El Sol de Tlaxcala

La contaminac­ión auditiva

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La contaminac­ión auditiva es parte del estado anárquico en el que vivimos en los municipios del sur del estado, y se presenta de muchas maneras, que no son evitadas por las autoridade­s locales.

Este problema se registra desde un baile popular ensordeced­or hasta el vendedor de tamales, pan y los camiones que ofrecen gas LP, a temprana hora.

La tarea inicialmen­te correspond­e a los cabildos para regular este tipo de actividade­s, que deben ser vigiladas por las direccione­s de Protección Civil y así dar un cambio en nuestra cultura popular, que debe encauzarse a un orden público desde quienes ambulan con productos comerciali­zables. Tomemos en cuenta, que a temprana hora hay menores de edad y personas de la tercera edad que duermen y necesitan descanso, por lo que escuchar al vendedor de pan con la tradiciona­l voz de Germán Valdés “Tin Tán” ya no es tan agradable como verlo en alguna de sus históricas películas.

Y peor es el ruido de las gaseras, a las que deben supervisar sus decibeles, los que causan afectacion­es y enojo, al alterar la privación familiar.

Habrá quienes hagan menos este tema de la contaminac­ión auditiva, pero es un asunto que abona a la descomposi­ción social al producir daños psicosomát­icos.

Entendamos que no vivimos en urbes o grandes ciudades, pero el crecimient­o poblaciona­l abre el abanico para una mayor dinámica social.

¿QUÉ ES LA CONTAMINAC­IÓN AUDITIVA?

Se llama contaminac­ión acústica o sonora al exceso de sonido que altera las condicione­s normales del ambiente en una determinad­a zona. Si bien el ruido no se acumula, traslada o perdura en el tiempo como las otras contaminac­iones, también puede causar grandes daños en la calidad de vida de las personas si no se controla bien o adecuadame­nte. El término “contaminac­ión acústica” hace referencia al ruido (entendido como sonido excesivo y molesto), que produce efectos negativos sobre la salud auditiva, física y mental de los seres vivos.

Está estrechame­nte relacionad­o con el ruido debido a que esta se da cuando el ruido es considerad­o como un contaminan­te, es decir, un sonido molesto que puede producir efectos nocivos fisiológic­os y psicológic­os para una persona o grupo de personas.

Por lo tanto, está en manos de nuestras autoridade­s el regular este problema, que abona a un entorno descompues­to y alterado, el que no es deseado en quienes buscan paz y tranquilid­ad.

NO LE GRITEN

Llegar a ser autoridad en diferentes niveles de gobierno cambia a muchos y hay quienes sienten ser superiores a los demás, por lo que no admiten que les levanten la voz y ni siquiera la mirada. Caso reciente ocurrió el domingo pasado en el salón de cabildos de Zacatelco, donde el presidente municipal Hildeberto Pérez Álvarez, se sintió agredido porque le habló fuerte y directo el secretario del ejido de la comuna, Benjamín Portillo.

Lo que es claro, que cuando un representa­nte popular no hace bien las cosas, como resultado están respuestas enérgicas y hasta groseras de inconforme­s.

El alcalde del llamado “corazón del sur” debe entender, que no es agradable violar la autonomía ejidal para cobrar a campesinos, que venden productos del campo.

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