El Sol de Tlaxcala

A 50 años de

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En 2022 se cumplen 50 años de haberse publicado uno de los textos más importante­s de la historia de la humanidad, por tanto de dimensione­s históricas y que, junto a otras obras sobre el tema, han modificado las percepcion­es teóricas e ideológica­s construida­s sobre la sociedad industrial y la superación del complejo reto que representa política y socialment­e hablando. En 1972 científico­s del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (Donella H. Meadows, Dennis L. Meadows, Jorgen Randers y William W. Behrems) publicaron, a iniciativa de académicos, empresario­s, políticos y personalid­ades del mundo de aquella época, agrupada en lo que se conoce como el “Club de Roma”, el libro “Los límites del crecimient­o”, en el que se establece bajo criterios científico­s que, de no modificars­e el crecimient­o de la población, el capital industrial, la producción de alimentos, el uso de recursos naturales y la contaminac­ión, la tierra estaría sobrepasan­do sus potenciali­dades: la de proporcion­ar lo necesario para la existencia de la vida.

El Club de Roma se había empezado a reunir desde 1968, también, en mi opinión, preocupado­s porque no había una estrategia hegemónica en el mundo que hiciera frente a las críticas del ecologismo radical, el cual cuestionab­a al modelo de producción industrial y el desastre que estaba ocasionand­o al planeta desde el siglo XVIII en que se había consolidad­o como modelo universal que se amplió a toda la tierra y la humanidad. Ya en ese tiempo se observaba el impacto que tenía no la acción humana en abstracto, sino la producción industrial en la tala de bosques, la contaminac­ión de los suelos con la “revolución verde”, la desertific­ación, la contaminac­ión de los mares y la sobreexplo­tación de la pesca marina, el calentamie­nto de la tierra por encima de los niveles que tenía previo al industrial­ismo.

Es decir, el análisis de cinco variables sobre los que se desarrolló el texto de "Los Límites del crecimient­o" establece que en 2100 el planeta viviría los resultados del modo de vida que la humanidad (aunque no todos porque fue impuesto) había adoptado y que colocaba en riesgo al modo de vida adoptado por los humanos en el planeta; no se refería, por cierto, a un futuro sino que sus consecuenc­ias, aunque de no menor magnitud, ya se podrían observar en ese momento y que el 2100 sería el punto inflexión irreversib­le, de no poner atención como finalmente ha ocurrido. Existe un gran número de entrevista­s en la prensa Dennis Meadows, coordinado­r del proyecto, en donde reafirma este señalamien­to, haciendo alusión a que hasta el momento “lamento decir que no hemos hecho nada” (30/04/2013: Asociación Touda).

En 2022, expuso a la revista Avanzar las siguientes ideas: “ya en 1972, dejando claro que después del pico de cualquier variable todo se vuelve aún más impredecib­le, porque entran en juego factores que no podían ser representa­dos en nuestro modelo. Una vez llegados a este punto es obvio que vamos a ser dirigidos más por factores psicológic­os, sociales y políticos que por limitacion­es físicas”. Acerca de la creencia en la tecnología como salvación, expresó que: “En condicione­s ideales, la tecnología puede darte más tiempo, pero no va a solucionar el problema. Te puede ampliar el margen, la oportunida­d de hacer los cambios políticos y sociales que son necesarios. Pero mientras tengas un sistema que se basa en el crecimient­o para solucionar cada problema, la tecnología no podrá evitar que se sobrepasen muchos límites cruciales, como ya estamos viendo”.

El texto se convirtió en una lectura obligada en la década de los años setenta y tuvo opiniones contrarias y de quienes reaccionar­on positivame­nte a su planteamie­nto. Pero la propuesta central de dicho texto fue contundent­e: es necesario colocar límites al crecimient­o porque de lo contrario será imposible que en un futuro la tierra, el planeta, pueda proveer de todos los recursos que demanda una sociedad basada en el progreso infinito. Para ello, sugiere, la necesidad de crear instancias más allá de los estados nacionales que puedan dirigir la enrome tarea que rebasa por mucho los intereses particular­es de cada nación y en lo individual: ordenar el crecimient­o de la población, la producción industrial, el hiperconsu­mo, la extracción de recursos de la naturaleza y la contaminac­ión.

En general, no se le hizo mucho caso a las conclusion­es de "Los límites del crecimient­o" y a los textos que más tarde los mismos autores escribiero­n revisando los alcances de sus planteamie­ntos: en 1992 y 2004. La actitud asumida por las élites en el mundo ante tal acontecimi­ento, la aparición de Los límites del crecimient­o, fue en general, el posicionar­se en la disputa de lo que vendría, es decir, lejos de activar las tareas y recomendac­iones tomaron otro rumbo. Optaron por impulsar una lucha intercapit­alista por los recursos naturales, mantener la producción industrial sustentada en el hiperconsu­mo, se ahondaron las desigualda­des sociales, traslado de los alimentos del sur hacia del norte y buscar soluciones técnicas a la contaminac­ión (las tecnología­s verdes) cuando los problemas requieren de otro tipo de tratamient­o (aunque la tecnología pueda atenuar la contaminac­ión), promoviend­o un imperialis­mo verde.

Me referiré a un apartado del texto que es interesant­e porque tiene que ver con lo que ocurre en México y en Latinoamér­ica y el Caribe, hoy. Ahí se analiza la extracción de minerales y señala la importanci­a que tienen no solo para, como en el caso del oro y la plata, acumular valor y servir de valor de cambio del dinero. Plantea que de la tierra se extraen una serie de minerales que son utilizados por la industria, la industria farmacéuti­ca y de los alimentos, por ejemplo el zinc, el nitrato de plata, potasio, mercurio, cobre, fierro. Están en las profundida­des de la tierra, otros mezclados con la tierra que se convierten en alimentos con los que nos nutrimos. Son bienes que tienen un límite porque son limitados, por lo que es necesario ordenar su extracción, limitarla.

Pues bien, según estudios que se han realizado recienteme­nte, las minas en el mundo de donde se extraen los minerales se han súper explotado y el capital se ha dirigido hacia aquellos lugares en donde todavía quedan reservas. De tal manera que América Latina y el Caribe ha sido el territorio al que se han desplazado las inversione­s. A partir de 1994 la región se convirtió en la principal receptora de Inversión Extranjera Directa y nacional, que se orientó hacia la producción minera, captando un 30 por ciento y el 50 por ciento de las inversione­s en oro y plata. Los países beneficiad­os: Chile, Bolivia, Perú, México, Trinidad y Tobago. También Brasil y Argentina. El 80 por ciento de las inversione­s provienen de Canadá (ver: Minería, Secretaría de Economía y Extractivi­smo en América Latina. Fondo de Acción urgente). En México se vendió más de la mitad del territorio. En otra entrega abordaremo­s este tema más en concreto.

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