EL REPORTERO Y
tura general sobre salud y ciencia, y me refiero a las diferentes enfermedades que han ido surgiendo, observo en la cobertura diaria que nos dejamos llevar por la alarma y el conteo de contagios.
En general, y en un ejercicio de autocrítica, hemos aportado datos sin contexto, contamos las mismas historias de tragedias personales una y otra vez y, en los peores casos, replicamos informaciones falsas.
La cobertura ha sido prioritariamente reactiva, no explicativa o analítica; estos dos últimos valores indispensables para un buen periodismo.
Usted seleccione moda. Los criterios aplican.
Me queda la sensación que las fenomenologías científicas de los nuevos virus se quedan como un misterio para el mexicano común y eso en parte es culpa del periodismo nacional. Seguimos comprando tapetitos y pedazos de tela que no evitan contagios, por ejemplo.
Observo la cobertura de The New York la enfermedad arriba descritos de se
Times y continuamente se trata de dar significado al Covid desde un punto de vista científico, cómo es que llegó, su evolución y sus implicaciones para la salud. También se cuestiona sobre la efectividad de las medidas sanitarias tomadas. La línea de fondo es que se está aportando valor, no miedo o confusión.
Pienso en cómo la violencia y el narcotráfico, por sus muy difíciles características, forzaron al periodismo mexicano a especializarse en esas áreas y a convertirse por sí mismo en un generador de conocimiento y talento. Libros, documentales, reportajes, entrevistas de primer nivel se han y siguen publicando, y entre las filas de este periodismo han egresado algunos de los mejores reporteros del país.
Hace mucha falta un periodismo en México que se dedique a hablar únicamente sobre lo corroborado por la observación, la medición, la experimentación, la formulación, el análisis y la modificación de las hipótesis. Especialmente en estos tiempos de la no verdad.