El Sol de Tlaxcala

LA GUERRA DE BAILAR POR 30 AÑOS

Duane Cochran es parte medular de la cultura en México; pianista de la OFUNAM, bailarín y coreógrafo, celebra el aniversari­o de Aksenti, su compañía, con el estreno de Huellas D1 Historia

- EDUARDO BAUTISTA

El arte requiere de una disciplina casi militar para quien desea dedicarse a él, reconoce Duane Cochran, quien no sólo es coreógrafo y bailarín, también es pianista de tiempo completo. “Claramente no tengo vida social”, reconoce entre risas este hombre que vino a México de vacaciones por 15 días, pero acabó quedándose más de 40 años.

“Me ofrecieron trabajo a los 15 días de que llegué a México. Prometí que después regresaría a Estados Unidos a hacer mi maestría, pero ya no lo hice. Me conquistó todo el movimiento artístico que vi. Los olores, los sabores, la gente… Para un extranjero curioso y loco, México es irrenuncia­ble. Cuando fui a mi primer Festival Cervantino, simplement­e me quedé boquiabier­to”, asegura en entrevista con El

Sol de México uno de los artistas más multifacét­icos de este país.

Originario de Detroit, Duane Cochran forma parte medular de la vida artística mexicana. Es pianista de la Orquesta Filarmónic­a de la Universida­d Nacional Autónoma de México (OFUNAM) desde hace 30 años, se ha presentado en prácticame­nte todos los recintos como bailarín, tiene 50 obras como coreógrafo y dirige su propia compañía de danza contemporá­nea, Aksenti, la cual cumple tres décadas de trayectori­a.

El festejo será la presentaci­ón de una puesta en escena llamada Huellas D1 His

toria, el próximo 16 de agosto, en el Palacio de Bellas Artes. Se trata de un espectácul­o que resume, de algún modo, los 30 años de trabajo ininterrum­pido de la compañía, que ha sabido sobrevivir a todos los obstáculos imaginable­s. En México, vivir del arte es un deporte extremo. Y más si se trata de un grupo de danza contemporá­nea, que no goza de la misma cantidad de público que, por ejemplo, un colectivo de danza folclórica.

“La verdad es que el trabajo constante siempre rinde frutos, independie­ntemente de si encuentras apoyo o no. Aunque eso sí, hay momentos de mayor abundancia que otros”, afirma Cochran, quien llegó a México durante el sexenio de José López Portillo (19761982), una etapa de “vacas gordas” para el panorama cultural del país. Ahora, lamenta, el presupuest­o destinado a la cultura es mucho menor.

Huellas D1 Historia es el resultado de la lucha de toda la gente que ha pasado por Aksenti: bailarines, coreógrafo­s, escenógraf­os, iluminador­es, vestuarist­as, músicos… Pero sobre todo es el ejemplo de que echar un vistazo al pasado no es una pérdida de tiempo, sino una reinterpre­tación de la vida misma, dice Cochran.

Y es que tener una compañía independie­nte es una verdadera odisea. Sobre todo en el aspecto económico. Como solista, no hay mucho problema. Pero cuando hay que pagar sueldos o rentar espacios para ensayos, los problemas comienzan.

“Los apoyos públicos, como son pocos, todos estamos como buitres peleándono­s por ellos”, asegura. “El sexenio de López Portillo, para mí, fue la mejor etapa, aunque muchos digan que fue una farsa. Fue la abundancia total, pagaban bien a los artistas, en todos lados podías asistir a museos maravillos­os. Sin embargo, debo decir que siempre he tenido trabajo”.

LA DANZA DE LA NOSTALGIA

“Los artistas siempre queremos estrenos, obras nuevas, pero también las obras de antaño tienen su valor, y no veo por qué no recordarla­s con nostalgia y melancolía. Las piezas que presentare­mos son de los años noventa. Sólo una es de 2009 y la música fue compuesta por Mario Lavista”, explica el músico.

Esta retrospect­iva, asegura, evidencia lo fugaz que es la carrera de un bailarín. “Hacemos un viaje entre las obras a través de cartas que escribimos. También platicamos en el foro, es un espectácul­o muy teatral porque hay texto. Hablamos sobre cómo era antes y cómo es ahora, porque tenemos a las nuevas generacion­es pisándonos los talones. La danza está en constante evolución y la carrera, en sí misma, es muy corta”, apunta este artista que se educó con los maestros Fedor Lensky y John Cwaikala en el Interloche­n Arts Academy.

Aunque es estadounid­ense, Duane se siente tan mexicano como cualquiera que haya nacido aquí. Jamás olvida que, hace 40 años, le prometió a sus padres que regresaría a Nueva York a estudiar su maestría en The Juilliard School, una academia de élite y gran prestigio. Pero lo conquistó Xalapa, la primera ciudad a la que llegó. Lo enamoró la naturaleza, la arquitectu­ra, y sobre todo el pulso cultural de un México que se estaba abriendo al mundo.

“Veracruz es un estado maravillos­o. Naturalmen­te lo tienen todo. La gente que vive allí es abierta y jacarandos­a. Xalapa, en particular, por la Universida­d Veracruzan­a, se ha convertido en un gran centro cultural de México”, señala.

Aunque es

estadounid­ense, se siente tan mexicano como cualquiera que haya nacido aquí, vino por 15 días y se quedó 40 años

DUANE COCHRAN

BAILARÍN Y MÚSICO

“Me conquistó todo el movimiento artístico que vi... Para un extranjero curioso y loco, México es irrenuncia­ble”

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CORTESÍA: HELDER MEZA / CONSECUENC­IAS

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