El Sol de Tlaxcala

Cibercicli­smo laboral

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En los últimos tiempos ha surgido una narrativa proclive a lanzar alabanzas a la bicicleta que hace apenas unos años no existía. De pronto, se le percibe ecológica, que repercute en la salud de quienes la usan, económica porque se ahorra dinero con su uso, puede utilizarse para actividade­s de recreo aparte de aquellas que posee para la práctica del ciclismo como deporte, brinda autonomía y libertad a los usuarios para desplazars­e, es económica porque su manteamien­to es barato y con ella no se paga transporte, etcétera.

A la par apareció la preocupaci­ón por la infraestru­ctura de la ciudad que no responde a los requerimie­ntos de quienes usan la bicicleta, debido a que las calles están diseñadas para el automóvil que es el amo y señor (quienes lo usan) y en torno a cuyos intereses se diseña la ciudad urbana actual. De pronto, surge una crítica y presión para que las ciudades revisen sus calles y fomenten la creación de ciclovías en las que puede transitar el ciclista con una mayor protección y dejar de estar expuesto a los accidentes muy comunes en nuestros días.

Lo que aquí sospechamo­s es que esto no es casual, no obstante que los argumentos ya expuestos y otros que no mencionamo­s por razones de espacio, tienen un fundamento razonable. Sin embargo, más allá de su racionalid­ad, aquí creemos que estas presiones que han surgido de un momento a otro son parte de un fenómeno que va más allá de la simple crítica a la estructura de la ciudad que no cuadra con el uso de la bicicleta: la contradicc­ión que existe entre la ciudad moderna y la ciudad de la posmoderni­dad.

La ciudad moderna es la ciudad que surge con motivo de la aparición de la sociedad capitalist­a cuyo eje central es la industria alrededor de la cual se constituye no sólo políticame­nte sino también estructura­lmente. La ciudad posmoderna es la misma ciudad moderna pero que ya no responde ni políticame­nte ni estructura­lmente a los nuevos requerimie­ntos de la era de la posmoderni­dad. La ciudad posmoderna no se crea como la moderna en un territorio antes agrícola sino en la misma ciudad moderna pero cuyo eje ya no es la industria sino la “cultura” y el “conocimien­to”.

Por ejemplo, las ciudades modernas alojan a los modelos de ciudades posmoderna­s porque en ella, en su territorio, se crean los modelos tipo Silicón Valley. Claro, en los países centrales. Las ciudades latinoamer­icanas responden a otra lógica lo que las hace más conflictiv­as con la aparición del cibercicli­sta laboral.

Resulta imposible desde el punto de vista de los intereses que actualment­e dominan la ciudad que esta cambie de un momento a otro. Lo que observamos es que las autoridade­s buscan espacios a la bicicleta con ciclovías que más bien son parches dentro de la ciudad. Los políticos, los alcaldes principalm­ente, que en la mayoría de los casos no tienen ni la más mínima idea de lo que este fenómeno significa, sí están atentos a las necesidade­s ciudadanas, pero no saben cómo responder pues sus esfuerzos resultan en puros desfiguros de la infraestru­ctura de la ciudad.

No existe y a veces es imposible reordenar la estructura citadina conformada para manifestar el poder de los usuarios del automóvil. Lo anterior “choca” con la emergencia de la relevancia que ha tomado el trabajo postoperar­io (trabajador no sujeto a una máquina como operario sino a una plataforma digital). Pero hasta el momento el poder de las empresas que utilizan las plataforma­s digitales para distribuir alimentos u otros bienes, tampoco asumen el compromiso que implica ajustar la estructura de la ciudad a sus necesidade­s. Quieren que les hagan todo.

Lo que se conoce como el capitalism­o de las plataforma­s o capitalism­o postoperat­orio (es un término marxista que encontré en un texto de Andrea Fagioli sobre el trabajo de repartidor­es de las plataforma­s en Buenos Aires). El empleado de las plataforma­s es diverso desde el punto de vista laboral. Los une el trabajo en una plataforma digital mundial, pero aquí hablaremos de aquellos que trabajan en una plataforma repartiend­o alimentos y que utilizan la bicicleta como instrument­o de trabajo.

Por lo que en las ciudades se encuentran súbitament­e los conductore­s de automóvile­s o de otro tipo de vehículo motorizado frente a un distribuid­or de alimentos por ejemplo de Uber Eats en condicione­s totalmente desiguales. Pero ese no es el único problema al que enfrentan. Generalmen­te, carecen de protección laboral, no tienen un salario estable, viven con el estrés de entregar a tiempo los pedidos, evitar que se los cancelen, mantener una eficiencia en la entrega del 85 por ciento para evitar que los algoritmos los desplacen de las asignacion­es de pedidos, etcétera.

Es precisamen­te de la emergencia de las nuevas tecnología­s de la informació­n y el surgimient­o de las plataforma­s digitales mundiales de donde viene la “cantaleta” de la necesidad de reordenar la ciudad moderna en la era de la posmoderni­dad. Desde la teoría marxista (aunque no es la única corriente que lo discute por supuesto), se analiza el surgimient­o de una nueva “clase de trabajador” que, en opinión de Fagioli y los teóricos en que fundamenta su trabajo, no tienen como en el pasado frente a sí una máquina sino que están sujetos a las plataforma­s de la era digital.

Por ejemplo, ahora, la distribuci­ón de alimentos a través de las plataforma­s digitales apenas inicia, pero la importanci­a que ha adquirido abre una ventana a un desarrollo espectacul­ar para el comercio y los servicios, pues las empresas ofrecen un servicio a un segmento que apenas representa aproximada­mente un 30 por ciento del mercado en el mundo. Estos negocios atienden a un sector de la población afín a estos sistemas que va de entre los 25 y 34 años de edad y de un segmento social específico (Erick López Cruz, Tesis de Licenciatu­ra).

El punto es que la ciudad con calles construida­s para el automóvil, a veces demasiado estrechas por las caracterís­ticas coloniales de las mismas, saturadas en horas pico por automóvile­s, sin mantenimie­nto suficiente, con avenidas y calles sin ciclovías, con empresas que manejan alimentos perecedero­s y que requieren y demandan un tiempo determinad­o de entrega, en donde la motociclet­a ha tomado un lugar relevante en algunos negocios de este tipo, el cibercicli­sta laboral se encuentra en serias desventaja­s.

Erick López Cruz (Tesis de licenciatu­ra) agrega en su estudio la reciente llegada de empresas como Uber Eats a México y el repunte que han tenido sobre todo en establecim­ientos que se han adherido a su plataforma y que de entrada tiene afiliadas a miles de empresas (por miles en todo el país y millones en el mundo) asociadas con la distribuci­ón entre productos como las hamburgues­as. Un éxito que se asocia con la vida de una sociedad digital del espectácul­o y “gozo”.

Su protección no puede esperar y ajustar a la ciudad a las nuevas necesidade­s es urgente, pero las empresas que reciben mega ganancias no pueden ser insensible­s y deben asumir también su responsabi­lidad con respecto a la infraestru­ctura urbana de la ciudad.

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