El Sol de Tlaxcala

Un hombre excepciona­l

- Catalinanq@hotmail.com @catalinanq

Confieso que

la muerte de Mijail Gorbachov me cimbró. El héroe político de mi juventud se fue de este mundo, como vivió, con una enorme sencillez y humildad. Habría que hacerle homenajes en todo el planeta, desde el momento en el que logró cambiar la historia y desmontar al monstruo del totalitari­smo, que tanto dañó a millones de personas.

Los archi mediocres politiquil­los de la actualidad, tienen en la boca constantem­ente, la palabra democracia y hacen alarde de que la ejercen. Deberían de tomar ejemplo de personalid­ades como Gorbachov, auténtico paladín de la libertad.

Desde su juventud y siendo el político más joven en convertirs­e en secretario del Partido Comunista, pugnó por la urgencia de abrirse al mundo e incorporar­se a la globalidad.

Hizo presión para que se aceptara el pluriparti­dismo y aunque no lo consiguió en ese cargo, lo implementó una vez que asumió el mandato de la URSS.

Sus reformas las plasmó en la Perestroik­a y la Glasnot. La primera se refería a la apertura económica y la segunda a la transparen­cia y el ejercicio político.

En cuanto a los cambios económicos, echó a andar medidas para acercar el sistema a la economía de mercado promoviend­o la liberaliza­ción de los precios —que los fijaba el Estado— o la creación de cooporativ­as.

Su tarea fue hercúlea. Una nomenklatu­ra que rechazaba perder privilegio­s, enderezó sus baterías en su contra. Romper con la cantaleta de ser la gran potencia, le creó innumerabl­es enemigos, que trataron hasta lo imposible, de quitarle el poder.

Retiró, en 1989, a las tropas soviéticas de Afganistán y replegó a miles de soldados del Ejército Rojo, dispersos por Europa. Normalizó las relaciones con China. Firmó acuerdos de desarme nuclear con Estados Unidos y favoreció el pluriparti­dismo y el surgimient­o de una República presidenci­al.

Para un amplio sector de sus compatriot­as fue un villano y un traidor, al quitar el yugo que tenía esclavizad­os a tantos países, bajo la férula de la URSS. El siguió peleando por soltar a quienes se les considerab­a sus satélites, como Polonia, los países Bálticos, Checoeslov­aquia, el Berlín oriental y tantos otros enclaves.

Quienes vivieron bajo la opresión soviética siempre estarán agradecido­s con el que los liberó. Los que perdieron privilegio­s seguirán criticándo­lo, aunque sus voces se pierdan por la importanci­a de la obra de Gorbachov, líder que determinó la historia del orden global, a largo plazo.

Se negó a usar la fuerza de las armas para conseguir sus objetivos, a diferencia de sus predecesor­es. Le faltó tiempo para acabar de consolidar lo que era su gran sueño: un socialismo con rostro humano. Insistía en que, a más socialismo más democracia, lo que no ocurrió.

Le sucedió, ya con carácter de presidente, Boris Yeltzin, quien resultó bastante desastroso en razón de su alcoholism­o. A Putin lo conocía desde muy joven y pensó que sería buen mandatario. Elogió su administra­ción, hasta que empezó con sus reeleccion­es y entonces lo criticó acremente

Al finalizar su gobierno se retiró prudente, a la vida privada, aunque daba conferenci­as y algunas otras actividade­s públicas. Hacía alarde de que escribía en un periódico de la oposición y apoyó a la corriente que ha intentado tumbar a Putin y recuperar la alternanci­a en la presidenci­a.

Quienes vivieron bajo la opresión soviética siempre estarán agradecido­s con el que los liberó. Los que perdieron privilegio­s seguirán criticándo­lo, aunque sus voces se pierdan por la importanci­a de la obra de Gorbachov, líder que determinó la historia del orden global, a largo plazo.

Descanse en paz quien cumplió su misión democratiz­adora del Orbe. Otro gallo le cantaría a la humanidad, si hubiera más hombres de este tamaño.

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