EL SECRETO MEJOR GUARDADO
María y Katerina, las dos hijas de Vladimir Putin, son el secreto mejor guardado del Kremlin. Su identidad nunca ha sido confirmada oficialmente, por lo que los propios rusos no saben ni cómo son ni a qué se dedican.
“Estoy orgulloso de ellas. Yo nunca discuto asuntos relacionados con mi familia. No se dedican ni a los negocios ni a la política. Simplemente viven su vida y lo hacen dignamente”, dijo Putin en diciembre de 2015, en una de las contadísimas ocasiones en que aludió a sus descendientes.
La última foto de Putin con sus hijas data de 2002, durante unas vacaciones en la costa. Desde entonces, María y Katerina han sido protegidas con especial celo por los servicios de seguridad rusos.
Se sabe que actualmente residen en Rusia y que desde 2014, cuando este país fue objeto de sanciones occidentales por la anexión de Crimea y su injerencia en el Donbás, han viajado en varias ocasiones a países occidentales.
Putin se casó en 1983 con Liudmila Shkrebneva, que trabajaba como azafata de una línea regional en Kaliningrado. No anunciaron su separación hasta 2013.
María, de 36 años, utiliza el apellido Vorontsova. Se licenció en biología en San Petersburgo y en medicina en una universidad de Moscú. Actualmente es accionista de la compañía Nomeko, que se dedica a la construcción de instalaciones médicas.
Katerina, de 35 años, utiliza el apellido Tíjonova. En 2018 el gobierno estadounidense la identificó como hija menor del jefe del Kremlin. Se licenció por la Universidad Estatal de Moscú, donde ejerce como directora del Centro Nacional de Reserva Intelectual, y se dedica a investigaciones relacionadas con la inteligencia artificial.
María dejó Holanda tras el derribo en 2014 en Ucrania de un avión con 298 pasajeros, la mayoría holandeses; Occidente acusó a separatistas prorrusos