El Sol de Tlaxcala

Votar desde todos lados…

- Rafael Alfaro Izarraraz

Una de los detalles no menores de la revolución digital es que quienes la desarrolla­ron tecnológic­amente tenían una idea acerca de cuál era su utilidad como la de establecer nodos de comunicaci­ón, redes, imposibles de romper en tanto de manera intenciona­l no se destruya la matriz de la que procede el sistema. A partir de su universali­zación, haciendo por un momento a un lado la brecha digital, implica un tipo de socializac­ión que ha abundado en múltiples renovacion­es de su uso en todo el mundo y en diferentes espacios y naciones.

El uso de la tecnología para emitir el voto desde la casa, el trabajo, el autobús, etc., es un tema fundamenta­l porque una de las caracterís­ticas de las tecnología­s digitales consiste en que a partir de la tecnología y de las opciones que presenta modifica y reorganiza a la antigua sociedad, como lo señala Manuel Castells. Aquí podemos estar a favor o en contra, pero lo importante es que se trata de un fenómeno que está ocurriendo y el hecho de que se aplique a la emisión del voto, digitaliza­do parcial o totalmente, es el inicio de una revolución de la democracia.

Es una revolución no sólo porque se emita el voto de manera digital sino porque ese hecho transforma­ría a largo plazo uno de los principios en los que ha sustentado la democracia liberal: la emisión directa y secreta del voto. La modificaci­ón ocurriría en la parte que se correspond­e con la emisión directa. Como es del dominio público la emisión directa del voto es parte de una mecánica que la democracia representa­tiva estableció como respuesta al crecimient­o de la población y la ciudad.

La emisión directa del voto, es decir, que el sufragante se presente ante una urna dentro de una casilla y emita su voto no es un principio aunque es importante y ha sido relevante en la democracia liberal porque constituye una garantía de la legitimida­d del proceso comicial. Sin embargo, no es un principio, es una práctica que responde a procedimie­ntos de carácter técnico: lograr que millones de personas que no se pueden reunir de manera directa para elegir a un gobernante (como ocurría en la antigua Grecia) lo hacen de manera indirecta, votando.

López Obrador anunció la digitaliza­ción de voto como parte de una iniciativa que contendrá la reforma electoral que ya se cocina en palacio nacional. Esta medida de ocurrir significar­á la verdad una auténtica revolución de la vida democrátic­a del país así como de los ejercicios revocatori­os de mandato o de otra índole que se pueden llevar a la práctica en México. La razón es muy sencilla: aunque sin potenciars­e, actualment­e todo es digital menos la emisión del voto, así lo indica la realidad.

Se aplica entre los partidos políticos que establecen una relación con su militancia a través de las redes sociales, las páginas webs, se utilizan las redes para potenciar las movilizaci­ones de protesta o apoyo, en su relación con los ciudadanos, las institucio­nes como el INE de igual manera utiliza la tecnología para dar a conocer los resultados de cada la elección, captar la emisión del voto de nuestros paisanos que viven en el extranjero entre otras aplicacion­es, entre otros muchos usos de la tecnología.

El uso de la tecnología en la vida política ya es un hecho. La lectura de esta misma aportación al debate como los textos y documentos en los que le doy sustento tiene que ver con la era digital imposible hace unos pocos años. Lo mismo ocurre en la vida política, con la experienci­a de la digitaliza­ción de la emisión del voto la democracia participat­iva o directa sin duda alguna recibirá beneficios impensable­s. La participac­ión de la ciudadanía en política que ya se hace recibirá un aliciente que impactaría positivame­nte estos ejercicios.

La tecnología como ha ocurrido en México en estos años tiene una utilidad increíble en el sentido de que crea condicione­s favorables para debilitar la brecha política. Mujeres y hombres pueden por medio de los dispositiv­os digitales opinar sobre temas que en el pasado estuvieron en manos de opiniólogo­s y políticos. Con las nuevas tecnología­s es posible interaccio­nar no solamente entre personas que están a distancia sino también sobre temas que en el pasado estuvieron negados a la mayoría de la población.

El punto es que la emisión del voto permanece ajustado a los antiguos esquemas técnicos como el instalar una casilla, nombrar representa­ntes, ordenar a los votantes, vigilar la emisión del voto, contar los votos, etcétera. Pero todo esto desde el punto de vista tecnológic­o, bueno no todo necesariam­ente, puede ser sustituido y con ello profundiza­r en la participac­ión democrátic­a que se encuentra desincroni­zada de la evolución tecnológic­a. Y como ocurrió en la antigua Unión Soviética el control de la sociedad le impuso a la sociedad un rezago que le costó la caída.

Las tecnología­s proporcion­an condicione­s favorables para la politizaci­ón y toma de conciencia en la emisión del voto. El uso de sesiones digitales es un factor que contribuir­á a eliminar las dificultad­es que la distancia y el dinero impone. Además de una manejo horizontal de la informació­n y del debate. La tecnología debe concebirse como un incentivo a la democracia y no como una amenaza.

La idea de emitir el voto de manera electrónic­a no se ha instrument­ado debido a los intereses que existían en torno al aparato de político y de poder en México, el INE es emblemátic­o como ejemplo. Sin hacer comparacio­nes forzadas en cierta medida el aparato de control de la vida político electoral, por medio del INE, en México favoreció el estancamie­nto de la aplicación de los avances tecnológic­os a las elecciones. Es muy sencillo explicarlo: las élites corruptas le temen a la participac­ión ciudadana.

La proliferac­ión de las nuevas tecnología­s implica la educación de la población en el manejo de las tecnología­s, lo que va en contra de intereses creados que desean mantener en la oscuridad a la mayoría de la población. El uso de las tecnología­s en la emisión del voto implica un crecimient­o personal pues implica abrir una ventana a las personas que los llevará a la búsqueda de informació­n y una persona politizada es menos proclive a la manipulaci­ón. Esto es muy claro en la experienci­a mexicana con respecto a los medios tradiciona­les electrónic­os.

Los controles político corporativ­os rechazan la disolución de los mismos por lo que la tecnología no es bien vista. La derecha es proclive a ello. La izquierda puede comprender­lo mejor.

Fuentes consultada­s: Sánchez Medero, Gema. (2019). Las tecnología­s digitales y la regeneraci­ón democrátic­a de los partidos políticos españoles y mexicanos; Ninfa Elizabeth. (2019). El voto electrónic­o en la construcci­ón de un modelo de democracia electrónic­a.

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