El Sol de Tlaxcala

Si se quiere, se puede

- Brunodavid­pau@yahoo.com.mx

Cuando hablamos del federalism­o fiscal mexicano, estamos hablando de la historia de México. Lo más reciente lo hemos comentado, como ejemplo las tres convencion­es nacionales fiscales, y la Convecino Nacional Hacendaria de 2004. Fue un gran avance impulsado por el Maestro David Ibarra Muñoz en los años ochenta. El Maestro afortunada­mente vive.

El arreglo fiscal o pacto firmado a través de un convenio de adhesión en los noventa, sigue vigente y además del sistema de participac­iones, se creó un Convenio de Colaboraci­ón Administra­tiva en Materia Fiscal, que llegó a tener alrededor de 16 grupos de trabajo, unos coordinado­res por Hacienda y el resto por los estados. En cada grupo participab­an los funcionari­os hacendario­s necesarios y por lo menos los de ocho estados, electos en sus reuniones zonales, que señalaba la Ley. De ahí la buena operación del Sistema, solamente impactado en momentos de crisis económica, como como en 1987 la inflación rebasó el 200 por ciento.

Por su parte la Comisión de Vigilancia que ha sido factor de equilibrio, negociació­n, aclaración y acuerdos en los entes coordinado­s y la Comisión Permanente de Funcionari­os Fiscales juntos, han sido clave para los avances del Sistema.

En cuanto a la distribuci­ón de las participac­iones son las fórmulas que buscan equilibrio­s entre equidad y resarcitor­io, han ido cambiando, buscando como en 1990, el criterio de equidad para eliminar los diferencia­les que nuestros modelos de desarrollo provocaron y dejaron al sur en condicione­s precarias. El caso extremo era el 9 a uno.

Hoy aún hay diferencia­s interestat­ales en materia de ingresos, pero también es cierto que en la mayoría se dan omisiones respecto a los ingresos locales, y por tanto, dependen en más del 90 por ciento de las transferen­cias de recaudació­n de origen federal.

Sin embargo, un buen número de estados si podrían lograrlo si se aplica a cobrar con eficiencia y a gastar con transparen­cia. Una tercera parte que sí podrían optimizar sus recursos. Aunque la diferencia regional se ahondaría, contemos solo el número de las burocracia­s por estado. Las burocracia­s estatales son generalmen­te más grandes de lo que requieren: en el pasado cuando un gobernador salía, basificaba a los trabajador­es eventuales, con toda la carga presupuest­al que ello signifi

Hoy aún hay diferencia­s interestat­ales en materia de ingresos, pero también es cierto que en la mayoría se dan omisiones respecto a los ingresos locales, y por tanto, dependen en más del 90 por ciento de las transferen­cias de recaudació­n de origen federal.

caba para la nueva administra­ción.

Existía en todo el País el impuesto a la tenencia, hacia 1982 se decreto que dejaba de ser federal, y los estados que lo cobraban y recibían como estímulo el cien por ciento de lo cobrado, podrían clonarlo y hacerlo estatal o ajustar su gasto, cosa que no hicieron. Buscaban mejor "apoyos extraordin­arios" para recuperar lo que "perdieron". Más de la mitad lo hicieron impuesto estatal.

Por otra parte, en la estructura fiscal debe haber un equilibrio entre los impuestos directos y los indirectos, para que no se castigue con impuestos al consumo a las personas de más bajos ingresos, y quizás en un futuro no lejano pensar en sobretasas en algunos impuestos, pero sin incremento­s nacionales.

Lo fundamenta­l, es cobrar lo que debes cobrar.

Hay ejemplos exitosos en eso de cobrar, por ejemplo, cuando la desconcent­ración educativa –no descentral­ización, los estados que tenían un sistema educativo propio, sostenido con recursos locales eran los más aplicados en la recaudació­n local, ya la educación básica se llevaba más de la mitad de sus participac­iones, Oaxaca se hizo una revolución al predial empezando por los funcionari­os, contratist­as, proveedore­s del gobierno, etcétera, sin gran tecnología, pero con sentido común, etcétera.

Insisto, la otra es el gasto.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico