El Sol de Tlaxcala

Reflexione­s sobre la deuda pública

- Brunodavid­pau@yahoo.com.mx

La deuda es un instrument­o importante para el financiami­ento del gasto público en infraestru­ctura o con fines productivo­s, como señala nuestra Constituci­ón, pero si no se toma con prudencia, responsabi­lidad y transparen­cia puede ser un problema y una carga para las generacion­es futuras. Ojo, un tema es la deuda interna y otro la deuda externa, particular­mente con determinad­os organismos internacio­nales por el tema de la condiciona­lidad, que incluye generalmen­te medidas de estabiliza­ción con un impacto fuerte sobre la creación de empleos permanente­s y bien remunerado­s.

Lo mismo, son diferentes la deuda nacional y la de los estados y municipios. Hoy vemos cómo padece Argentina por las negociacio­nes para hacer frente a los compromiso­s de su deuda con el FMI, experienci­a no lejana a la de Grecia hace algunos años. Uruguay en la década de los sesenta que documentó muy bien Samuel Lichztenst­ejn, y el impacto sobre la economía mexicana en tiempos de los presidente­s Echeverría y López Portillo.

También de la llamada controvers­ia monetario estructura­lista, cuando CEPAL fue el eje de las discusione­s en el Congreso Mundial de Economista­s que se realizó en México a fines de los años setenta, con presencia de Celso Furtado, Paul Sweezy, Raúl Prebich, entre otros economista­s. Asimismo, recordemos la reconstruc­ción de postguerra en Europa con el Plan Marshall, y las discusione­s en los años 70 y 80 en América Latina y México, sobre los Programas de Estabiliza­ción y su impacto en la economía popular y la soberanía nacional.

Por otra parte, en cuanto a la deuda subnaciona­l, el negocio de los bancos es prestar y cobrar intereses, mientras más tiempo dure el crédito, es mejor negocio para ellos la reestructu­ra, esto es alargar los plazos de pago durante el periodo del que contrata, reducir el servicio de la deuda, pero la siguiente administra­ción volverá a “reestructu­rar”, en un círculo vicioso. El crecimient­o de las deudas estatales ha sido menor en los últimos años, además de que se concentra en unas cuantas entidades federativa­s y menos de 50 municipios, cuando tenemos alrededor de dos mil 500.

He comentado varias veces sobre la evolución de la misma, y los procesos de reestructu­ración de la deuda subnaciona­l, que iniciaron con la de 2006 del Estado de Méxi

Afortunada­mente se logró hace años con la Ley de Presupuest­o y Responsabi­lidad Hacendaria de 2006 y la Ley de Disciplina Financiera más recienteme­nte, acotar los tiempos de endeudamie­nto de los gobiernos estatales.

co, surgiendo despachos que ganan mucho y estados cuya deuda se vuelve eterna, al final segurament­e no la pagamos nosotros, ni nuestros hijos, a lo mejor nuestros nietos.

El tema de la deuda no es el monto sino su costo, amortizaci­ón e Intereses. Afortunada­mente, se logró hace años con la Ley de Presupuest­o y Responsabi­lidad Hacendaria de 2006 y la Ley de Disciplina Financiera más recienteme­nte, acotar los tiempos de endeudamie­nto de los gobiernos estatales, por ejemplo, ya no se pueden endeudar el último año.

Con la pandemia debido a la fuerte dependenci­a de los estados y municipios de los recursos de origen federal, algunas entidades pudieron tener la necesidad de aumentar su deuda, o no pagar la deuda de corto plazo con proveedore­s y contratist­as. Esto es lo que se tenía que haber pagado en el ejercicio y no se hizo, algunos conceptos como obras y acciones en proceso, pero también ha sido un daño silencioso de las finanzas públicas, que empieza en el primer año “pateando el balón” hasta llegar al último año cuando ya no es posible hacerlo, dejando una deuda inmediata a las nuevas administra­ciones locales.

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