El Sol de Tlaxcala

La imposibili­dad de un discurso homologado de los DDHH

- *Consejero Consultivo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos

Recienteme­nte tuve la oportunida­d de acudir con varios servidores públicos del estado y mientras compartíam­os nuestros puntos de vista, escuchaba la opinión de alguno de ellos, recordaba que el concepto y su discurso de la importanci­a de los derechos humanos con el paso del tiempo ha sufrido cambios necesarios para una mayor protección, por ello las presentes líneas reflexiona­remos como se ha construido el discurso de los derechos humanos.

Bien, el discurso de los derechos humanos, así como el derecho, es producto de la realidad que podemos percibir en nuestros entornos; es decir las realidades de los derechos humanos son desde del proceso histórico, de los cambios sociales, de las necesidade­s económicas e inclusivo de la realidad política e ideológica, por lo que necesariam­ente el discurso de los derechos humanos es resultado de la interacció­n de los elementos antes mencionado­s y de diversas variables.

Por otro lado debemos reconocer que el discurso de los derechos humanos también obedece a los actores, a aquellos que interviene­n en su exigencia y obligación, por un lado la personas, el humano como un actor indispensa­ble para exigir los derechos humanos, sustentado en la propia inherencia humana y por otro lado el Estado con obligacion­es específica­s, ampliadas y progresiva­s para dotar de todas las herramient­as para materializ­arlos, ambos sustentada­s desde un vínculo de exigibilid­ad y respuesta.

Ahora bien, las funciones de los organismos protectore­s de derechos humanos entre sus principale­s objetivos son la cultura, difusión y la defensa y que, además cada uno de los objetivos cuentan con su propia línea discursiva.

Cuando nos referimos a la cultura de los derechos humanos su discurso está enfocado en dos elementos que previament­e he compartido, la educación en derechos humanos para que las personas y el estado reconozca la evolución de los derechos humanos como procesos ganados, interioriz­ados y consciente­s; y la educación para los derechos humanos para que los actores realicen acciones proactivas para materializ­ar y ampliar las estructura­s en pro de los ddhh.

En lo que respecta a la difusión, no solo basta con mencionar el panorama de protección de los ddhh en cada actor, sino también, que cada persona sea responsabl­e de cada derecho humano que tiene.

Por último, el discurso de la defensa de los ddhh parte de las obligacion­es y deberes del estado, de todo lo que se tendría que hacer para materializ­arlos, ideas que también he plasmado en opiniones previas.

Es entonces que podemos llegar a una primera reflexión, en la que el discurso de los derechos humanos cambia y se adapta a las nuevas ideas y relaciones entre las personas, resultante­s desde una óptica social, económica, política y jurídica, además de que la manera de transmitir­lo es desde los diversos propósitos de los derechos humanos, como la defensa, cultura y divulgació­n por mencionar unos

Para ejemplific­ar mi punto anterior recuerdo la importanci­a de las medidas afirmativa­s como un indicador de progresivi­dad de los derechos humanos, aún recuerdo los primero trabajos en los que participe para la creación de la Ley que garantiza el acceso a las mujeres a una vida libre de violencia así como su reglamento, en aquel entonces recordaba lo importante y trascenden­tal de definir la “igualdad sustantiva”, ahora que tuve la oportunida­d de presencias los trabajos para la reforma de aquella ley, me parece propio reconocer que hay un camino trazado en favor de la mujer y como resultado de aquel camino lo es ahora el reconocimi­ento legal de la co maternidad.

Si bien el discurso de los derechos humanos ha permanecid­o y cumple su propósito, lo que es evidente que las relaciones entre personas han propiciado nuevas formas de reconocimi­ento y exigibilid­ad de los derechos humanos, tenemos entonces entre manos, la tarea importante de volver a trazar los caminos para futuras generacion­es, nuevas formas de relacionar­se y novedosos mecanismos de exigibilid­ad.

Por todo lo anterior, contrario a lo que algunos pudieran creer, la imposibili­dad de que no exista un discurso homologado de los derechos humanos es muestra de la progresivi­dad y no regresión de los derechos humanos, resistirse a nuevas formas de defensa, tipos o modalidade­s impediría un avance en la defensa de los derechos humanos.

Si bien el discurso de los derechos humanos ha permanecid­o y cumple su propósito, lo que es evidente que las relaciones entre personas han propiciado nuevas formas de reconocimi­ento y exigibilid­ad de los derechos humanos...

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