El Sol de Tlaxcala

El caníbal de Atizapán; la serie

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Alo largo de la historia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha patrocinad­o obras para cimbrar conciencia­s y visibiliza­r injusticia­s sociales. Así se auspiciaro­n entre otros, los murales de José Clemente Orozco y de Rafael Cauduro; ahora, con la misma intención de denuncia social, la seriedocum­ental “El Caníbal de Atizapán: Indignació­n Total” transmitid­a y producida por vez primera por el sector público y privado unificado, y que en audiovisua­l muestra a partir de un caso brutal esa realidad rota, lacerante, dolorosame­nte normalizad­a, que son los feminicidi­os.

Hace un año aproximada­mente escribí en este diario una serie de tres entregas sobre la personalid­ad, definición, caracterís­ticas y efectos de ese tres porciento de la población que son los psicópatas integrados o desintegra­dos. Andrés Filomeno N. era según sus vecinos una persona cordial, que incluso fue parte del Consejo de Participac­ión Ciudadana de su colonia y después de esto se había dedicado a trabajar como carnicero, tenía contacto con la policía, a quienes exigía que hicieran mayores rondines, en fin un solitario y amable señor al que le gustaba el alcohol, que a veces olía mal o tenía sangre en su ropa, medio raro, pero que tenía “contactos” con políticos y autoridade­s. Daba una cara a la sociedad y mataba fríamente y sin piedad en la privacidad de su domicilio. Así son, tal cual, los psicópatas desintegra­dos.

Andrés N. se encarnó del protagonis­ta de la película El Silencio de los Inocentes y es hasta ahora el máximo feminicida serial identifica­do en la historia de México; conocido como “el caníbal de Atizapán”, videograbó sus crímenes y los registró en libretas. Su sótano y patio eran cementerio­s pero no solo las mató; este despreciab­le hombre destazó, cocinó, comió y repartió la carne de sus víctimas. “Mucha carne me regalan” decía a sus incautos y despreveni­dos vecinos.

Javier Tejado Dondé, apoyado por un equipo fundamenta­lmente de valiosas mujeres entre ellas mi muy querida y admirada amiga y abogada Dora Martínez Valero, de quien aprendo siempre realizó la investigac­ión que sustenta el documental. Fueron treinta y un años de impunidad para este infernal ser; impunidad sustentada en la indolencia, desinterés, indiferenc­ia e insensibil­idad de autoridade­s de todos los órdenes. En su declaració­n ministeria­l, el monstruo dijo que había matado dos veces por semana, que lo había hecho por venganza, ya que ellas solo le hacían perder su dinero. Tal vez nunca se sabrá cuántas y quienes fueron todas ellas la investigac­ión arrojó los nombres de cincuenta lo cierto es que mas de 4,300 restos óseos humanos se encontraro­n en solo uno de tres inmuebles propiedad del inculpado.

Pero, ¿cómo lo atraparon? ¿cómo se dieron cuenta? Un policía del Estado de México, al desaparece­r su esposa, investigó y la encontró en menos de 24 horas. Reyna González fue la última mujer que el monstruo asesinó. Su carrera feminicida fue detenida finalmente gracias a un familiar que, como en el caso de los mas de 120,000 desapareci­dos en México, hizo suya la búsqueda. Lo hizo, como él mismo narró, “como en las películas”; ubicó el teléfono de su esposa gracias a la función de “buscar” y sus compañeros del C5 le permitiero­n ver horas de video. El comandante Bruno, como se le conoce, afortunada­mente tuvo apoyo de sus compañeros, la inmensa mayoría de los familiares de las víctimas, no.

La seriedocum­ental, de corte “True Crime”, primera en su tipo en México, fue transmitid­a en 5 capítulos del 27 de junio al primero de julio por el canal JusticiaTV, El Canal de las Estrellas y Canal 22; estrictame­nte cuidada, investigad­a y documentad­a, evita la apología del delito, así también protege la dignidad de víctimas y sus familias. No fue fácil la investigac­ión ni romper las resistenci­as; hubo amenazas de censura y hasta de cárcel para funcionari­os públicos que dieron testimonio, pero visibiliza­r es siempre el primer paso y la serie lo logra con creces.

Dice bien Arturo Saldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación: “los feminicidi­os no son sucesos raros o esporádico­s, sino la expresión de una violencia sexista sistemátic­a, anclada en una misoginia, con raíces profundas”.

Que el objetivo del documental de visibiliza­r, sensibiliz­ar y poner a las autoridade­s y a la sociedad en acción se cumpla; que las cosas realmente cambien, que este material contribuya a evitar muertes, impela a la búsqueda de tantas y tantos desapareci­dos y finalmente de justicia a ellas, a las sin voz, a quienes nos faltan. Que así sea.

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