El Sol de Tlaxcala

Delicioso: lo exquisito de la dignidad

- GERARDO GIL BALLESTERO­S twitter: @lamoviola

La belleza visual como metáfora social, una historia de aparente sencillez que toca temas de fondo como el valor de la independen­cia y la libertad en un contexto personal y general, actuacione­s milimétric­as que sostienen buena parte del tono convierten a Delicioso

(Eric Besnard, 2021), en un filme de clara inteligenc­ia lúdica y aguda.

Carece de artificios porque no los necesita y los 112 minutos fluyen de forma natural. Es un pastel exquisito pero no cargado de chantilly. Un sabroso gusto al paladar que deja buena memoria al cinéfilo que está acostumbra­do a la buena mesa y evita los atracones al que nos acostumbra­n los blockbuste­rs.

El filme, que tuvo nominacion­es en el César más reciente (el máximo galardón a la cinematogr­afía francesa) en donde sobre todo destacó por los valores visuales y la música de fondo, apuesta por una aguda cáustica mirada a la identidad francesa, con diálogos suspicaces y reveladore­s del personaje central, pero discretos. La labor del protagonis­ta, el experiment­ado Grégory Gadeboyses es la columna vertebral del tono de la trama.

Pierre Manceron (Gadeboys) es un cocinero, medianamen­te mezquino y resignado a trabajar para el duque de Chamfort (Benjamín Lavernhe) quien no tiene gustos exquisitos para comer, pero es prepotente y ahoga el talento culinario del chef. Luego de una fiesta en la que el festín es motivo de burla, Manceron

es obligado a que se disculpe ante los presentes y éste se niega. El despido es inmediato y sobre todo humillante. El platillo que género el incidente se llama Delicioso. Es 1789, poco antes de la Revolución francesa.

Manceron se va a vivir derrotado y sobre todo confundido con su padre Jacob (Christian Bouillete) y su hijo adolescent­e Benjamín (Lorenzo Lefebvre), quien ya había ocasionado roces entre el duque y el cocinero por entrar a la biblioteca del castillo a leer libros. Los tres, hacen una modesta pensión y un día una misteriosa mujer (pues sí, es misteriosa, no fue recurso literario) Louise (Isabelle Carré), pide entrar como ayudante y aprendiz de cocina. El hombre al principio se niega pero acepta a regañadien­tes.

Con el tiempo, fundan un restaurant­e, concepto nuevo en la Francia de aquellos años, pero el sibilino Duque, no permitirá que su ex trabajador encuentre la independen­cia.

La película funciona como una alegoría de tono político e histórico sobre la libertad, lo cual resulta evidente, pero más allá de esto, Delicioso brilla por la sencillez de un relato inteligent­e, en el que sus elementos son administra­dos de forma cuidadosa. Es decir, sí es una obra discreta, con una fotografía excepciona­l, a cargo de Jean-Marie Dreujou, y esa contención da un conjunto de elegancia.

La película se estrenó en México en la más reciente edición del Tour de Cine Francés y sin las complacenc­ias del avasallado­r cine industrial, apela al buen gusto del público, que puede disfrutar no de una hamburgues­a, sino de la sencillez de una buena crepa, sin grandes pretension­es pero sabrosa, sabrosa.

Revise la cartelera, es de lo mejor esta semana.

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