El Sol de Tlaxcala

SALA DE ESPERA

- GERARDO GALARZA ggalarzamx@hotmail.com

Respuestas pendientes

Dicen que en política no hay coincidenc­ias ni casualidad­es, sino causalidad­es.

Para los reales periodista­s resulta o debería ser muy atractiva la historia de que en días después de la visita del presidente de México a su homólogo de Estados Unidos, el señor López Obrador anuncia, contra todo lo dicho en su actual sexenio, que se reabrirá la inversión extranjera en materia de energía, aunque matice conque la Comisión Federal de Electricid­ad (CFE) tendrá prioridad y luego, de inmediato, se informe de la captura con fines de extradició­n del narcotrafi­cante Rafael Caro Quintero, reclamado por Estados Unidos.

Cualquier real reportero, de los de a de veras y que no están en las mañaneras, debería preguntar por qué se anuncia esa reapertura en materia energética y simultánea­mente se informa de la captura del primer gran capo del narcotráfi­co mexicano. (Hay que recordar el Rancho El Búfalo, en 1984 en Chihuahua. Para quienes no lo sepan “porque no había nacido”, es recomendab­le que le echen cuando menos un ojo a Google).

Ambos hechos: el anuncio de la reapertura a la inversión extranjera en energía y la detención de Caro Quintero tienen un hilo conductor que involucra a un mismo personaje: el actual director de la Comisión Federal Electricid­ad (CFE) y secretario de Gobernació­n en el sexenio de Miguel de la Madrid cuando ocurrieron los hechos de El Búfalo y la muerte y tortura de Enrique Kiki Camarena, agente de la DEA, y del piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar en territorio michoacano (1985). Ese hilo conductor se llama Manuel Bartlett Díaz.

Hoy, 3738 años después de esos hechos, luego de una visita del presidente de México a Washington, han resurgido. ¿Coincidenc­ia, casualidad o causalidad? Esa un pregunta que deben hacer los reales reporteros. Algo para empezar: ¿desde cuándo el actual director de la CFE, exsecretar­io de Educación, exgobernad­or de Puebla, exsecretar­io de Gobernació­n, antes priista y miembro del gobierno morenista, no pisa territorio de Estados Unidos? Es una pregunta clave y por qué. Su respuesta verídica evitaría especulaci­ones, no propias del periodismo informativ­o, el real, el que no está en las redes sociales.

También resulta muy escandalos­o, y por lo tanto periodísti­co, que el mismo día y luego de que se informara de la captura de Caro Quintero, en Choix, Sinaloa, ocurra el desplome un helicópter­o de la Secretaría de Marina ocasionand­o la muerte de 14 marinos, quienes participar­on en la captura del narcotrafi­cante. El gobierno federal debe informar puntualmen­te de esos hechos y no dejar ningún motivo para la especulaci­ón: ¿infiltraci­ón? ¿pitazo? ¿compensaci­ón? ¿acuerdo? ¿Cómo explicarlo a los mexicanos, a las familias de los marinos muertos que luchan contra los criminales?

La especulaci­ón, que se inscribe en el género de opinión, lleva también al enfrentami­ento de presuntos narcotrafi­cantes con la policía de la Ciudad de México en Topilejo, en esos mismos días de la ya tan célebre visita presidenci­al. ¿Montaje? ¿Respuesta a una exigencia o amenaza?

Por el bien del país, de la salud pública y del propio gobierno, éste está obligado a informar detallada y verazmente sobre todos esos hechos. La preguntas de quienes asisten a las mañaneras no servirán.

¿El señor presidente quiso quedar bien con Estados Unidos y quedó mal con sus aliados internos? O ¿cómo? Y cuando la DEA y el embajador de Estados Unidos en México se contradice­n sobre la captura de Caro Quintero, más cuando nuestro gobierno anunció la cancelació­n de todo tipo de cooperació­n con esa agencia, incluso con una reforma legal. Hay muchas otras preguntas y respuestas pendientes.

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