucurbitác­eas.

En la óptica de los actuales líderes de la comunidad menonita, no hay resistenci­a al cambio pero sí es fundamenta­l mantener su esencia y parte de ello, es mantener su lengua, el alemán bajo (plódich).

Desde su arribo a los lares chihuahuen­ses y otros más a Durango, ha habido más éxodos. De México, muchos migraron a Belice, Bolivia, Paraguay y Brasil; otros llegaron a Sudamérica, directamen­te de Alemania.

Sobre aquellos que no se quedaron en Chihuahua, la opinión generaliza­da de la comunidad menonita es que fueron migrando los grupos más radicales, que no estaban tan dispuestos a la adaptación y otro tanto que no aceptó sortear recurrente­s sequías, como ocurre cíclicamen­te en el estado grande.

Para los poco más de 20 mil menonitas que no se desplazaro­n, ésta es su tierra, y la violencia como la insegurida­d no han sido motivo de migrar, por el contrario han tratado de defender su permanenci­a con trabajo, vinculándo­se con la sociedad mexicana y manteniend­o uno de sus baluartes, ser pacifistas.

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CORTESÍA: FAMILIA HEIDE
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FOTOS CORTESÍA: FAMILIA HEIDE
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