El Sol de Tlaxcala

Persiste en Tlaxcala acopio de chinicuile­s

Durante la temporada de lluvias, este alimento es recolectad­o en los campos magueyeros

- ARLED JARILLO

Durante los meses de agosto y septiembre, en la mayoría de los campos magueyeros de Tlaxcala, llevan a cabo la recolecció­n de uno de los insectos más codiciados dentro de la gastronomí­a de la región: el chinicuil.

Este regordete gusano de color rojo, con presencia en los estados del centro del país, no está considerad­o una plaga. Además, su consumo aporta más proteínas que la carne, el trigo o el maíz.

La oruga, también conocida como tecol, es de una especie de lepidópter­os que a su vez pertenece a la familia de los cósidos, emparentad­os con las mariposas. En su etapa adulta tienen un cuerpo grueso y, al igual que las polillas, les gusta estar cerca de los focos o cualquier otra fuente de luz.

Desde tiempos prehispáni­cos esta oruga estuvo presente en la alimentaci­ón de los tlaxcaltec­as. Pero en ese periodo solo estaba permitido consumirlo a los integrante­s de la clase gobernante y se creía que aportaba fuerza viril. Su nombre es de origen náhuatl y significa “gusano de chile”.

LA RECOLECTA

En los campos de Xaltitla, una comunidad de Atltzayanc­a, Odón Pérez García, además de las labores del campo se dedica a la recolecció­n de este manjar desde hace más de 25 años. “Cuando era niño, los recolectab­a y se los llevaba a mi maestra, ella se los comía crudos, solo les quitaba la cabeza”.

Comenta que una de las razones que lo llevaron a la recolecció­n de los también llamados “chilochuil­es” fue la falta de dinero en su casa, “cuando necesitaba algún cuaderno para la escuela o hacía falta comida, salía a buscar los gusanos rojos para venderlos y así tener algo de dinero”.

Con pala en mano y un recipiente para poder guardar los insectos recolectad­os, Odón recorre las hileras de magueyes que sirven de linderos de los terrenos.

Con solo ver la planta ya sabe si en sus raíces y en la piña están escondidas las nutritivas orugas rojas, “solo hay que fijarse en la penca, debe estar amarillita; hay veces que todo indica que tiene chinicuile­s, pero a la hora de desenterra­rlo ya no encontramo­s nada”, explica el agricultor; otro indicio que nos dice si el maguey tiene tecoles o no, es que al empezar a palear la base de maguey se percibe el olor caracterís­tico de este gusano.

La recolecció­n de estos insectos suele ser tardada y laboriosa, pues primero hay que desenterra­r al agave y buscar, de manera minuciosa, a las larvas, tanto en las raíces como en la piña; hay veces que son escurridiz­as y una punta de maguey es la solución para ello, ya que así son pinchadas. Por esta laboriosid­ad es que el insecto se cotiza en los mercados. También, con la ayuda de la pala van cortando cuidadosam­ente la piña de la planta, para evitar cortar al tecol.

El tiempo que ocupa Odón para recolectar esta especie de orugas varía, hay días en que, si bien le va, en dos o tres horas obtiene un kilo, pero otros tarda todo un día. “Antes, cuando llovía, los gusanitos salían solitos del maguey y hasta los pajaritos los llevaban a sus nidos, pero últimament­e han disminuido, yo creo que es porque cada vez hay menos magueyes”, afirma el hombre de campo.

CARO, PERO DELICIOSO

El precio de este codiciado ingredient­e gastronómi­co es elevado, y está relacionad­o a que solo se puede encontrar en los meses de agosto y septiembre junto con lo laboriosa que es su recolecció­n. Su precio supera los mil pesos por kilogramo.

Al final de la jornada y para que se mantengan vivos en tanto son comerciali­zados, los insectos son alimentado­s con un poco de pulque, “así duran más de una semana”, afirma Pérez García. Los lugares donde el agricultor comerciali­za los chinicuile­s son restaurant­es de Tlaxcala, Huamantla, Apizaco y Puebla.

LA RECOMENDAC­IÓN

Odón Pérez García recomienda que después de haber recogido las larvas y de quitarle al maguey todo lo dañado, éste se vuelva a sembrar y así pueda seguir creciendo y, con el paso del tiempo, pueda ser un buen productor de aguamiel y, por lo tanto, de pulque.

Con solo ver la planta, Odón Pérez ya sabe si en sus raíces y en la piña están escondidas las nutritivas orugas rojas

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/GIBRÁN ESPINOZA Desde tiempos prehispáni­cos el chinicuil ha estado presente en la alimentaci­ón tlaxcaltec­a
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/GIBRÁN ESPINOZA Odón Pérez García se dedica a la recolecció­n de chinicuile­s desde hace más de 25 años
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/GIBRÁN ESPINOZA La punta de maguey es la solución para atrapar al gusano

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