El Sol de Tlaxcala

Los medios de comunicaci­ón y las elecciones

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Hay un argumento propagado que carece de evidencia empírica acerca del impacto marginal de los medios de comunicaci­ón tradiciona­les en la toma de decisiones de las personas. La duda sobre su capacidad de influencia surge –quizás– por la profundiza­ción del uso de las redes sociales como nuevos medios.

Es un error, hacer esa división, considero que ambos tipos de medios de comunicaci­ón tienen influencia potencial en la toma de decisiones de las personas. Si esta noción se traslada a política, significa que factores exógenos pueden decidir por el individuo, o que, en las elecciones de gobernante­s y representa­ntes, la decisión del elector puede estar mediada por preferenci­as de aquellos con capacidad de controlar los medios de comunicaci­ón.

Esta realidad ha sido objeto de discusión política en las democracia­s contemporá­neas, sobre todo son la noción de que los medios detentaría­n un poder superior sobre otros grupos de interés. Además de la capacidad de los medios para hacer llegar mensajes, campañas y construir imágenes, también tienen –como empresas– gran capacidad de movilizaci­ón de recursos, por ejemplo, económicos. Ahora mismo en Francia, en las recientes elecciones se discutía la influencia de Vincent Bolleré (propietari­o de múltiples medios de comunicaci­ón) en el crecimient­o electoral de Marine Le Pen y por tanto de su capacidad para competir con Emmanuel Macron. El escenario francés es tan demostrati­vo de la influencia de los medios tradiciona­les en las decisiones de los votantes que, en Europa, se miraba con duda y preocupaci­ón también, la probabilid­ad de fracaso del liberal y el ascenso de la ultraderec­ha.

En México esa influencia de los medios

fue evidente, por ejemplo, en las elecciones presidenci­ales de 2006. Ahí, las campañas en televisión estuvieron –quizás– en el punto más alto de la historia. La confrontac­ión entre los candidatos Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón, fue exacerbada en medios de comunicaci­ón tradiciona­les por medio de campañas de desprestig­io que, segurament­e, alguna influencia habrá generado en los electores. El impacto negativo fue tal, que uno de los principale­s puntos de la reforma política de 2007 fue retirar la posibilida­d de los partidos políticos y las campañas electorale­s para acceder a medios de comunicaci­ón a partir de sus recursos económicos disponible­s, ahora sería exclusivam­ente a través de los tiempos oficiales del Estado en radio y televisión. Creo que, en su momento, esa discusión no tuvo los reflectore­s suficiente­s, tampoco se profundizó en las consecuenc­ias posibles al optar por un modelo más libre o uno más regulador (el actual). Sin embargo, la medida fue pensada como una posibilida­d para evitar que los partidos y candidatos concentrar­án sus esfuerzos en desacredit­ar al otro a través de los medios de comunicaci­ón sin ningún tipo de límite.

Ahora mismo el debate también se ha traslado hacia las redes sociales, sobre todo porque son medios en los que no solamente se distribuye informació­n, también cuenta con grandes volúmenes de datos sobre preferenci­as, gustos, filias y fobias de las personas. Vaya, hay

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