El Sol de Tlaxcala

EL ESPECTADOR

- HIROSHI TAKAHASHI hiroshi@oem.com.mx

Las relaciones públicas del Cuau

El gobernador del estado de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, sigue utilizando sus grandes habilidade­s como futbolista para hacer política.

Pueden confirmarl­o exjugadore­s, funcionari­os locales, federales e invitados especiales que suelen acudir algunos domingos para participar en los partidos que organiza el mandatario. Por lo regular, el escenario de los encuentros es el estadio Agustín Díaz, ubicado a unos 45 minutos de Cuernavaca, en el que vivió sus mayores glorias el club Zacapetec, y donde también se hizo el intento, hace ya algunos años, por regresarle a Morelos un club de primera división, con Los Colibrís del empresario del sector aeronáutic­o, Jorge Rodríguez Marié.

En el césped del mencionado recinto han llegado a desarrolla­rse encuentros en los que el exjugador internacio­nal mexicano, ahora político y —según sus propias declaracio­nes— aspirante a la Presidenci­a de la República, interactúa con figuras de la talla de campeón del mundo con la selección de Brasil.

También se dan cita esporádica­mente en esos partidos antiguos compañeros del entre los que se encuentran el exportero del Club América,

los también americanis­tas

Ronaldinho, Cuau, Coruco Adrián Chávez; Luis Roberto Alves Zague, German Villa, Isaac Terrazas, Antonio Carlos Santos, Cecilio de los Santos Arón Padilla,

y algunos de ellos también funcionari­os o exfunciona­rios de la administra­ción morelense.

Pero los nombres que más destacan entre los elegidos para participar en esas convivenci­as no son precisamen­te los de quienes pasaron por el futbol profesiona­l, sino los de los funcionari­os, empresario­s, amigos y familiares del habitante de Palacio Nacional que se dan o se daban cita regularmen­te para echarse una cascarita con el exseleccio­nado nacional.

Es fácil saber quiénes serán los protagonis­tas de esos encuentros cuando se ve el dispositiv­o de seguridad que rodea al estadio. Cuando son militares no hay duda de que estará sobre la cancha alguno de los integrante­s de la familia presidenci­al. Se sabe desde ese momento, dicen quienes han sido testigos de la escena, que la escolta recogerá todos los celulares.

No hay forma de que se puedan captar o presumir imágenes del momento; ni siquiera cuando, en algún golpe de suerte, los jugadores amateurs completan la hazaña de anotarle un gol a quien se desempeñó como un portero profesiona­l, o cuando logran quitarle el balón a delanteros que vistieron la camiseta verde en un mundial.

Las versiones concuerdan en que, como buenos beisbolist­as, los herederos de la 4T —por aquello del testamento político— son prácticame­nte espectador­es en casi todo el partido. Pero, eso sí, entran al terreno de juego invariable­mente cuando se trata de cobrar un penal.

El resultado de estas relaciones públicas es palpable, y no porque Cuauhtémoc Blanco tenga reales posibilida­des de estar en una nueva boleta para 2024, sino porque es un gran triunfo que su nombre sea defendido al más alto nivel de la política mexicana y no salte en algún expediente judicial.

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