La resistencia trans en el deporte
LA EXISTENCIA DE PERSONAS TRANSGÉNERO NO ESTÁ SUJETA A LA APROBACIÓN DE NADIE, MUCHO MENOS DE GRUPOS ELITISTAS Y PREJUICIOSOS. EL TRIUNFO DE LA NADADORA LIA THOMAS ABRIÓ EL DEBATE EN ESTADOS UNIDOS
El pasado 17 de marzo, Lia Thomas se convirtió en la primera mujer transgénero en ganar un título en la División I de la NCAA (La Asociación Nacional Deportiva Colegial) en Estados Unidos. Lo hizo en las 500 yardas libres con un tiempo de 4:33.24. A raíz de esto, le han llegado incontables críticas e insultos, y una vez más se abre la conversación acerca de la participación de las personas trans en las competencias deportivas. Es momento de detener el debate acerca de este tema, pues los Derechos Humanos no están a discusión y nuestra existencia no está sujeta a la aprobación de nadie.
Una gran parte de las personas que llegan a tocar este tema, o que tienen este tipo de debates, muchas veces no tienen suficiente información tanto de los lineamientos que permiten la participación de las personas transgénero en competencias deportivas como de las personas trans como tal. Se presume mucho que las mujeres transgénero tienen ventaja física cuando esto no es correcto, ya que las competencias tienen reglamentos y mencionan, por ejemplo, que ellas deben estar bajo un tratamiento hormonal por un año antes de participar con mujeres cis. Después de ese tiempo, la testosterona baja hasta ser igual o incluso menor que la de una mujer cisgénero, su musculatura cambia radicalmente, e incluso la densidad ósea es menor. Tomemos de ejemplo a la ya mencionada Lia Thomas: antes de su transición, su mejor tiempo era de 4:18.72, después del tratamiento hormonal su récord es de 4:34.06, casi 17 segundos más. Por su parte, la mejor marca de esa prueba en la rama femenil la tiene Katie Ledecky con un tiempo de 4:24.06, diez segundos menos que lo que ha logrado Lia. Se han hecho estudios al respecto, y organismos cómo el Comité Olímpico Internacional (COI) respaldan esta información y avalan que la participación de las personas trans no va en contra de la competencia justa.
Por otro lado, a causa de los constantes ataques hacia las personas transgénero, ¿A cuántos deportistas trans les estamos cortando el camino para que se conviertan en grandes atletas a causa de los discursos de odio? En mi educación como periodista deportivo me tocó escuchar y tener que participar en debates acerca de atletas trans. Como hombre trans, ese tipo de comentarios de odio y que cuestionaban mi existencia me hicieron sentir miedo, al punto de nunca sentirme seguro de salir del clóset trans por miedo al rechazo y a sufrir agresiones o burlas. Tampoco me he sentido seguro en espacios donde se practica deporte con hombres cisgénero, debido a la masculinidad tóxica, el machismo, la homofobia y la transfobia que permea en el ambiente.
Podemos poner de ejemplo también a el estado de Texas en Estados Unidos, en donde se aprobó una ley según la cual las infancias deben practicar el deporte en la categoría de su sexo asignado al nacer, cuando a esa edad ni siquiera es válido el argumento que existen ventajas biológicas de unos cuerpos sobre otros, porque los mismos no han terminado de desarrollarse. Sin embargo, esto repercute en el desarrollo emocional y psicológico de las infancias trans, sembrando en elles un miedo basado en los prejuicios ajenos.
Podría seguir enumerando motivos por los cuales las personas trans somos sistemáticamente rechazadas, no únicamente de los espacios deportivos, sino de la sociedad en general. Sin embargo, no tenemos por qué justificar nuestra existencia, corporalidades y capacidades, pues las personas cisgénero no son expuestas al mismo escrutinio para validar su participación en cualquier espacio. Las personas trans existimos y resistimos, y no debemos pedirle permiso a nadie.