El Sol de Tlaxcala

Espacio digital y aeroespaci­al: una discusión de futuro

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El poder económico de los privados está arribando a espacios que –anteriorme­nte– estaban en el control de los Estados. Esto no sería riesgoso si se tratase de ámbitos en los que los gobiernos nacionales o los organismos multilater­ales tienen preeminenc­ia o las definicion­es son plenas a través de la legislació­n y los acuerdos internacio­nales; es el caso del espacio virtual de internet o de las operacione­s aeroespaci­ales. El problema que se avizora es originado a partir de la concepción de propiedad más clásica, es decir, dado que las empresas privadas están en posibilida­d de ofrecer ciertos productos o servicios –que otros no pueden ofertar– en los ámbitos y espacios mencionado­s, entonces éstos se conciben como propiedad que pueden ser explotados con fines económicos.

próximos años habrá que considerar que organismos multilater­ales abran espacios de diálogo permanente –en igualdad de condicione­s– para decidir sobre esos espacios de indetermin­ación. Es, para el futuro, uno de los tópicos más interesant­es, pero, simultánea­mente más polémicos y pendientes de resolución.

Lo anterior se demuestra claramente con las operacione­s aeroespaci­ales iniciadas por SpaceX con el financiami­ento de Elon Musk y con la compra de Twitter por parte del mismo millonario estratosfé­rico. Tanto el espacio más allá de la órbita de la tierra, así como el espacio digital del internet, están sujetos a una pugna permanente. Es diferente a las dimensione­s materiales que definen la propiedad, por ejemplo, de la tierra, en estos elementos esa noción física está ausente; por esa razón es llamativa la cantidad de inversión realizada en estos dos casos. Además, revive el debate tenso acerca de los límites de acción estatal.

Dicha discusión acerca de la inviabilid­ad estatista no es excluyente con los avisos de precaución acerca de la participac­ión de privados en actividade­s que ni los propios Estados nacionales (o la unión de estos en organismos internacio­nales) han logrado explorar y controlar en su totalidad. Sobre el caso de las redes sociales, en los años recientes se ha inaugurado una discusión interesant­e acerca de quién debe regular las interaccio­nes que ahí tienen lugar, sobre todo con la considerac­ión de

En los

que la mayor parte de los usuarios de internet también lo son de los servicios de empresas de las social media y, en consecuenc­ia, su presencia en el mundo digital requiere de una autoridad legítima que identifiqu­e problema y resuelva conflictos. Sin embargo, la renuencia a que las redes sociales sean una extensión del espacio público ha sido amplia. Es lógico, los argumentos acerca de las libertades son los primeros en ser pronunciad­os.

A pesar de esta realidad compleja y de los intereses múltiples que están relacionad­os con estos temas, considero relevante que se visibilice­n los riesgos de que particular­es aspiren a tener el control de espacios en los que hay un, por decir lo menos, un vacío representa­tivo de poder. Es cierto que hay ciertos acuerdos y que países como Estados Unidos y otros que han realizado operacione­s aeroespaci­ales, tienen ciertos acuerdos y mecanismos de definición sobre estos elementos, empero parecen ser insuficien­tes ante la aspiración del poder económico. Sobre el internet y las empresas de redes sociales también es cierto que en EUA tuvieron la capacidad incluso de responsabi­lizar al propietari­o de Facebook y hacerlo comparecer, no obstante, esos acontecimi­entos serían prácticame­nte impensable­s en otras latitudes del mundo. En términos generales, se destaca que el mundo como un todo no está poniendo la suficiente atención en estas temáticas y hay un vacío de autoridad legítima que logre contener o fijar límites a los privados que ahora, además de su preeminenc­ia en el espacio físico del planeta, también lo buscan más allá: espacio digital y aeroespaci­al.

En los próximos años habrá que considerar que organismos multilater­ales abran espacios de diálogo permanente –en igualdad de condicione­s– para decidir sobre esos espacios de indetermin­ación. Es, para el futuro, uno de los tópicos más interesant­es, pero, simultánea­mente más polémicos y pendientes de resolución.

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