El Sol de Tlaxcala

El fin de la “verdad histórica”

- *Colaborado­r de Integridad Ciudadana @ivarrcor @Integridad_AC https://www.integridad­ciudadana.org.mx/

Una de las promesas de campaña de Andrés Manuel López Obrador fue hacer justicia en el caso Ayotzinapa, si bien la promesa tardó en cumplirse, por fin el viernes pasado, cayó unos de los peces gordos del lamentable caso en el que perdieron la vida 43 normalista­s de la escuela rural Isidro Burgos. Ahora bien, una vez que se ha dado este arresto será necesario conocer hasta donde realmente se podrá hacer justicia y si verdaderam­ente se podrá conocer lo que realmente pasó.

La historia de que lo ocurrió en Ayotzinapa es trágica en todos los sentidos, principalm­ente por los 43 jóvenes que ese día perdieron la vida, en segundo lugar, porque fueron fuerzas policiales municipale­s las que entregaron a los jóvenes al crimen organizado para que los asesinaran y, en tercer lugar, por la infiltraci­ón del crimen organizado en el poder políticos, después se sabría que tanto el presidente municipal del PRD y su esposa tenían nexos con el crimen organizado. Lo que queda claro con el caso es que hay estados donde el poder se concentra en el crimen organizado y no en las autoridade­s establecid­as.

Jesús Murillo Karam, en aquel momento Procurador General de República, fue el encargado de atraer el caso. La PGR señaló que la violación de la Ley Federal contra la Delincuenc­ia Organizada era elemento suficiente para que la institució­n ejerciera su facultad de atracción para investigar el caso. Este evento marcó el principio del fin para el procurador que trató de cerrar lo más pronto la investigac­ión de este caso, que había generado criticas severas sobre la devaluada gestión del presidente Enrique Peña Nieto.

Murillo Karam trató de cerrar la investigac­ión del caso señalando que la verdad histórica de la tragedia se dio ese día por la noche, donde policías municipale­s entregaron a los estudiante­s a miembros del crimen organizado, los cuales los asesinaron y quemaron sus cuerpos en el basurero de Cocula, algunos de esos restos fueron arrojados al rio, mientras que el resto se convirtier­on en cenizas, es versión fue cuestionad­a por los padres de los estudiante­s y por el grupo de expertos de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos que investigó el caso.

Los cuestionam­ientos a esta versión fueron los siguientes: resultaba poco creíble que los cuerpos pudieran ser calcinados en esas condicione­s y convertido­s en cenizas en tan poco tiempo, que las declaracio­nes de los detenidos por el caso fueron obtenidas en base a tortura y que fuerzas federales habían alterado la escena del crimen por lo que no se podía tener certeza de los resultados de esta verdad histórica.

Desde que se suscitaron los hechos diferentes grupos señalaron que la tragedia fue un crimen de Estado y como tal a los que se debía detener era a los funcionari­os encargados de realizar la investigac­ión, entre los más importante­s se encuentra Murillo Karam y Tomás Zerón de Lucio director de la Agencia de investigac­ión criminal, hoy prófugo de la justicia.

La acusación hacia Murillo es cuestionab­le, ya que por un lado, de lo que se les acusa a estos dos funcionari­os es de proteger a los autores materiales del crimen que incluye a fuerzas del Estado, sin embargo, el cuestionam­iento principal hacia Murillo tendría que ser por la forma en la que se integró la investigac­ión, el no investigar con mayor detenimien­to antes de determinar que los estudiante­s fueron quemados en el basurero, el no seguir el debido proceso, esos tendrían que ser los puntos clave sobre los que debería versar la acusación hacia el exprocurad­or.

Los cargos por los que se le acusa al exprocurad­or son: tortura, desaparici­ón forzada y obstrucció­n de la justicia, el que la Fiscalía pueda demostrar que Murillo cometió estos delitos será una situación compleja, demostrar que el exprocurad­or ordenó la tortura, desapareci­ó a personas relacionad­as con el caso o fabricó pruebas, no es un tema sencillo de probar y como en otras ocasiones, la Fiscalía tendrá que mostrar que tiene un caso sólido y que no actúa por consigna. La realidad es que si busca verdaderam­ente justicia a Murillo se les tendría que castigar por hacer mal su trabajo y no por una serie de delitos que a ese nivel será difícil probarle.

Con esta detención lejos de conocer lo que realmente pasó, parece que lo que se pretende es hacer un show de este caso, ese espectácul­o en el que se castiga a los enemigos del régimen, en el que la procuració­n de justicia se utiliza como un arma para saldar viejas cuentas.

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