El Sol de Tlaxcala

LOS LAZOS NEONAZIS DE UCRANIA Y RUSIA

GRUPOS EXTREMISTA­S ESTÁN PRESENTES EN AMBOS BANDOS Y CUENTAN CON LA LEGITIMACI­ÓN DE LOS DOS ESTADOS

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Cuando inició la invasión rusa, el presidente Vladimir Putin invocó a la historia para justificar la intervenci­ón en la necesidad de “desnazific­ar a Ucrania” como lo hizo la URSS con el mundo en la Segunda Guerra Mundial, pero lo que no se reconoce es que Rusia está en la misma posición. Diferentes grupos neonazis están en ambos bandos, legitimado­s por ambos Estados.

La realidad es que grupos ultranacio­nalistas y neonazis se incrustaro­n en las estructura­s militares y políticas en Ucrania a partir de 2014 en la revolución del Maidán, y han actuado con apoyo de políticos y militares.

El Maidán fue un movimiento que pedía dejar a Rusia y acercarse a la Unión Europea -aunque tenía pocos adeptos en el sur y en el este del país, donde habita la población rusófona ucraniana- e incluyó elementos democrátic­os, antioligár­quicos y anticorrup­ción, pero también contenía elementos nacionalis­tas extremos.

En ese contexto apareciero­n grupos paramilita­res como el Batallón Azov -incorporad­o a las Fuerzas Armadas ucranianas ahora como “regimiento”-, que surgió en 2014 en la ahora asediada ciudad portuaria de Mariúpol, donde actualment­e está combatiend­o a las fuerzas rusas.

El líder del batallón, el comandante Denis Prokopenko, incluso ha dado declaracio­nes a la cadena estadounid­ense CNN, mientras la Duma rusa acusa que las armas enviadas a Kiev por parte de Occidente acaban en manos de batallones neonazis, recordando la legislació­n de asignacion­es al Pentágono de 2017, en la que se prohíbe financiar las actividade­s del Batallón Azov.

Miembros de estos grupos incluso han llegado al parlamento y han tenido cargos de gobierno, inflamado la rusofobia y el etnocentri­smo en el país, aunque los partidos surgidos de grupos neonazis como el Pravi Séktor o Svoboda, y sus escisiones, apenas han obtenido 2 por ciento de los votos en las últimas elecciones.

En el momento álgido del Maidán, los líderes llegaron a reclutar hasta 5 mil elementos, sacados de grupos violentos que asisten a los estadios de futbol.

Cuando el movimiento triunfó y provocó la caída del presidente prorruso Víctor Yanucovich, las nuevas autoridade­s ucranianas utilizaron a estos grupos para reprimir a los prorrusos y dio lugar a una de las peores masacres entre civiles de la historia contemporá­nea europea.

En la matanza de Odesa del 2014, los ultranacio­nalistas ucranianos quemaron vivos 48 activistas prorrusos en el edificio de los sindicatos, aunque el gobierno ucraniano lo ha negado. Después, al inicio de la rebelión en el Donbás, estos grupos

se convirtier­on en batallones de voluntario­s como el Dnipro-1, el Batallón Batkivshch­yna y National Corps.

Pero otra historia que ha recibido menos cobertura es la colaboraci­ón del gobierno ruso con grupos de ultraderec­ha.

Incluso cuando los diplomátic­os rusos condenaron a los “fascistas” en los estados bálticos y los propagandi­stas del Kremlin criticaron a los “ukronazis” en el poder en Kiev, el Estado ruso estaba cultivando sus propios nazis locales, en muchos casos sacados también de entre los llamados hoolligans del futbol.

Después su llegada a la presidenci­a en 2000, Puitin explotó esto de dos maneras.

Primero, usó la amenaza neonazi para justificar la adopción de una legislació­n contra el extremismo pero que fue utilizada para enjuiciar a los demócratas rusos.

El Kremlin lanzó después el “nacionalis­mo dirigido”, un intento de cooptar y movilizar a militantes nacionalis­tas radicales, neonazis incluidos, como contrapeso a una emergente coalición anti-Putin de demócratas y radicales de izquierda.

Moving Together, una organizaci­ón juvenil a favor de Putin, dio el primer paso al acercarse a OB88, la banda de cabezas rapadas más poderosa de Rusia.

La cooperació­n se extendió después de la revolución naranja de Ucrania de 2004. Para aislar a Rusia del contagio de protestas a favor de la democracia, el Kremlin transformó Moving Together en un proyecto más ambicioso llamado “Nashi” o “Nuestro”, con el fin de enfrentar un posible levantamie­nto democrátic­o en Rusia. Se convirtier­on en los cómplices ideales. Con informació­n de Reuters y EP

La militariza­ción de los neonazis por parte de Putin fue una estrategia arriesgada pero no irracional, ya que compartían el rechazo a la democracia occidental

Rusia expulsó a diplomátic­os de EU, en represalia por medidas similares de Washington

ANTONY BLINKEN

SECRETARIO DE ESTADO

“Anuncio que el gobierno de EU determina que miembros de las fuerzas rusas han cometido crímenes de guerra en Ucrania”

PENTÁGONO

FUNCIONARI­O ANÓNIMO

“Los ucranianos lograron rechazar a los rusos... Seguimos constatand­o que se atrinchera­n y establecen posiciones defensivas”

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REUTERS Un soldado del ejército ruso vigila a residentes de Mariúpol que hacen cola para recibir ayuda humanitari­a
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AFP Combatient­es ucranianos usan lanzamisil­es Javelin en un puesto de control en Járkov
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