El informe de gobierno como un acto político
Los gobiernos en tanto representación programática de un ideario político requieren de aprobación ciudadana, colocarse en cuestión y diferenciarse respecto del resto de las opciones políticas que circundan en regímenes democráticos. En función de este propósito central es conveniente destacar a los informes de gobierno como un acto fundamentalmente político, más allá de las previsiones técnicas que pueden presentarse como elementos relevantes. Es –en realidad– un ejercicio de comunicación, de reafirmación ideológica y de pedagogía política.
Dicho ejercicio discursivo y de diferenciación política frente a las múltiples opiniones y oposiciones es idealmente positivo, estratégicamente viable y socialmente necesario. La condición de ideal se cumple en tanto en un régimen democrático sujeto a las reglas de transparencia y rendición de cuentas, el ejercicio del poder se aleja de prácticas autocráticas y se posiciona en una lógica de escrutinio permanente en la que población tiene la oportunidad de conocer el estado que guarda la administración pública. La característica de viable, a partir de consideraciones estratégicas, está inherentemente ligada a la búsqueda de aprobación popular y bonos de aceptación para tener más y mejores oportunidades de emprender acciones desde la confianza ciudadana. Por último, es socialmente viable porque los ejercicios de rendición de cuentas en una sociedad informada y plural son sanos, además permite disuadir la fuerza de cercos informativos o –en la era de posverdad– de la distorsión de la realidad a partir de fake news.
En el caso de México, el 01 de septiembre de 2022 se presentó el Cuarto Informe de Gobierno, el acto del Presidente Andrés Manuel López Obrador responde directamente a esa noción de acto político. En la consideración de lo deseable, resulta fundamental indicar que la otra cara del informe –aquella centrada en elementos
técnicos y administrativos– no debe ser menor o accesoria. Al final de cuentas, el discurso político debiera construirse desde lo fáctico, lo real, lo que acontece. Lógicamente el informe de gobierno realmente debería mostrar los resultados preliminares de los programas y políticas públicas; el estado que guardan las organizaciones gubernamentales sobre en todo en materias como la seguridad y política social; así como los retos a enfrentar en el año de gobierno en curso. Para lograrlo debería recurrir a la evidencia, manifestar los logros y resultados a través de datos (en el mejor de los casos abiertos) a partir de los cuales la población pueda formular sus propias preguntas, analizarlos y confrontarlos con otras fuentes de información.
Empero, esa cultura política orientada hacia la apertura gubernamental aún enfrenta resistencias. En el mediano y largo plazo, los informes de gobierno, además de constituirse como actos políticos, deberán insertarse en un nuevo modelo relacional con la población a la que informa sobre la gestión pública y sus avatares.
Más allá de este horizonte deseable en términos de la confección del informe, es notorio que el acto simbólico y discursivo siempre arroja elementos para el análisis político. A propósito destacan tres rasgos distintivos del informe emitido por el Presidente de la República que lo pueden calificar a la luz de las opiniones de la población y que, además, está en función de una consistencia discursiva y estrategia política: el primero es la reiteración de la diferencia con el pasado, ahí el Presidente recupera la distinción de dos bloques, uno interesado en el proyecto nacional en favor de los intereses del pueblo y otro manifestado en defensa de los intereses privados; el segundo es una evaluación hacia el interior del gobierno, entonces destaca las políticas de austeridad y la nuevas reglas no escritas en el servicio público me
En el mediano y largo plazo, los informes de gobierno, además de constituirse como actos políticos, deberán insertarse en un nuevo modelo relacional con la población a la que informa sobre la gestión pública y sus avatares.
xicano; el tercero (quizás la más relevante en términos programáticos y de interés ciudadano) estuvo focalizado en términos de política social y argumentó éxitos en materias de salud, educación, combate a la pobreza, etcétera.
No obstante estos rasgos distintivos son también fuente de crítica y revisión exhaustiva. Así debiera entenderse –por parte de las otras opciones política que cohabitan en un régimen democrático– para responder en la misma lógica política y abrir el debate de manera amplía hacia la población a partir de la contrastación. Desafortunadamente, parece que la oposición partidista, no logra entender el informe de gobierno en esa de lógica de acto político. Es, en realidad, una oportunidad democrática invaluable.