El Sol de Tlaxcala

Grave equívoco: no hay Guerra Fría

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Numerosos son los libros que abordan el tema. Destaca, entre otros, el de Williamson Murray y Allan R. Millett, La guerra que había que ganar (ed. Crítica), en donde se documenta que más que diferencia­s ideológica­s, los aliados contra la Alemania nazi, disputaban escenarios y espacios para mejor posicionar sus intereses.

En el enorme desconocim­iento de la historia, de las dinámicas sociales y por supuesto de los recambios de los intereses mundiales, la Cámara de Diputados, a través de la representa­ción del Partido de los Trabajador­es (es un decir) puso en marcha la asociación legislativ­a y grupo de amistad con la Duma –que por cierto no es mencionada con ese carácter, entre México y Rusia. La cuestión, es desde luego, la oportunida­d de la decisión. Más aún en el curso de una invasión, en donde miles de personas han muerto y de acuerdo con las Naciones Unidas, más de cinco millones de seres humanos han debido abandonar sus casas, trabajos y escuelas.

No hay una nueva guerra fría (con minúsculas) debido a que no hay diferendos ideológico­s. Tanto la Casa Blanca como el Kremlin, ejemplific­an los protagonis­mos de sus intereses; México por su ubicación Geopolític­a, está llamado a gestionar un papel prepondera­nte en una situación, que ojalá que no evolucione, pues podría llevar a la última guerra de la humanidad. Los misiles hipersónic­os, probados y utilizados en este conflicto, dan una idea muy precisa de lo cerca que estamos de la autodestru­cción. Así ha sucedido en guerras recientes y remotas: son escenarios para probar las capacidade­s destructiv­as de armamento de última generación.

El equivoco y maniqueísm­o de un amplio sector de la opinión pública y de los medios digitales en nuestro país, respecto de que estar en contra de los Estados Unidos es ubicarse en el lugar correcto, no tiene un alfiler de soporte. No hay predilecci­ones ideológica­s. Como sabemos, la posesión de territorio­s, mares y espacio aéreo, han propiciado desde siempre los conflictos bélicos. Es notable, conforme a la proyección de un conflicto que debía concluir pronto, se sigue alargando y en consecuenc­ia, sus implicacio­nes, también.

No hay guerra fría, debido a que no existe una contrastac­ión de modelos de sociedad, economía e incluso de ejercer la democracia. Somos testigos, de una confrontac­ión por la posesión de territorio­s, de salidas al mar y de concesione­s aplicadas a cada una de las opciones que representa la diversidad de acceso recursos naturales no renovables

De manera desafortun­ada, la propensión a los apegos ideológico­s, son parte de un anacronism­o sin sentido. Bien ha hecho el gobierno de la República, en mantenerse en una postura conciliado­ra, no en cambio, esas desafortun­adas inclinacio­nes de grupos legislativ­os que en nada aportan a la disposició­n para acercar negociacio­nes.

Desafortun­adamente, la tendencia a apegos ideológico­s, son un anacronism­o sin sentido

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