Psicología para resolver los problemas sociales
Es evidente
que las políticas públicas y los protocolos gubernamentales para atender los problemas sociales han fracasado.
Frente a la agitación de la gente ante la forma de trabajo del gobierno que los representa, la autoridad de cualquier nivel de gobierno simplemente no sabe qué hacer o solo sale con la perorata de siempre, de que “vamos a dialogar”, “deben seguirse los canales legales correctos” y todos los problemas serán resueltos “conforme a la ley”.
Pero nada de eso ya funciona. El gobierno ha sido rebasado por la indiferencia de las administraciones federales, estatales y municipales por atender y dar celeridad a las inconformidades de las personas.
Hay una forma de resolver las cosas, pero nadie la toma en cuenta.
Explico. En 1994, el conflicto de Amaxac de Guerrero traía en jaque al gobierno de José Antonio Álvarez Lima. Era un municipio sin ley, los grupos políticos, principalmente del Partido de la Revolución Democrática, hacían lo que se les pegaba la gana, si no les “gustaba” un alcalde el término es literal lo desconocían, tomaban la presidencia y generaban un caos que limitaba el desarrollo de esa comuna.
Harto de la situación, el gobernador ordenó al Congreso desaparecer al ayuntamiento y nombrar un Concejo Municipal integrado con cada una de las partes inconformes y presidido por quien designara el Legislativo por supuesto con el aval de Palacio de Gobierno.
Pero no solo eso, en ese caso, a petición del Ejecutivo, un juez de lo penal ordenó la detención de los directores de la Tesorería y Obras Públicas, pero perdonó al alcalde en funciones quien ofreció como testigo protegido la cabeza de esos funcionarios a cambio de que no fuera encarcelado.
“Arregle ese problema”, ordenó el Ejecutivo a Federico Barbosa Gutiérrez (+), secretario de Gobierno.
Ni tardo ni perezoso, el responsable de la política interna de la entidad, hábil, como era, buscó la forma para poner en orden los problemas de ese lugar.
Buscó muchas formas, no las hallaba, pero al final llamó a uno de sus colaboradores, experto en psicología social, y le pidió filtrarse a las conferencias de prensa, analizar qué buscaban los rijosos, qué los
La pregunta es ¿alguna vez las actuales autoridades han analizado por qué hay tantos problemas sociales en la entidad? ¿Qué mueve a la gente y qué los orilla a cometer actos irracionales?
motivaba y quién los agitaba.
El especialista se presentaba como ayudante de un reportero y, en casi dos horas de quejas, analizaba la “conducta humana y el proceso mental” de los inconformes.
La decisión dio resultados. De hecho, fue un reportaje que publicó en su momento El Sol de Tlaxcala. La conclusión fue la siguiente: quien agitaba a la gente era el sacerdote del pueblo porque no quería perder sus canonjías (uso de los programas sociales) ni sus intereses personales, mientras que el alcalde había perdido la razón por el amor de una mujer que supuestamente era “odiada” por la población. Motivos seguramente habría con o sin razón muchos.
Ahora, la pregunta es ¿alguna vez las actuales autoridades han analizado por qué hay tantos problemas sociales en la entidad? ¿Qué mueve a la gente y qué los orilla a cometer actos irracionales?
Por qué no analizar su comportamiento desde el tema psicológico. No vamos lejos, eso hace la Agencia Central de Inteligencia en Estados Unidos de América.
Para los especialistas en esta área no existe la prospectiva (ciencia que se dedica al estudio de las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución de la gente y la previsión de las situaciones que podrían derivarse en sus influencias conjugadas), eso ya es cosa del pasado, allá van por avanzada.
Tlaxcala sigue en el camino incorrecto. O cómo explicar a que en forma permanente hay tomas de alcaldías, “secuestros” de funcionarios, acusaciones con o sin fundamento, linchamientos, protestas públicas e inconformidades al por mayor por cualquier motivo.
Algo está mal y las autoridades no saben cómo resolverlo.