El Sol de Tlaxcala

Bienvenida a la Policía Militar

- JUAN VELEDÍAZ

No hay casualidad­es pero desde que la Policía Militar con uniforme de Guardia Nacional desplazó a los civiles que pertenecía­n a la Policía Federal en la vigilancia de la carreteras del país, los asaltos, extorsione­s y asesinatos se han disparado. El relato que asomó el martes 22 de marzo con el bloqueo de más de 10 horas de las principale­s rutas de acceso a la capital del país, y la paralizaci­ón de al menos una docena de vías en varias partes de la república, es que las carreteras pertenecen al crimen organizado.

Con el bloqueo la Alianza Mexicana de Organizaci­ón de Transporti­stas AC, que agrupa 80 mil propietari­os con alrededor de 400 mil vehículos, logró visibiliza­r un fenómeno que se resiste a ser tomado como “normal”. Sobre todo cuando el año pasado hubo ocho mil 762 denuncias de robo a transporte, un promedio de 730 al mes, 24 al día. Algunas empresas registran robos de mercancías dos o tres veces por semana, en algunas carreteras son elementos de la Guardia Nacional los que extorsiona­n a los choferes.

Los señalamien­tos se incrementa­ron desde que policías militares relevaron en noviembre pasado a los civiles de la vigilancia carreteras en Estado de México, Hidalgo, Campeche, Colima, Puebla, Veracruz, Morelos, Oaxaca, Chiapas y Guerrero, donde se han disparado los delitos.

Cotejar fechas de la toma de carreteras por parte de la Policía Militar con el repunte de asaltos, robos y extorsione­s es una extraña coincidenc­ia. Un dato adicional es que los robos en la región Centro, Bajío, Occidente, que comprende Aguascalie­ntes, San Luis Potosí, Guanajuato y Jalisco, han dejado también 15 choferes muertos del año pasado a la fecha.

Con la tendencia a la alza, los delitos denunciado­s en diciembre pasado rompieron récord con 790 casos, la cifra más alta en lo que va del sexenio. Los estados donde se concentró la mayor incidencia delictiva fueron Estado de México (el Arco Norte es foco rojo), Puebla y Michoacán, donde los transporti­stas que usan las vías que salen del puerto de Lázaro Cárdenas, y los que salen de otros lugares como Uruapan y Apatzingán con aguacate y limón, son pasto de la delincuenc­ia.

Los especialis­tas advirtiero­n desde el año 2020 que el despliegue en carreteras de Policía Militar con uniforme de Guardia Nacional, tras un curso exprés de dos meses, abonaría a la criminalid­ad ante la nula preparació­n profesiona­l de este cuerpo castrense creado para otros fines. Su labor primordial es dar seguridad a instalacio­nes militares, vigilar inmuebles estratégic­os y actuar en apoyo a unidades operativas al brindar seguridad logística en terreno.

Algunas unidades tienen preparació­n antimotine­s y otras materias, pero ninguna en tareas reservadas por ley a civiles como la vigilancia en carreteras.

La corriente disidente del sector transporti­sta, cuyo origen de reclamos debería estar en primeros sitios de la lista de temas en alerta para la seguridad nacional, ha escalado en fuerza y presencia y superado a la oficialist­a Canacar.

El 28 de marzo próximo habrá otro relevo de civiles por policías militares en carreteras de otras entidades, y en junio será el último. La posibilida­d de un escenario explosivo asoma ante las acusacione­s contra policías militares en labores de Guardia Nacional.

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