Realismo político
La realidad es que no sabemos a ciencia cierta cuál fue el tono, mensaje y tópicos abordados durante estas reuniones, pero creo lo que vimos fue una lección de realismo político y de política internacional en su forma más pragmática
Esta semana el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken visitó México y también se reunión con el primer mandatario y con los miembros del gabinete del gobierno mexicano. Mucho se habló y se especuló sobre cuál había sido la agenda y los temas de discusión que se tuvieron durante este encuentro, aludiendo a los asuntos más álgidos de la relación bilateral (como es migración, seguridad, energía, etc.). La realidad es que no sabemos a ciencia cierta cuál fue el tono, mensaje y tópicos abordados durante estas reuniones, pero creo lo que vimos fue una lección de realismo político y de política internacional en su forma más pragmática.
Veamos la razón: al final del día se impuso la realidad en la interacción entre ambas delegaciones. Si analizamos con detenimiento, cada parte se enfocó en lo que más le importa. Por parte de México, se habló de que habría un posicionamiento en materia de resolución de controversias en el tema energético durante las fiestas patrias, mismo que ha sido reconsiderado, y por parte de
Estados Unidos se aprecia una actitud por parte del Departamento de Estado (y por ende de la Casa Blanca) con tonalidad conciliadora, sin hacer aspavientos de los puntos de desencuentro y buscando acuerdos de alto nivel para seguramente avanzar en lo que más le interesa.
Ambas partes pudieron actuar de otra forma. Ambos lados de la mesa de negociación pudieron haber no hecho caso de los llamados a la prudencia y actuar con urgencia, sin mucho raciocinio y con ligereza. Pero al final del día la estrategia fue más importante y se impuso la política real y la forma mucho más realista y útil de hacer que las cosas funcionen entre ambos países. Creo que ello debe reconocerse, porque al final de cuentas ambos dependemos mutuamente del otro en esta interacción.
Luego entonces, si al final el resultado fue positivo, ¿por qué razón había tanta especulación sobre la estridencia de la relación? Como lo apuntamos hace unas semanas, ello se debe a que cada delegación y cada gobierno le habla a su público. Hay dos audiencias, la de adentro y la de afuera de casa (y ello es válido en ambos lados del Río Bravo).
Cada una de ellas tienen intereses diferentes, comprensiones e ideas diversas y esperan cosas que quizá sean inoperables en la realidad, pero que se oyen bien en el discurso. En ese sentido, creo que hemos visto una clase magistral de política real: hablar para el público que lo escucha a uno, pero tejiendo fino de tal manera que el discurso y la acción vayan encaminados de forma respectiva a nuestras posiciones e intereses. Es una lección que vale la pena aprender.