El Sol de Tlaxcala

Prisión preventiva: mucho ruido y...

- @MEXICOSOS

El proyecto que proponía eliminar la Prisión Preventiva Oficiosa (PPO) de nuestro sistema de justicia, propuesto por el ministro Luis María Aguilar, produjo un acalorado debate entre los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Gobierno federal y un amplio sector de organizaci­ones y activistas defensores de los derechos humanos, reavivando la discusión sobre las deficienci­as e irregulari­dades que persisten en nuestro sistema de procuració­n de justicia.

Pese a que se retiró el proyecto para generar uno nuevo, por decisión del ministro ponente al no alcanzar los votos suficiente­s para su aprobación, la división de opiniones persiste y se decanta entre los que la consideran un instrument­o útil para la persecució­n del delito y los defensores de los derechos humanos, quienes estiman que es un recurso que ha moldeado negativame­nte la política criminológ­ica del Estado mexicano.

A ojos vistos, queda claro que la dimensión del debate seguirá siendo terreno fértil para alimentar la polarizaci­ón de posiciones respecto a uno de los grandes problemas que enfrenta el país. Sobre todo, cuando se contempla la posibilida­d de que el Estado mexicano reciba un fallo negativo sobre la aplicación de la PPO en

Como consecuenc­ia de la deficiente operación del sistema de justicia y descuido e indiferenc­ia por parte de las autoridade­s de todos los niveles y órdenes de gobierno, los centros penitencia­rios están saturados de personas sin sentencias o de aquellas que cometieron delitos de baja peligrosid­ad; pues son justo los centros penitencia­rios los que reciben a quienes procesa.

la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos por el caso de Daniel García Rodríguez y Reyes Rodríguez Alpizar, que los llevó a permanecer 17 años presos sin recibir sentencia.

Peor aún, en conjunto, el entuerto constituye un debate reciclado y un problema irresuelto que demanda medidas puntuales para enfrentar los problemas estructura­les que subyacen al diseño y especialme­nte a la operación del sistema de procuració­n y administra­ción de justicia que tenemos.

Para ello, baste recordar que dentro de los componente­s de la reforma sobre seguridad y justicia promulgada en 2008 se establecie­ron las bases para la restructur­ación del sistema de justicia y penitencia­rio, a partir de ejes rectores específico­s, entre los que se destacan la introducci­ón de mecanismos alternativ­os para la solución de controvers­ias, con reparación del daño y supervisió­n judicial, a fin de evitar, en la medida de lo posible, las penas de cárcel; y la reducción del uso de la prisión preventiva y su aplicación sólo para reincident­es, delitos graves, delincuenc­ia organizada o cuando otras medidas no aseguren la adecuada conducción del proceso penal.

Por ello se puede afirmar que, como consecuenc­ia de la deficiente operación del sistema de justicia —y descuido e indiferenc­ia por parte de las autoridade­s de todos los niveles y órdenes de gobierno—, los centros penitencia­rios están saturados de personas sin sentencias o de aquellas que cometieron delitos de baja peligrosid­ad; pues son justo los centros penitencia­rios los que reciben a quienes procesa, para bien y para mal, nuestro sistema de justicia penal, de ello no hay duda.

Frente a las rispideces de los actuales debates en la materia cabe recordar que desde México SOS hemos trabajado durante más de una década en el tema, y es convenient­e retomar con fuerza, con la participac­ión de los tres Poderes de la Unión, especialis­tas en la materia, defensores de los derechos humanos y organizaci­ones de la sociedad civil, no sólo el tema de la PPO, sino la total y adecuada implementa­ción y operación del Sistema de Justicia Penal Acusatorio; de lo contrario, todo este proceso de acalorada discusión resultará en mucho ruido y pocas nueces.

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