Narco se arma con tecnología de punta
plosivas artesanales en los caminos de la región de Tierra Caliente, en Apatzingán, Michoacán.
Ante este panorama, especialistas en seguridad y armamentismo exponen que la capacidad de la delincuencia organizada de contar con este arsenal tecnológico y artesanal es el resultado de su evolución, con el que buscan imponer el reflejo de su poder ante las fuerzas de seguridad federales y locales, lo mismo que a sus enemigos y la población en general.
Esto representa una amenaza a la seguridad nacional, ya que con este armamento pretenden imponer sus intereses económicos y delictivos con base en la violencia y su capacidad para generar daño a la población civil y a las Fuerzas Armadas, explica Edgar Ortiz Arellano, académico de la UNAM y especialista en seguridad nacional. “El Estado mexicano, a partir de esta administración, ha decidido reducir su capacidad de fuego, lo cual pone en una relación completamente asimétrica el combate a la delincuencia organizada. Aquí vemos varios ejes. El primero es que el tráfico de armas no se ha reducido, al contrario, cada vez hay mayor número de armas ilegales en nuestro país en posesión del crimen organizado.
“El segundo, es que aumentan su capacidad de fuego. Es decir, tenemos armas de mayor calibre, automáticas y de todo tipo, tradicionales de carácter mecánico, y armas manejadas digitalmente, como es el caso de los drones con explosivos. El tercer eje es que el crimen organizado pareciera que está desarrollando una especie de industria militar o dentro de la industria armamentista. Es decir, ellos a su vez están diseñando armas de tipo casero”, subraya el investigador.
El CJNG se ha vuelto famoso por desplegar repetidamente drones armados para atacar comisarías de policía. El uso de drones armados contra comunidades en Michoacán ha ido más allá de la intimidación.