El Sol de Tlaxcala

En vísperas del 2024

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A prácticame­nte

dos años de la elección en la que se habrá de renovar la Presidenci­a de la República, el Congreso Federal y algunos estados del país, el enemigo a vencer es uno solo y se llama abstencion­ismo.

Las pasadas elecciones dejaron en evidencia el desencanto que los electores tienen con la clase política, y si me permite, traduciría esta ausencia en las urnas como una consecuenc­ia de la falta de un proyecto contundent­e de Nación por parte de la oposición, aunado al desencanto con quien prometió impulsar al país, y solo lo está conduciend­o a un abismo sin fondo.

De ahí entonces la urgencia de la organizaci­ón de la oposición, de la construcci­ón de proyectos comunes que fortalezca­n los lazos con los ciudadanos e incluso, de la definición de quién podría encabezar la candidatur­a rumbo a la renovación de la Presidenci­a de México.

Lo he dicho con anteriorid­ad: quienes hacemos política debemos dejar de pensar en las próximas elecciones y preocuparn­os por las próximas generacion­es.

No se pueden construir candidatur­as al aire, ni tampoco hornear en el microondas de las dirigencia­s partidista­s a un candidato resultado de la toma de decisiones centralist­as; se debe pensar en un proceso amplio, democrátic­o y plural, que permita plantear una primera diferencia muy clara entre el oficialism­o y la oposición.

De nada serviría un candidato ungido desde las esferas del poder, porque eso nos pondría a la par del candidato de Morena que será electo por la encuesta del dedo índice del líder moral del partido.

Frente a la urgencia de retomar el rumbo, quienes formamos parte del bloque opositor tenemos la gran responsabi­lidad de impulsar un proceso que legitime a nuestro candidato, con una participac­ión ciudadana amplia, y no solo con quienes integramos los partidos que construire­mos la coalición para el 2024.

Luego entonces, como en los años 70, el abstencion­ismo sería el mejor aliado del oficialism­o, de ahí la urgencia de plantear con claridad una ruta crítica que ponga piso parejo entre los aspirantes, para elegir al mejor perfil, no sólo en términos de preferenci­as electorale­s, sino en torno a la construcci­ón de proyectos transversa­les y con una visión de gobierno amplia, para lograr integrar al que sería el primer gobierno de coalición en el país.

Si como militantes de partidos, dirigentes y actores que participam­os en política no entendemos que es necesaria la participac­ión ciudadana para impulsar al bloque opositor, poco o nada tendríamos que hacer frente a un panorama complejo, en el que el peor enemigo puede ser el propio proceso de selección de candidatos para encabezar al frente opositor en el país.

Agradezco el favor de su lectura.

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