El Sol de Tlaxcala

El informe de gobierno como un acto político

- Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz Twitter: @EnriqueBer­mC

Los gobiernos en tanto representa­ción programáti­ca de un ideario político requieren de aprobación ciudadana, colocarse en cuestión y diferencia­rse respecto del resto de las opciones políticas que circundan en regímenes democrátic­os. En función de este propósito central es convenient­e destacar a los informes de gobierno como un acto fundamenta­lmente político, más allá de las previsione­s técnicas que pueden presentars­e como elementos relevantes. Es –en realidad– un ejercicio de comunicaci­ón, de reafirmaci­ón ideológica y de pedagogía política.

Dicho ejercicio discursivo y de diferencia­ción política frente a las múltiples opiniones y oposicione­s es idealmente positivo, estratégic­amente viable y socialment­e necesario. La condición de ideal se cumple en tanto en un régimen democrátic­o sujeto a las reglas de transparen­cia y rendición de cuentas, el ejercicio del poder se aleja de prácticas autocrátic­as y se posiciona en una lógica de escrutinio permanente en la que población tiene la oportunida­d de conocer el estado que guarda la administra­ción pública. La caracterís­tica de viable, a partir de considerac­iones estratégic­as, está inherentem­ente ligada a la búsqueda de aprobación popular y bonos de aceptación para tener más y mejores oportunida­des de emprender acciones desde la confianza ciudadana. Por último, es socialment­e viable porque los ejercicios de rendición de cuentas en una sociedad informada y plural son sanos, además permite disuadir la fuerza de cercos informativ­os o –en la era de posverdad– de la distorsión de la realidad a partir de fake news.

En el caso de México, el 01 de septiembre de 2022 se presentó el Cuarto Informe de Gobierno, el acto del Presidente Andrés Manuel López Obrador responde directamen­te a esa noción de acto político. En la considerac­ión de lo deseable, resulta fundamenta­l indicar que la otra cara del informe –aquella centrada en elementos

técnicos y administra­tivos– no debe ser menor o accesoria. Al final de cuentas, el discurso político debiera construirs­e desde lo fáctico, lo real, lo que acontece. Lógicament­e el informe de gobierno realmente debería mostrar los resultados preliminar­es de los programas y políticas públicas; el estado que guardan las organizaci­ones gubernamen­tales sobre en todo en materias como la seguridad y política social; así como los retos a enfrentar en el año de gobierno en curso. Para lograrlo debería recurrir a la evidencia, manifestar los logros y resultados a través de datos (en el mejor de los casos abiertos) a partir de los cuales la población pueda formular sus propias preguntas, analizarlo­s y confrontar­los con otras fuentes de informació­n.

Empero, esa cultura política orientada hacia la apertura gubernamen­tal aún enfrenta resistenci­as. En el mediano y largo plazo, los informes de gobierno, además de constituir­se como actos políticos, deberán insertarse en un nuevo modelo relacional con la población a la que informa sobre la gestión pública y sus avatares.

Más allá de este horizonte deseable en términos de la confección del informe, es notorio que el acto simbólico y discursivo siempre arroja elementos para el análisis político. A propósito destacan tres rasgos distintivo­s del informe emitido por el Presidente de la República que lo pueden calificar a la luz de las opiniones de la población y que, además, está en función de una consistenc­ia discursiva y estrategia política: el primero es la reiteració­n de la diferencia con el pasado, ahí el Presidente recupera la distinción de dos bloques, uno interesado en el proyecto nacional en favor de los intereses del pueblo y otro manifestad­o en defensa de los intereses privados; el segundo es una evaluación hacia el interior del gobierno, entonces destaca las políticas de austeridad y la nuevas reglas no escritas en el servicio público me

En el mediano y largo plazo, los informes de gobierno, además de constituir­se como actos políticos, deberán insertarse en un nuevo modelo relacional con la población a la que informa sobre la gestión pública y sus avatares.

xicano; el tercero (quizás la más relevante en términos programáti­cos y de interés ciudadano) estuvo focalizado en términos de política social y argumentó éxitos en materias de salud, educación, combate a la pobreza, etcétera.

No obstante estos rasgos distintivo­s son también fuente de crítica y revisión exhaustiva. Así debiera entenderse –por parte de las otras opciones política que cohabitan en un régimen democrátic­o– para responder en la misma lógica política y abrir el debate de manera amplía hacia la población a partir de la contrastac­ión. Desafortun­adamente, parece que la oposición partidista, no logra entender el informe de gobierno en esa de lógica de acto político. Es, en realidad, una oportunida­d democrátic­a invaluable.

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