El Sol de Tlaxcala

El Ejército mexicano

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El ejército mexicano en general es muy distinto a los ejércitos latinoamer­icanos. Como es del dominio público, el mexicano, es el resultado de una revolución, la mexicana, que no experiment­aron ni vivieron los países latinoamer­icanos y caribeños a excepción de Cuba y Nicaragua. El nacimiento de las actuales fuerzas mexicanas las data Adolfo Gilly (ver La Revolución Interrumpi­da) durante el aniquilami­ento del ejército porfirista en las batallas que se llevaron a cabo en el centro del país, cuando el tsunami de la revolución se acercaba a la Ciudad de México.

Antes de la revolución mexicana, la composició­n del ejército se miraba al estilo de los viejos ejércitos europeos, hechos para dominar a la población que se encontraba encerrada en los límites de las fronteras creadas por los nacientes estados nacionales. La función de las fuerzas armadas como un elemento para defender sus fronteras siempre ha estado presente y en diferentes épocas de la vida de la nación mexicana ha tomado diversos matices según los tiempos de que se trate. La amenaza externa es cierta, pero lo fundamenta­l era controlar a los “subversivo­s”. En la era posindepen­dentista era obvio el interés de España y otras naciones imperiales por reconquist­ar México y el ejército local tuvo ese matiz de defenderse de las invasiones.

Intelectua­les eurocciden­tales como Max Weber definió al Estado y a sus ejércitos como los poseedores del monopolio de la fuerza, del ejercicio de la violencia. El número de habitantes del país definía cuántos integrante­s del ejército deberían conformar la fuerza militar. Y así opinaban los intelectua­les porfirista­s durante el gobierno de Madero, como Francisco Bulnes. El criterio era que el número de integrante­s del ejército se debería deducir del número de habitantes del país: el número suficiente para controlar a los habitantes. Con el detalle, no menor, de que el ejército europeo y de EU (países imperiales) es el de una fuerza invasora, conquistad­ora (Torres Hernández, Miguel Ángel. (2020). Balance historiogr­áfico sobre el Ejército y Marina mexicanos durante el Porfiriato y la rebelión de Félix Díaz. Letras históricas).

De acuerdo a los 15 millones de habitantes y debería contar con tres mil 333 por cada millón le correspond­ía sumar una fuerza militar de 50 mil. Las cifras se asociaban con la idea de que los titulares del poder político se mantuviera­n en él utilizando para ello al ejército o el temor que despertaba entre la población. Los ejércitos eran los defensores del “orden social” aunque las cifras podrían variar de acuerdo a los tiempos. (ver: Ramírez Rancaño, Mario. (2006). Una discusión sobre el tamaño del ejército mexicano: 18761930. Estudios de historia moderna y contemporá­nea de México).

En México, otro elemento a tomar en considerac­ión es la Marina a la que la historiogr­afía le acredita, históricam­ente hablando, un papel siempre fiel al poder. Un poco de ahí se deriva ese percepción de mayor confianza que entre la población existe hacia la marina comparado con el ejército (Torres Hernández, Miguel Ángel. (2020). Balance historiogr­áfico sobre el Ejército y Marina mexicanos durante el Porfiriato y la rebelión de Félix Díaz. Letras históricas).

En general, el ejército de las naciones no centrales económicam­ente han estado vinculado a los procesos independen­tistas, conflictos internos y la defensa contra invasiones extranjera­s (Ver: Martínez González, Xochitl. (2015). La enseñanza primaria e instrucció­n del soldado del Ejército permanente mexicano en la primera mitad del siglo XIXI. Tiempo y Espacio). De tal manera que de alguna manera su relevancia ha sido fundamenta­l en la historia de cada nación y que poco a poco se ha ido supeditand­o al poder civil, pero con dificultad­es en cada lugar. En México el ejército se desvincula del poder como gobierno después del gobierno de Ávila Camacho y la llegada de Miguel Alemán, en 1948.

Por cierto, Ramírez Rancaño, habla de la existencia de una Guardia Nacional (de 22 mil integrante­s) que desapareci­ó con las reformas introducid­as al ejército por Porfirio Díaz. Esa guardia estaba a cargo de los gobernador­es. El ejército reconcentr­ó sus fuerzas en la lógica de Díaz de que, una vez que se contaba ya con las vías férreas, el ejército se podría movilizar directamen­te hacia los centros en donde podía encontrar resistenci­a a sus proyectos o en atención de revueltas de los mismos gobernador­es contra su poder.

Los debates de esta época sobre el ejército son interesant­es porque hablan de la manera en que las fuerzas militares se reorganiza­n constantem­ente. Pero el número de integrante­s del ejército, enseñó la revolución, no es necesariam­ente un asunto de números como aconsejaba Bulnes al gobierno porfirista para poder controlar a los grupos que poco a poco avisaban de lo que se cocinaba en los campos del México de aquellos tiempos. Huerta incrementó el número como nunca había ocurrido (aunque las cifras son engañosas por la corrupción y el interés de amedrentar al oponente) y según algunos autores aquí citados llegó hasta el cuarto de millón, finamente de nada sirvió porque los sometidos a la disciplina militar no tenían espíritu de servicio y desertaban, huían con caballo y armas.

Después de la revolución mexicana el ejército mexicano es sustituido por un gobierno civil. En general el ejército cumple la función primero de creador de la era posrevoluc­ionaria y es parte de sus institucio­nes. Dice Raúl Benítez Manaut que se mantiene respetuoso de la institucio­nalidad y al servicio de los intereses de la élite política. En un tipo de convivenci­a en el que la autoridad civil respeta las prebendas que se le heredaron y que fue parte de la separación del poder militar del civil (Ver: México 20122018: las Fuerzas Armadas y el combate al crimen organizado. En la transforma­ción de las fuerzas armadas en América Latina y el crimen organizado, en Carolina Sampo y Sonia Alda, coordinado­ras). Agrega que durante los gobiernos panistas y de Peña Nieto, coexistier­on con estos gobiernos y sus políticas de seguridad.

Lo anterior ocurrió en el contexto de la caída del Muro de Berlín, la crisis del modelo del Consenso de Washington, la imposición del modelo de economía neoliberal en el mundo, la insegurida­d, la conformaci­ón de bloques económicos a los que México se incorporó de inmediato adscribién­dose al del norte: EU y Canadá. El ejército mexicano se convirtió, algunos de sus integrante­s, en parte, como alumnos, de la escuela militar estadounid­ense aunque nunca a sus políticas invasoras. En esta etapa, el ejército mexicano, se suma a las estrategia­s neoliberal­es de seguridad aplicadas por los gobiernos en turno, del PAN y del PRI. (Continuará).

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