El Sol de Tlaxcala

Thor: Amor y trueno

- Twitter: @lamoviola

La nueva entrega del MCU –Universo Marvel, vaya–

Thor: Amor y trueno, a pesar de muchas cosas, convencion­es, lugares comunes, es un filme con un sentido de autor. El director Taika Waititi, parece que en buena medida le dio el avión a Kevin Faige –todopodero­so productor y por lo que se ve bastante impositivo– y los resultados lucen en pantalla. La película, en apariencia no se toma en serio, así se ha manejado la serie del asgardiano después de que Kenneth Branagh hizo de las suyas en 2011 con la primera entrega y la lección fue aprendida.

Thor: Amor y trueno, decanta más por una comedia ligera, romántica, que aunque maneja un guión en el que los personajes evoluciona­n en su línea dramática, se preocupa por la ligereza. Una sutil farsa y dirección de actores que jamás se pone solemne. Y eso que con otra mano, el asunto pudo ser bastante dramático. Cómo sea, el chiste se agradece y lo que aporta a estas alturas es un entretenim­iento anodino, levemente independie­nte de la serie Marvel. O sea, no hay que ser freaky, o bueno, no tanto, para entenderla.

La película tiene dos pilares; por un lado está la historia con su dosis de drama muy disneyano y algo de franco horror, que se diluye por la amabilidad de inspiració­n paródica con la que se presenta. Pero su parte fuerte, radica en el espectácul­o estético.

Se carga de referentes de filmes cómo Furia de titanes (Desmond Davis, 1981), Flash Gordon (Mike Hodges, 1980) y hasta eso al principio da sus madmaxsazo­s. Si nos ponemos un poco solemnes, se hace una reflexión, digo muy light, de la posición de los dioses ante la condición humana, e incluso algo de metaficció­n, porque como leyendas, los personajes de comics, esto lo ha marcado la sociología, siempre son sus propios seres supremos.

El caso es que a Waititi le gusta la comedia y lo hace bien. Con Thor: Ragnarok en 2017, se sintió fresco y ahora consolida el tono del personaje principal. El director de JoJo Rabbit es antisolemn­e a pesar de tener en las manos una trama que puede ser tentación para el exceso melodramát­ico.

El aspirante a gracioso Thor (Chris Hemsworth) debe salvar a los dioses de un asesino Gorr (Christian Bale, que jamás, en ningún momento se ve que se tome en serio las cosas), que quiere acabar con todas las deidades. El resentido de marras, secuestra niños asgardiano­s cual Coco de novela de Stephen King, y en esa andamos cuando aparece Jane Foster (Natalie Portman ), muy empoderada ya, en traje de Thor, para salvar la tarde. Guarda el secreto de una enfermedad mortal y bueno, eso es lo que pasa.

El filme tiene muy buenos momentos, la aparición de Russel Crowe como Zeus y el mismo Waititi la arma bien como Korg, además de algunos cameos que ya se viralizaro­n, pero que no se diga que esta columna arruina la diversión.

Claro, tiene sus lugares comunes, como una burda corrección política, de la cual se exenta el cambio de

Jane Foster, ya que todo se dio en los cómics hace varios años. Es agradable y si usted ya camina lento, pues nada que el soundtrack también vale la pena.

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