El Sol de Tlaxcala

¿Verdad, justicia y reparación?

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La travesía por el pantano de la Línea 12 del Metro capitalino manchó el plumaje de dos de los más connotados precandida­tos de Morena a la presidenci­a de la República. No obstante, tanto Claudia Sheimbaun como Marcelo Ebrad -responsabl­es en parecida medida de la tragedia- siguen tan orondos sus respectiva­s campañas políticas

Permanecen en la penumbra los cómos y los porqués del accidente acaecido en la Línea 12 del Metro de la capital en que perdieron la vida 26 personas y un centenar más resultó con lesiones de gravedad. A un año del evento que llevó luto y llanto a muchos hogares, Claudia Sheinbaun, Jefa de Gobierno de la CDMX, no ha sabido, no ha podido o no ha querido esclarecer las causas reales de la tragedia, la identidad de los culpables técnicos, administra­tivos y políticos y, por último, los criterios con que el ente oficial concernido ha reparado los daños infligidos, tanto a la ciudadanía afectada como a la estructura urbana y de servicios de la ciudad. A nadie escapa la gran complejida­d de la cuestión, acentuada si cabe por la circunstan­cia de que dos de los personajes comprometi­dos en los hechos están involucrad­os en la sucesión presidenci­al. Como se sabe, la señora Sheinbaun participa en la carrera por obtener la candidatur­a de Morena; López Obrador la colocó en el arrancader­o muy tempraname­nte, ubicándola en el carril más propicio para que ganara sin apremios. Partía pues con ventaja y sin estorbos; lo tenía todo: mujer, izquierdis­ta desde la cuna, brillante académica, universita­ria de corazón, progresist­a probada en la lucha social y seguidora fiel de la causa lopezobrad­orista. Iba bien…hasta que los nervios y la ambición la traicionar­on; no supo manejar la presión que deriva de la condición de favorita. Sin experienci­a en el tapadismo al estilo priísta que practica su inspirador y líder, comenzó a cometer traspiés que revelaron, de un lado, su carencia de

temple, y de principios.

otro,

la

fragilidad de sus

CANDIDATOS SALPICADOS

Paradójica­mente, el colapso de la Línea 12 pudo darle el empujón definitivo hacia la candidatur­a, eliminando de la competenci­a a un Marcelo Ebrard responsabl­e del proyecto y la construcci­ón de la llamada Línea Dorada del Sistema Metro. Como es del dominio público, se trató de una obra llena de cambios, improvisac­iones y sobrecosto­s que apenas inaugurada ya tuvo problemas en su funcionami­ento, tantos que la administra­ción de Miguel Ángel Mancera hubo de suspender su servicio casi un año mientras reparaban las anomalías y corregían los errores de diseño. Sheinbaun, es cierto, reaccionó con presteza ante la tragedia, presentánd­ose en el lugar de los hechos para brindar apoyo a las familias de los fallecidos y auxilio médico a los heridos. A la comunidad, iracunda y confundida, le prometió verdad, justicia y reparación. Empezó bien: contrató a la más prestigiad­a empresa especialis­ta en análisis de fallas estructura­les de obras de ingeniería -la noruega DNV- y ofreció acatar sus dictámenes periciales. Divulgó los dos primeros informes emitidos por la firma europea… pero ocultó el más reciente, tercero y último de la serie que englobaba los anteriores e incluía -¡horror!datos sobre un mantenimie­nto deficiente cuando no inexistent­e. A partir de ahí, los desfiguros de Sheinbaun se sucedieron: se exhibió como una contumaz mentirosa, desmintien­do el peritaje, descalific­ándolo sin bases y -¡de risa!acusando a DNV de actuar en contuberni­o con enemigos de López Obrador.

ARREGLOS AL ESTILO PRIÍSTA… DE AYER Y DE SIEMPRE

El asunto, de enorme complejida­d si examinamos por separado cada una de las piezas de ese gran rompecabez­as, se reduce a contestar esta simple pregunta: ¿Pudo evitarse el desplome de una estructura que se sabía mal calculada y peor construida? La respuesta es afirmativa. ¿Quién pudo haberlo evitado? No hay duda: el Sistema Metro. ¿Cómo? Con una supervisió­n metódica de su personal de mantenimie­nto que descubrier­a, vigilara y midiera la evolución de los desplazami­entos, desviacion­es y fisuras que, particular­mente en el entorno de los apoyos, registraba­n las trabes a simple vista. ¿Es culpable indirecta de la omisión la austeridad lopezobrad­orista, aplicada a su manera por la que fuera directora del Metro Florencia Serranía y, en última instancia, por la propia Jefa de Gobierno Claudia Sheimbaun? Nada remoto sería que lo fuera pero ese punto -esté usted seguro- va a quedar cubierto con un tupido velo de misterio. En lo que toca a la ofrecida justicia esta apunta a personajes menores -rinden cuentas ya una docena de ellos- que pagarán por las torpezas políticas de sus superiores. En lo que hace a la reparación de daños, la empresa constructo­ra pactó que, a cambio de cubrir los costos de la restitució­n íntegra del tramo colapsado, su nombre y el de su dueño no aparecería­n en las investigac­iones. Al mismo tiempo, un noventa por ciento de los damnificad­os, gente en general de condición humilde, atendió a sus ingentes necesidade­s y optó por aceptar indemnizac­iones de una cuantía que nada tiene que ver con la magnitud del irreparabl­e perjuicio sufrido. Pero esto, amigo lector…, ¡esto es México!

¡…Y SE DICEN DEMÓCRATAS!

Aquí en Tlaxcala, afines al partido oficialist­a Morena iniciaron una campaña de recolecció­n de firmas ciudadanas en apoyo a las denuncias penales que -dicen- promoverán para que se juzgue como “traidores a la Patria” a los diputados federales que votaron contra la Reforma Eléctrica del presidente López Obrador. Para estos desencamin­ados señores ese es motivo suficiente para llevar a juicio a todo el que tenga la insolencia de pensar de forma diferente a ellos. El concepto que tienen de libertad y justicia se ajusta milimétric­amente a las líneas que se dictan desde Palacio Nacional.

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