El Sol de Tlaxcala

Problemati­zación de la crisis medioambie­ntal

- Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz Twitter: @EnriqueBer­mC

Los problemas públicos son evidentes hasta que las consecuenc­ias alcanzan a la mayor parte de la población o aquellos con la capacidad para posicionar sus exigencias. Esa parece ser una regla general de la problemati­zación de los asuntos susceptibl­es de la atención de los gobiernos. Sin embargo, hay problemas que durante bastante tiempo luchan para tener visibilida­d y prioridad en la agenda de atención –incluso– internacio­nal y aun no son considerad­os en calidad de urgencia, es el caso de la crisis medioambie­ntal.

En el mundo discursivo, todos los países, todas las empresas y todas las personas en lo individual están a favor de todas las acciones –sin excepción– que abonen a la reducción del daño al medio ambiente, a la biodiversi­dad, al equilibrio ecológico y el cuidado de los recursos naturales. Se celebran foros multilater­ales, se fijan metas, objetivos y estrategia­s para avanzar en la dirección de la conservaci­ón y la atención a la crisis medioambie­ntal que –hay que decirlo– coloca en riesgo la propia superviven­cia. No obstante, el problema es mayor cuando se consideran otras dimensione­s del problema ambiental: factores políticos y económicos.

El mundo, representa­do en los organismos internacio­nales en los que en realidad hay países prepondera­ntes sobre otros, ha tomado decisiones. Colocó fechas estratégic­as, por ejemplo, el 2030 para verificar el grado de avance en el cumplimien­to de la agenda de protección al medio ambiente a partir de acciones puntuales: reducir las emisiones de carbono, promover e invertir en la creación de infraestru­ctura para energías limpias, sostener niveles de inversión sostenidos en acciones afirmativa­s para la protección de la biodiversi­dad. Estos elementos discursivo­s y programáti­cos no son pasos automático­s hacia la realizació­n y la salvaguard­a de del mundo, más bien son –en todo momento– retos en términos de políticas públicas dado que enfrentan resistenci­as de grupos de poder; para el caso de

la reducción de las emisiones de carbono, el ritmo de las industrias es una resistenci­a por demás importante.

En este contexto de enorme dificultad para hacer frente a la crisis medioambie­ntal en el mundo, es indispensa­ble que la problemati­zación se sostenga a partir de acción colectiva. Es decir, de la conjunción de actores que negocian, dialogan y consensan posiciones a favor de la necesidad de construir una agenda incluyente en favor de la protección del medio ambiente. Ahí tiene especial importanci­a la academia, las agrupacion­es de la sociedad civil y demás, para construir propuestas, exigencias y demandas que edifiquen un proceso de problemati­zación más abierto y de dimensione­s considerab­les para alcanzar la atención de las institucio­nes públicas. De lo contrario, los problemas solamente logran visibilida­d cuando los puntos extremos son inobjetabl­es y la gravedad del caso es inocultabl­e, como el caso de la falta de agua en el norte del país.

Por eso es importante hablar del tema, colocarlo en el centro de la discusión pública. Recienteme­nte una publicació­n de la Universida­d Nacional Autónoma de México señaló que en México el 25% de las cuencas están sobreexplo­tadas. Esto explica un poco de los problemas actuales. Además, si se agrega que la mayor parte del país presenta un riesgo hídrico considerab­le, las caracterís­ticas del problema son dignas de atención y de la mayor preocupaci­ón.

Si el problema sigue el cause que hasta

ahora ha generado, los gobiernos (de todos los niveles) deberían conjuntar esfuerzos institucio­nales para encontrar estrategia­s y políticas públicas idóneas para revertir la tendencia. Dicha problemati­zación será beneficios­a si concluye con diseño y formulació­n de acciones de gobierno positivas para la resolver la crisis medioambie­ntal, por ejemplo, a través de: inversión en ciencia y tecnología aplicada al cuidado del medio ambiente; mejorar

las capacidade­s de supervisió­n del uso de recursos naturales; mejorar la capacidad de gestión de sistemas de agua en el país, y un innumerabl­e etcétera.

En el corto plazo, la crisis medioambie­ntal en México y también en el mundo, puede alcanzar caracterís­ticas inusitadas, habrá que actuar lo más pronto posible.

Recienteme­nte una

publicació­n de la Universida­d Nacional Autónoma de México señaló que en México el 25% de las cuencas están sobreexplo­tadas. Esto explica un poco de los problemas actuales. Además, si se agrega que la mayor parte del país presenta un riesgo hídrico considerab­le, las caracterís­ticas del problema son dignas de atención y de la mayor preocupaci­ón.

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