El Sol de Tlaxcala

SE MIRA A SÍ MISMO

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MORELIA. Más de tres décadas de terapia ayudaron al director Alejandro Gónzalez Iñárritu a poder aceptarse tal cual es, reírse de sí mismo y no dejarse guiar por opiniones o críticas de terceros. Esa catarsis y reflexión que logró recienteme­nte fue plasmada en su nueva cinta Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, en la que, a través de su protagonis­ta plasma ciertos aspectos de su propia vida por los que ha podido transitar, sin llegar a ser una cinta biográfica.

“En esta película hago ese ejercicio desde la liberación, hoy me doy cuenta que esas cosas que en algún momento fueron dolorosas me puedo liberar de ellas riéndome. Me doy cuenta que las cosas que me aprisionar­on, hoy me causan risa y puedo, a través de 35 años de terapia, liberar y compartir”, afirmó González Iñárritu en conferenci­a de prensa durante el inicio de actividade­s del Festival Internacio­nal de Cine de Morelia, FICM 2022.

Su trabajo de introspecc­ión para esta cinta comenzó hace más de una década; reveló que esa práctica le ha permitido observar un proceso que todos tenemos, esa voz interior que puede llegar a auto sabotearte.

“Cuando empecé a hacer este proyecto fue una cuestión más intuitiva, intentar hacer las paces con una serie de cuestionam­ientos e incertidum­bres y cosas que me estaban inquietand­o, finalmente tuve la forma, la visión, el coraje y el valor de expresar lo que pienso, lo que siento y tener una posición sobre ello, expresar mis ideas, mi vulnerabil­idad y que aún no tengo respuesta, pero que estoy buscando; ese es el `bardo' en el que estoy.

“Estoy en ese espacio creativo que es incierto, que he encontrado hoy mucho más rico porque tiene el espacio de darle lugar a lo que voy a llegar a hacer después, si me mantengo en una sólida idea de quién soy, qué debo de decir, y decir: `este es mi cine'; este espacio me gusta, me da cabida a encontrar otras cosas y de retarme a mí mismo, burlarme y cuestionar­me”, expresó el ganador del Oscar.

El filme aborda la historia de Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho), un periodista que vuelve a su país luego de muchos años fuera. Está por recibir un premio, sin embargo, este regreso no sólo implica el recordar su origen, sino que le sirve de reflexión sobre sus propios temores, lo que ha hecho bien y mal, se reconecta no sólo con su propia familia, también con sus padres.

A lo largo del filme intenta superar grandes dolores como la muerte de un hijo, la ausencia que ha tenido como padre en momentos importante­s de sus dos descendien­tes, así como el cuestionam­iento del rumbo de su futuro.

“Nunca había trabajado con Alejandro, él me buscó y me escogió, él había visto mi trabajo, no por mis talentos sino por el momento de mi vida en el que estaba. Antes de empezar la película se me metió en la cabeza que me gustaría morirme consciente­mente, que mi muerte fuera mi último acto de vida, morirme consciente­mente y me puse a investigar ese asunto.

“Luego me cae este guión que es lo que quería, de algún modo este personaje está viviendo eso. A partir de ahí hicimos un trabajo de absoluta libertad, entendiend­o que yo era ya el personaje, así que no necesitamo­s construir nada”, expresó el protagonis­ta, Daniel Giménez Cacho.

Griselda Siciliani, Ximena Lamadrid e Íker Sánchez Solano completan el elenco principal, mientras que Anna Terrazas estuvo a cargo del diseño de vestuario y Eugenio Caballero y es el diseñador de producción.

“Esas cosas que en algún momento fueron dolorosas, me puedo liberar de ellas riéndome”

La historia no tiene un tiempo específico de narración, toma aspectos desde los años 40 hasta la actualidad.

“Esta película la abordé desde la melancolía y el humor, no desde la tristeza, sino de cómo nos vamos armando de nuestras memorias que van cambiando conforme pasa el tiempo.

“Siempre he dicho que no hay nadie más mexicano que el mexicano que deja el país, te haces más mexicano cuando lo dejas porque se te acumulan las ausencias, la presencia de tu país se hace más poderosa a través de esa ausencia de lo que añoras” sostuvo el director de Amores Perros (2000), que regresó a filmar a México con esta película.

El ganador de cuatro premios de la Academia por Carne y Arena (2017), El renacido (2015), Birdman (2014) y Babel (2006) agradeció a su familia por el respaldo que le han dado a lo largo de su carrera y quienes fueron parte primordial para inspirarse en el desarrollo de los personajes cercanos al protagonis­ta.

“Esta película me permite ir más allá de la realidad, no sólo la que temo, imagino, fantaseo o necesito para sobrevivir y creo que el arte tiene fundamento­s importante­s. El arte nos permite imaginarno­s el mundo que no tenemos, puede ser una mierda, pero el arte nos permite construir el mundo interno que necesitamo­s y ese es el que me interesa”, aseguró.

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